La montaña

Un día crítico en la crisis

columna oscarCon las palabras tendemos puentes

para llegar a lo que está fuera de nosotros.

Rosario Castellanos

 

No fue jueves, pero fue un día traumático para Culiacán. Y tenemos que aceptar que estando en medio de una crisis hay momentos especialmente difíciles. Eso fue el pasado miércoles 21. No es que las jornadas anteriores hayan sido color de rosa, pero lo que ocurrió ese día en el Penal de Aguaruto captó toda la atención de la ciudad capital y trascendió más allá de las fronteras nacionales. Esos momentos de angustia e incertidumbre en la cárcel más grande de la entidad inundaron las redes sociales casi al instante, convocando a la población a dar seguimiento a las consecuencias que pariría un poco más de media hora de enfrentamientos al interior del Instituto de readaptación.

 

La situación fue considerada por las autoridades como preocupante y de alto riesgo para la población civil y determinaron aislar el área circundante al penal. La autopista quedó bloqueada, nadie podía circular por esa vía ni rumbo a Navolato ni en dirección a Culiacán. Mientras un sinnúmero de patrullas de la Policía Estatal, de la Guardia Nacional y del Ejército se alineaban alrededor de la fortaleza de Aguaruto o patrullaban las inmediaciones, en prevención de cualquier acción que le impusiera un plus a lo que ya preocupaba.

 

Sin importar la tensión que se vivía al interior y en las inmediaciones del penal y de la invitación de las corporaciones que vigilaban a retirarse del lugar, un importante número de familiares con internos se concentraron en ese punto geográfico para preguntar sobre sus seres queridos. La información no fluía, lo que desesperaba a esos ciudadanos que anhelaban tener una información precisa sobre la salud y problemas por los que estaban pasando. Destacó entre esas personas la familia de un pastor religioso que visita la Institución y asiste espiritualmente a internos.

 

Llegaron dos quejas a la CEDH, una en la que familiares de un interno afirmaban tener información precisa de que dicho interno había recibido golpes y malos tratos de parte de elementos de la Guardia Nacional, esto durante la revisión realizada después de la balacera que se vivió en el Centro de Rehabilitación. La otra petición se refería a una nota e imagen que circulaba en redes en la que se informaba de un joven herido. Y los quejosos solicitaban que la CEDH buscara información sobre el caso. Esto fue este viernes pasado. Como la información que solicitamos no fluía de inmediato y por la importancia de los casos, se acordó trasladarse al centro penitenciario.

 

Llegamos como a las 2 de la tarde al Penal de Aguaruto. Se solicitó ver al director de la Institución. Nos mandó decir que estaban realizando un “barrido” por todos los módulos de la penitenciaría junto al secretario de seguridad. Y que cuando terminaran la revisión estaría con nosotros. Cerca de las 4 de la tarde pudimos entrar al CEDJUDE acompañados de familiares del interno que se reportó como herido. Fuimos recibidos por el director del sistema penitenciario y poco después se integró el director del penal.

 

En primer lugar, solicitamos información sobre el interno herido y la necesidad de que los familiares pudieran verlo. En atención a la solicitud primero vino el médico jefe del Departamento de Enfermería, nos explicó el caso y enseguida trajeron al interno. La entrada del doctor con su figura breve, empática y su parecido al autor de Cien Años de Soledad, espantó cierta tensión que prevalecía aún entre los visitantes. Hubo una larga convivencia entre familiares e interno, donde los silencios prolongados fueron parte de un diálogo tan anhelado después de los acontecimientos del miércoles 21.

 

Después entramos a los patios y estuvimos en los módulos 6, 7 y 10. Los patios generales lucían solos. Los internos estaban en sus módulos. Policías estatales y de la Guardia Nacional se ubicaban en puntos importantes. En el módulo 6 estaban junto a las rejas dos jóvenes internos y al fondo se apreciaba un grupo de reos atentos sobre algo de interés común. Hablamos con los dos jóvenes que nos comentaron que se estaba sirviendo la cena. Nos refirieron la falta de agua purificada en el módulo. Luego pasamos al módulo 7, en el patio externo había siete jóvenes presos, dos conversando separados en un cobertizo a mano izquierda. Uno de ellos comiendo una bolsa de snack, de eso que suelen llamarse “viejitas”. Se acercó y quiso compartir con nosotros su “chuchería”.

 

Al fondo, pegados a la reja de entrada al módulo 7, un grupo de unos 20 internos pedía que se llegara con la cena y solicitaban agua para tomar. Eran alrededor de las 5 de la tarde. El director del sistema penitenciario les contestó que en eso estaban. En la parte derecha del patiecito, bajo la acogedora sombra de un árbol estaba un grupo de cinco reos. Le pregunté por la edad a uno de ellos porque me pareció muy joven y lucía imberbe. Dijo que tenía 21 años. Otro más de barba cerrada, en broma reclamó que no le preguntaran la edad a pesar de que era menor que el joven lampiño. Un tercer preso nos dejó tarea para la reflexión, dijo: ¿Cuándo se inventarán las pastillas contra el miedo, porque el mío todavía lo tengo?

 

Al fondo de ese pasillo se encuentra el módulo 10 y hacia allá fuimos. Nuestros ojos buscaban alguna huella que hubiera dejado la lamentable jornada del día miércoles. No se observaron indicios de combate sobre la parte pavimentada y el piso de tierra. En algunas partes hay pintura nueva sobre paredes, ¿habrá alguna narrativa de la jornada del miércoles 21 bajo esa pintura? No podemos asegurar nada. En el camino al módulo 10 había un perro entrecano, de tamaño mediano, silencioso y de mirada inteligente. El módulo lucía desolado, pues su población fue traslada a otros espacios después del evento violento del miércoles. ¿Qué lección nos deja a autoridades y sociedad la jornada del miércoles? A ojos de todos resulta increíble que no se hayan registrado muertes ni heridos (salvo el mencionado líneas arriba), en una jornada donde las balas no tuvieron descanso a lo largo de una media hora. Si las medidas de seguridad tomadas llevaron más de 48 horas para considerar viable la reanudación de la visita de familiares a internos, ¿de qué tamaño se considera la gravedad de los hechos mencionados? Dos cosas se imponen ante la situación planteada: rediseñar el sistema penitenciario en Sinaloa y definir las responsabilidades de la autoridad local y las que corresponden a la autoridad federal. Esto implica, entre otras muchas cosas, que el viejo penal de Aguaruto debe preparar su jubilación. No puede cumplir todas las responsabilidades con que carga. Vale.

 

 

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