Gibraltar

Por: Jorge Luis Telles Salazar

 

= Increíble la cercanía entre ambos continentes

 

= Tarifa, España-Tanger, Marruecos; la ruta

 

= Hoja de navegación de importancia mundial

 

= Utilizada desde la época del gran imperio romano

 

Europa y África son dos grandes continentes, con acentuadas diferencias entre sí, la más notable de ellas, el gran desarrollo de Europa que contrasta notablemente con la ancestral pobreza y marginación de África, con muy contadas excepciones. En el imaginario colectivo existe la impresión de una enorme lejanía geográfica entre los dos; sin embargo, déjeme decirle que la distancia entre ambos continentes es de solo 14. 4 kilómetros. Esto, a través del Estrecho de Gibraltar, ubicado en el Sur de Europa y en el norte de África.

El Estrecho de Gibraltar es atravesado por más de 100 mil buques cada año, incluidos los procedentes de América, que se dirigen a la costa oriental de España, a Italia, Grecia u otras naciones. Inclusive a países del Golfo Pérsico, con los cuales conectan por el Canal de Suez, en Egipto. Se trata, por ende, de una de las rúas de navegación más importantes en el mundo entero.

Y su importancia nace con la historia misma de la humanidad y sus principales navegantes. El estrecho era utilizado, en aquellos tiempos, principalmente, por el gran Imperio Romano, los países nórdicos (Vikingos) al igual que Francia e Inglaterra. Lo llamaban “Las Columnas de Hércules” y era paso obligado en las cartas de navegación, en la antigüedad.

Cruzar el Estrecho de Gibraltar fue una de nuestras metas, cuando ya logramos alcanzar la disponibilidad económica y contar con el tiempo suficiente, como para viajar por diferentes partes del mundo, lo que hemos hecho, desde años atrás.

Marzo 20 de 2018:

Estamos en el puerto de Tarifa, sur de España, una hora antes de abordar el ferry que en cosa de una hora y 30 minutos, nos permitirá pisar suelo africano, en la ciudad de Tanger, al norte de ese continente. Cierto, la distancia más corta es de 14. 4 kilómetros; pero la ruta no es directa, sino transversal, lo que la extiende a casi 50 kilómetros. Habitualmente hay dos opciones a disposición de las agencias de viajes: Tarifa y el puerto de Algeciras. Se elige aquella que permita mejores condiciones de navegación, en esos momentos.

Hasta antes del advenimiento del siglo XXI, el puerto por excelencia para viajar a Africa era precisamente el de Gibraltar, pequeña porción de tierra que pertenece al Reino Unido y cuya mayor parte la ocupa una gigantesca roca, en forma de peñón. De ahí su nombre: Peñón de Gibraltar. La apertura de nuevos puertos creó también otras rutas de navegación y Gibraltar perdió gradualmente competitividad ante Tarifa y Algeciras.

La víspera, salimos de Madrid a primera hora, bajo una lluvia persistente y en medio de una temperatura de entre 5 y 8 grados. El destino final del día lo era la ciudad de Granada – previa parada en Puerto Lapice, la tierra de Miguel de Cervantes y que vive de la novela de don Quijote de la Mancha -, donde visitamos dos sitios obligatorios: la Alhambra y uno de los muchos tablaos flamencos, que constituyen uno de los grandes atractivos para el turismo internacional.

El día del embarque, salida temprano hacia la costa del sol, con pequeñas paradas en Málaga y Marsella, antes de nuestro arribo a Tarifa, donde ya nos esperaba el transbordador que nos llevaría a Tanger, uno de los principales puertos de Marruecos, a su vez, uno de los países, más importantes de Africa del Norte.

Hay vientos encontrados y corrientes marítimas de choque entre sí, por lo cual nos advierten que el viaje podría resultar un tanto cuanto agitado, condiciones, hasta eso, dentro de la normalidad en esta parte del mundo. También nos anticipan del trámite migratorio, que podría demorar todavía hasta una hora después del arribo del barco, por la cantidad de pasajeros – de diferentes nacionalidades – enlistados para la travesía.

Afortunadamente no fue el caso. Mi esposa Idolina y quien esto escribe, así como Oricia y Raúl (Veracruz) y Gustavo y Karen (Argentina), nuestros compañeros de viaje, logramos un trámite rápido, que nos permitió subir a cubierta para disfrutar del paisaje único: presenciar, al mismo tiempo, las dos costas de dos continentes, aparentemente tan distantes entre sí; pero a solo 14. 4 kilómetros de distancia entre uno y otro. La travesía concluyó sin novedad; pero el momento de internarnos en el continente africano si demoró un poco más, por el tema migratorio.

Uno de nuestros sueños estaba ya hecho realidad, gracias a Dios.

De regreso, una semana después, el embarque sería de nuevo en Tanger; pero con itinerario diferente, por la región de Andalucía: Sevilla, con visitas al monasterio de la Rábida y el museo de las carabelas de Colón, antes de ingresar a Portugal, donde el itinerario marca paradas en Lisboa y en Fátima, para continuar a Madrid, justo por la otra parte de España, la del Noroeste.

Y en Marruecos, visitas a las principales ciudades del país: Rabat, Casa Blanca, Marrakech y Fez, entre otras. Como viaje, maravilloso. Como experiencia, fascinante. Como casi todas.