Solos vamos a lo largo de este túnel
hacia el mismo día y la misma noche.
Hilde Domin
Dana Sofía es el caso más reciente de las pérdidas de vidas que no debieron ser. La ola de violencia que ya rebasó los seis meses nos impone una atención más profunda sobre su esencia y nos invita a buscar en la rica historia sinaloense las opciones de solución que nos abran las puertas hacia una nueva y mejor época. Más allá de las exigencias y reclamos que como sociedad tenemos que hacer a las autoridades, de la situación violenta presente también se desprende el deber de analizar todas las aristas que implica la coyuntura y definir acciones encaminadas a remontar este indeseado interregno.
¿Cuántos niños han sido víctimas en esta ola violenta? Son más de 30, lo sabemos. Pero más allá de los números concluyamos en que ello significa una herida de dimensiones gigantes y que deja una carga moral en la sociedad que no podrá borrarse de la memoria colectiva y que nos recordará a cada momento que no supimos cuidar la vida y la integridad de esas personitas que el torbellino de la violencia les ha quitado la existencia. Esas ausencias son un vacío que nada llenará en los hogares de origen y un dolor que alcanza a todas las familias, a los vecinos, a los compañeritos de escuela y hasta al último ciudadano que forma parte de esta entidad política.
La sociedad no se ha cruzado de brazos: ha salido a la calle en las ciudades de Culiacán, Navolato y Mazatlán, principalmente. Y ha reivindicado muy sentidamente la consigna ¡Con los niños no! Este viernes 28 la sociedad vuelve a la carga con una manifestación pública en la capital sinaloense. Esta acción es motivada por la desaparición de la jovencita Vivian. Y, sin duda, en ello se contempla la deuda creciente de todos los casos en los que hay menores de edad y jóvenes. Igual que en la manifestación del 23 de febrero, la marcha de este viernes debe alcanzar una presencia que sacuda a la ciudad y al estado. No olvidemos que la contundencia del grito social y la presencia multitudinaria es determinante para que el reclamo social sea escuchado y atendido en tiempo y forma.
¡Con los niños no! Es una frase que ha ganado la voluntad de una inmensa ciudadanía y se vuelve una consigna de primer orden. Dentro de la tragedia que representan esas cuatro palabras, es un pensamiento bien logrado que resume el coraje, la indignación y la decisión de enfrentar el gran problema de la violencia, buscando preservar en todo momento la parte más valiosa de nuestra sociedad y familias: las niñas y los niños. Quizá haga falta ir más allá de reivindicar a voz en cuello en las marchas ¡Con los niños no! Y reproducir la exigencia en volantes, pancartas, lonas, paredes, posters, banderines ubicados en las fachadas de nuestras casas y en pegatinas y letreros en los cristales de los automóviles.
¡Con los niños no! Debe ser el reclamo que esté presente en las escuelas, en los espacios públicos, en los campos deportivos, en las instalaciones comerciales y en los centros de trabajo. Lo repetimos porque ante lo tozudez de quienes ejercen la violencia y las consecuencias que sus conductas delictivas acarrean, debe imponerse la demanda social que exige respeto a la integridad física y moral de la niñez. Insistir en la consigna día y noche, en cada oportunidad de tomar la palabra, en cada espacio que ocupemos, que sea la tarea.
No ponemos en duda la importancia de las declaraciones de la autoridad cuando nos asegura que los crímenes, como los comentados, no quedarán impunes. Pero de cumplirse con dicho compromiso sería un consuelo para las familias agraviadas, sin que por ello sanen las heridas que las pérdidas de seres queridos nos dejan. Y ojalá se cumplan, pues mucho se ha dicho que la mejor invitación a seguir delinquiendo es el alto grado de impunidad que reina en nuestro país y en nuestra entidad. Si los números en materia de investigación y persecución del delito mejoraran en las próximas semanas, seguramente se estaría haciendo una buena aportación para inhibir las conductas antisociales.
¡Con los niños no! Que sea el slogan que esté presente en todas y cada una de las acciones de las políticas de prevención en nuestro estado y en la República. No es una propuesta sin trascendencia, es sobre todo un recordatorio colectivo que exige la máxima atención de las autoridades en materia preventiva, buscando impedir que la violencia toque a los menores de edad. Es cierto que la violencia no pide permiso, ni tiene horarios ni espacios limitados para desarrollarse, también es verdad que en conflictos armados como el que vivimos no hay reglas ni cuartel, pero hay dos elementos que pueden cambiar de raíz esas circunstancias: la acción contundente del Estado y la participación organizada de la sociedad.
Quizá lo más triste es ver una escuela de luto. Y durante estos meses hemos sido testigos que varias de las instituciones educativas han vestido el color negro en memoria de algunos de sus alumnos. Siempre que pasan cosas lamentables el planteamiento más natural y sentido es que no haya repetición de los hechos. Sí, que no se repitan los hechos que tanto ofenden a la sociedad. Los casos de niños que perdieron la vida o sufrieron heridas en las circunstancias mencionadas, nos llevan a reclamar también que no haya repetición de los hechos. Y lo que nos queda muy claro es que después de más de seis meses de una ola violenta que abrasa nuestro estado, es que debemos movilizarnos de manera permanente para que el reclamo ¡Con los niños no! Sea nuestra realidad. Vale.
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X @Oscar_Loza