El Eurotunel, una obra maestra de la ingeniería contemporánea

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Por: Jorge Luis Telles Salazar

 

-Comunica a Londres y Paris, bajo el canal de la Mancha

 

-Tercer túnel más largo del mundo, con 50 kilómetros

 

-Inversión de 16 mil millones de euros en los noventas

 

-En 30 minutos, de la costa de UK a la de Francia

 

Cruzar el canal de la Mancha en avión, desde Londres y hasta París, implicaba un desembolso de 150 euros adicionales. Hacerlo, a través del Euro Túnel, de 200. Conocer esta maravilla de la ingeniería moderna y disfrutar la experiencia de un viaje bajo las aguas del canal, valían la pena, así que optamos por la segunda opción, cuando adquirimos el paquete “Londres y los Países Bajos”, en una agencia de viajes de Culiacán, dirigida por Mister Hunter, un señor alemán, muy conocido en la ciudad.

-La buena noticia es que su ticket es de primera clase – observó Rocío, la asistente en jefe del señor Hunter, al hacernos entrega de la documentación correspondiente, en una oficina ubicada por el bulevar Padro Infante, en las inmediaciones de la Unidad de Servicios Administrativos del Estado.

Arribamos a Londres a media mañana del miércoles 07 de abril de 2010, con un margen de poco más de tres horas para llegar a la estación de Saint Pancras y abordar el tren Eurostar, para seguir nuestro viaje hasta Paris, a donde llegaríamos al atardecer. El vuelo de la ciudad de México a Londres, en un Boeing de Mexicana de Aviación –operado en conjunto con British Airways – tuvo una duración de casi once horas, con el atenuante de que salió en tiempo y llegó al aeropuerto de Gatwick a la hora estimada.

Londres tiene tres aeropuertos más –Heathrow (el más grande), Stansted y Luton, además de algunos otros para vuelos domésticos -. Todos a una distancia promedio de 50 kilómetros del centro de la capital del Reino Unido. Hora y media después estábamos en la terminal de trenes, tras cubrir los trámites migratorios de rigor, más sencillos que los requeridos para ingresar a los Estados Unidos. Tanto los ciudadanos de USA, como los de la comunidad económica europea, reciben preferencia en la atención y prácticamente vía libre, en su tránsito por UK.

Ya en la estación ferroviaria – en pleno centro de la ciudad y a solo unas cuadras de distancia del icónico Río Támesis -, nuevo procedimiento migratorio, prácticamente de rutina (solo mostrar el pasaporte) – antes de subir al Eurostar 9030, con destino a la estación Gare Du Nord, en el mero centro de la ciudad de Paris.

Y bueno.

Ahí estábamos ya.

 

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Inaugurado el 6 de mayo de 1994 por la reina Elizabeth Segunda y el presidente de Francia, Francois Mitterrand, el Eurotunel, con una inversión británico-francesa (toda privada) del orden de 16 mil millones de euros, es ciertamente una verdadera proeza de la ingeniería moderna. El túnel se hunde bajo las aguas del Canal de la Mancha, en la ciudad británica de Dover y emerge en el puerto de Calais, Francia, en un trayecto – solo el túnel – de 50 kilómetros, a una profundidad de 40 metros bajo la superficie del mar. Es, en su género, el más largo del mundo, solo superado por el Seikan, de Japón y el de San Gotardo, aunque este último, no cruza ningún mar; solo los Alpes Suizos.

Lo que es el tramo del canal se cubre en solo 35 minutos. La ruta completa, entre Londres y Paris, que es de 342 kilómetro, en dos horas y 20 minutos. El Eurostar también opera la ruta Londres-Bruselas (Bélgica), la cual requiere de un par de hora y 5 minutos. O sea: 15 minutos menos que el viaje a París. Centenares de aviones surcan a diario los cielos del canal, entre Londres-Paris y Paris-Londres, a precios sumamente económicos y en tan solo 45 minutos, si mucho. Los bajos precios de los vuelos entre ambas ciudades, han puesto en peligro la rentabilidad del Eurotunel; sin embargo, la empresa operadora ha salido adelante, porque se trata, también, de un atractivo turístico incuestionable.

Como muchos, alguna vez llegué a pensar – en el colmo de mi ignorancia - que para hacer el túnel, se había trabajado irremediablemente en el fondo del mar, teoría fatalmente equivocada. Los cilindros de metal, con un diámetro de 7. 6 metros se construyeron en instalaciones especializadas y luego colocadas, eso sí, en el fondo de las aguas. En realidad no es uno, sino tres los túneles: de ida y vuelta y uno de servicio, para mantenimiento o auxilio, en caso de accidentes, poco probables, más no imposibles.

Y si usted lo desea, también puede cruzar los túneles en su propio auto. Esto, en otro tren, llamado Schuttle, ideado exactamente para eso. Si usted quiere, puede permanecer en su unidad móvil durante todo el viaje. También tiene la opción de pasear a lo largo del tren: consumir un refrigerio y adquirir algún suvenir.

Bien.

El servicio a bordo es excelente, brindado por profesionales de atención al turismo, altamente especializados, en vagones confortables, seguros e inmaculadamente aseados. De entrada, un aperitivo, a lo que sigue un menú internacional – salmón, preferentemente o un corte de carne roja – más una copa de champagne, o bebidas a elegir. El viaje, comodísimo. De hecho, el servicio comienza, justo en el momento de entrar al túnel, de tal modo que ni tan siquiera se percibe, cuando ya se está en territorio francés. En nuestro caso, nos percatamos de ello, al observar el tráfico vehicular de una carretera adyacente a la vía ferrea: circulaban por su derecha y no por la izquierda, como en las naciones del Reino Unido.

El regreso a Londres está programado para una semana después; pero ya en avión. Del aeropuerto de Amsterdam, concretamente, para el retorno a nuestro país.

Esa, sin embargo, será otra historia.

Por lo pronto, ya estábamos en Paris – por segunda ocasión – como primera parada de un itinerario que contemplaba, entre otras ciudades: Brujas y Bruselas, en Bélgica y Rotterdam, la Haya y Amsterdan, en los llamados Países Bajos.

Y en Paris, lo tradicional: Museo de Louvre, Torre Eiffel, Campos Eliseos, Arco del Triunfo, Catedral de Notre Dame, paseo por el río Sena y espectáculo en “Moulin Rouge”.

Todo un agasajo.