telles buenos aires

-La historia del sitio al que tanto le cantó Gardel

 

-“No hay porteros, ni vecinos; adentro cocktel de amor”

 

-Un recorrido, por la emblemática avenida de Buenos Aires

 

-Tango que se compuso y estrenó en 1925, en Montevideo

 

Sin ser, necesariamente, fanático del tango, ni mucho menos, siempre me intrigó saber que era aquello de Corrientes 348 (“Segundo Piso Ascensor”), letra inicial de “Y todo a Media Luz”, cuyo interprete principal, a lo largo de la historia, lo ha sido el inmortal Carlos Gardel, nacido en Francia o Uruguay -ambos países se acreditan su paternidad -; pero criado, desde niño, en Buenos Aires, para luego tramitar su nacionalidad argentina en 1923, ya con 43 años de edad.

Por eso, cuando en compañía de Idolina, mi esposa, viajamos por diferentes países de América del Sur, durante la primavera de 2011 (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile), uno de mis propósitos, al llegar a Buenos Aires, fue recorrer, a pie, la avenida Corrientes, hasta localizar el número 348. Esto, ya una vez liberados de la rigidez que imponen las agencias de viajes, a través de ajustados itinerarios, que obligan a dejar la cama muy temprano y a acostarse tarde, tras desayunar en el hotel y comer y cenar en sitios previamente contratados, supuestamente para no dañar los presupuestos de los visitantes.

Corrientes hace intersección con la avenida 9 de Julio, la que presumen los argentinos como la más ancha del mundo, con 150 metros de un extremo a otro y una longitud de poco más de 4 kilómetros. En Corrientes y 9 de Julio se ubica la Plaza de la República, en cuyo centro se erige, majestuoso, el famoso Obelisco, principal ícono de la ciudad. Eso es el corazón de Buenos Aires y el corazón mismo de la Argentina.

Día libre, según el itinerario. Primero de mayo, día del trabajo, día feriado. Teníamos agenda completa para dedicarla a la búsqueda del tan cantado Corrientes 348.

Y ya, en tan emblemático punto, tras disfrutar de una parrillada de carnes, rociada de vino tinto, a un costo aproximado de 30 dólares para dos personas, comenzó nuestro recorrido, siempre hacia el Oriente, rumbo a los muelles, en apego a una numeración descendiente, que debió haber comenzado entre el 2 000 y el 2 500, si mal no recuerdo. El cruce en Corrientes y 9 de Julio, se parece, de algún modo, a Piccadilly Circus, en el centro de Londres. Una cuchilla, en primer plano, ocupada, prácticamente en su totalidad, por un gigantesco Mcdonald´s, atiborrado a toda hora del día, por una clientela fanática de la Big Mac, a pesar de su lejanía con los Estados Unidos.

Caminar sobre Corrientes representa, para el viajero, una sensación fascinante. Es adentrarse en la atmosfera porteña -así se les conoce a los residentes de Buenos Aires -, en un trayecto de contrastes entre la modernidad, lo tradicional y la Argentina de los años treintas y cuarentas. Cuadra tras cuadra, la avenida nos presenta, a ambos lados, un extenso catálogo de teatros, cines, restaurantes de cocina internacional y regional – con predominancia de los italianos -, tiendas departamentales, librerías, pequeños bares y un sinfín de cafeterías. Teatros viejos y nuevos y algunos no tan viejos. En sus marquesinas, artistas de talla internacional: Raphael, Ricky Martin, Miguel Bosé, Chaquira y Luis Miguel, entre muchos otros. Y también tiendas de deportes, en las que Messi, obviamente, es la estrella principal.

Y en el tráfico peatonal, uno se encuentra de todo: gente guapa, exótica, sofisticada, tradicional y también indigentes, por supuesto, que los hay en todos los países del mundo, sin excepción.

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Vamos en camino franco hacia el esperado 348 y la imaginación fluye de manera por demás creativa: un bar a media luz, en cuyos rincones se esconde un amor clandestino; un cabaret, como los de la época de oro de la vida nocturna de la ciudad de México; un salón para bailar y cantar tangos ¿Qué más? Pero si “Y todo a Media Luz” lo expresa, letra por letra ¡con diáfana claridad!

Hacia el fondo de la calle, vemos como se perfila el viejo edificio del “Luna Park”, que lo mismo ha servido para presentar peleas de campeonato mundial – lo que nos recuerda a Ringo Bonavena -; que estelares de la farándula y otro tipo de espectáculos.

-Ya estamos cerca -, zuzurro.

Día fresco. Temperatura agradable. Hemos recorrido más de un par de kilómetros, sin cansancio, ni contratiempos de ninguna índole. Ya llegamos al numero 500 y cuando menos lo esperamos, estamos en el 348, lo que confirmamos, por una especie de tablón, de color rosa, ubicado justo en la parte superior de una puerta de color rojo. La leyenda no deja ninguna duda: Corrientes 348.

Y ¡sorpresa!

 

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El inmueble es solo un pequeño y arrumbado estacionamiento, sin nada significativo. No hay ascensor, ni porteros, ni vecinos. Y el segundo piso está ocupado por una serie de viejas oficinas de una empresa alemana. A su costado, una tienda “López Taibo”, de ropa de vestir, para personas elegantes.

Y no más: eso era Corrientes 348.

La diferencia entre lo imaginado y lo encontrado nos creó, cierto, un sentimiento de desilusión; pero, al mismo tiempo, de satisfacción por descubrir un punto que no aparece en las guías para los turistas internacionales y que se ubica allá, al fondo (¿o al comienzo?) de una de las calles más famosas de la ciudad de Buenos Aires.

La investigación nos dice que ese relato, interpretado magistralmente por Carlos Gardel y creado por el uruguayo Carlos Cesar Lenz y el argentino Edgardo Donato, fue producto de la imaginación de los artistas, inspirado ciertamente por la avenida Corrientes y sus múltiples sitios para bailar y escuchar el tango. Y que el 348 se lo incrustaron como uno de los tantos trucos de los compositores en la intención de armonizar la melodía.

“Y todo a media luz” se compuso, en efecto, en la ciudad de Montevideo, Uruguay y ahí se estrenó en 1925.

Por esa fecha, Corrientes 348 era “un salón de lustrar”, descascarado por lo viejo de su pintura. De hecho el vetusto inmueble se demolió, para dar lugar a una nueva construcción en los años setentas, a la que se le colocó una placa, para orientar a los turistas internacionales que buscaban, como nosotros, conocer aquel fascinante lugar al que tanto le cantó Carlos Gardel, hasta su muerte, el 24 de junio de 1935, en la ciudad de Medellín, Colombia, víctima de un trágico accidente de aviación.

“Corrientes 348, Segundo Piso ascensor.

No hay porteros, ni vecinos, adentro cocktel de amor.

Pisito que puso Maple, piano, esfera yelador.

Un teléfono que contesta, una fonola que llora.

Viejos tangos de mi flor y un gato de porcelana

Pa que no maulle el amor.

Y todo a media luz, que es un brujo el amor,

A media luz los besos, a media luz los dos.

Y todo a media luz, crepúsculo interior,

Que suave terciopelo la media luz de amor…”

Un poema hecho canción. Una canción, hecha tango, inspirada en el bullicio de la avenida Corrientes de las primeras décadas del siglo XX; pero nada que ver con el 348 de la misma calle. Un accidente, por decirlo así.

Sorpresas que se lleva uno.

Como la de Casa Blanca, en Marruecos, que será otro tema de nuestro portal www.jorgeluistelles.com.