La montaña

Mujer, pandemia y lucha

columna oscarEl mundo se transforma tanto por sus victorias

como por sus derrotas.

Luis Cardoza y Aragón

 

No se reeditó Un día sin nosotras. No con la contundencia y convocatoria de 2020. La pandemia y la crisis económica han impuesto límites a la organización y acciones en la calle; pero en compensación estuvieron presentes muchos grupos sociales y con discurso que habla de los problemas de su sector y de los que enfrenta la sociedad. Al menos fue el caso de Sinaloa. Aquí se desarrollaron actos oficiales, pero se hicieron presentes las organizaciones de carácter social, con una jornada de tres días en el estado cubriendo las ciudades de Culiacán, Mazatlán y Los Mochis.

 

La Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, colectivos de familiares con desaparecidos, organizaciones de vendedores ambulantes y desplazados por la violencia, organizaron tres importantes eventos en las ciudades mencionadas. No estuvimos solos, la destacada feminista Mónica Soto Elízaga fue la figura nacional que nos acompañó. Ella es una importante promotora por la suspensión del pago de la deuda pública y, desde luego, activista incansable por la igualdad de las mujeres en todos los campos y aristas de la vida económica, social, política, cultural y ambiental.

 

El discurso de Mónica toca los cuestionamientos que ya conocemos sobre la vida subordinada en el hogar como hijas, hermanas, esposas o madres y su aportación en la vida económica como empleadas enfrentando discriminación, desigualdad salarial, acosos, etc., pero va más allá al tocar las aspiraciones y utopías del feminismo. Y le tocó escuchar, con mucha atención por cierto, las quejas y demandas de las mujeres que hicieron presencia en cada uno de los actos: las mujeres con familiares desaparecidos reclaman mayor atención de las autoridades y cuestionan la calidad del trabajo que se realiza desde las oficinas públicas, pues la carga del trabajo de búsquedas descansa en el esfuerzo de ellas, no en el trabajo de la Fiscalía.

 

Las vendedoras ambulantes hablaron de sus problemas al gestionar sus asuntos ante el ayuntamiento, la búsqueda de una mejor vida para sus hijos a través del autoempleo al sufrir discriminación salarial en las empresas y cómo se han convertido en jefas de familia exitosa a través de su esfuerzo como comerciantes en la vía pública. También estuvieron presentes defensoras de derechos humanos haciendo análisis sobre la situación que viven las mujeres en materia de seguridad pública y como víctimas de una situación de violencia que ya cobra siete vidas en el estado de Sinaloa.

 

Mención especial merecen también las desplazadas por la violencia en el sur de la entidad. Ellas recibieron a Mónica en el fraccionamiento de los desplazados en Mazatlán. Hay una dolorosa narrativa en sus intervenciones, pues su salida de las comunidades de origen no fue grata. Dejaron tierra, bienes, animalitos y querencia. Y no faltaron quienes huyeron de sus pueblos sin poder sepultar a familiares que la violencia del momento había asesinado. Así con la amenaza de más muertes, sin más bienes que lo que tenían puestos, se fugaron.

 

En el evento de Los Mochis hicieron presencia mujeres que hacen cabeza en asociaciones de personas con discapacidad, mujeres que han sentado precedentes de lucha muy importantes al interior de la policía preventiva municipal, las rastreadoras de varios colectivos de familiares, destacando la presencia de Mirna Nereida, quien recibió el día 8 la medalla Norma Corona de parte del Congreso del Estado y Josefina Couriet de Saracho, que un día encarara al mismísimo Salinas de Gortari cuando visitó Topolobampo por allá a principios de los noventa del siglo pasado.

 

No faltaron los yoremes mayos, que enfrentan el despojo de sus tierras a manos de bandidos que protegieron los viejos regímenes. Allí estaba José Luis Buitimea “el Jao”, vecinos de Charay y de El Pochotal. Allí estuvo la prensa, como lo hicieron en las otras reuniones y algunos intelectuales universitarios testigos de muchas batallas en el campo de los derechos humanos y reserva moral en las luchas sociales de las mujeres de hoy. Cómo dejar de lado la presencia de la maestra Olga García en Mazatlán y de Miguel Ángel Gutiérrez, corazón y alma del movimiento de desplazados del sur o de Sarita Galaviz, la febril visitadora en la zona norte de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa. Distinguida la presencia del diputado César Guerrero y de los regidores Valle Saracho y Angie Valenzuela.

 

De las jornadas en mención bien vale la pena rescatar algunas aportaciones valiosas, como el novedoso y sesudo discurso de Mónica, del cual la opinión de más de dos de los presentes es que nos puso a los hombres como trepadero de mapaches y aparte nos dejó contentos. También se observó un sentimiento de orfandad entre las mujeres con familiares desaparecidos, porque no ha parado el fenómeno de la desaparición forzada de personas y tampoco se ha encaminado correctamente el diálogo permanente que ofreció el gobernador Rubén Rocha, por eso hubo y hay simpatías para la realización de dos caravanas de colectivos y activistas de derechos humanos por la presentación de los desaparecidos. Caravanas como la realizada hace cinco años desde El Fuerte a Culiacán. Vale.

 

 

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