El resto de la población
sintió el culatazo de la pobreza sin atenuantes.
Isabel Allende
Sin vivienda no hay arraigo. Sin techo no hay sentido de pertenencia. Sin morada solo se siente el fragor de la calle y el rugir de la selva urbana. Sin casa donde proteger a la familia, cualquier discurso de la autoridad sobre el tema nomás promueve sentimientos de frustración, si no va acompañado de acciones que construyen vivienda. El domicilio, el punto geográfico donde se nace o vive, es nuestro referente en todos los trámites administrativos. Y la aspiración más natural es que sea el patrimonio familiar. Las coordenadas donde, llueva o truene, deberán encontrarnos, los que son amigos y no, los acreedores, el SAT y mil instituciones y personajes más.
El problema de la vivienda, sin haberse resuelto satisfactoriamente nunca, ha colapsado en las últimas décadas en México. Se creó el INFONAVIT en los años setenta del siglo pasado con el fin de resolver buena parte del problema de la vivienda. Los trabajadores con seguridad social tendrían acceso a créditos y a una casita. Medio siglo después de creado el instituto y de un proceso de franco deterioro de la esencia de la institución, la crisis de vivienda se ha profundizado.
Andrés Manuel López Obrador, prometió en campaña la construcción de un millón de viviendas, porque ese era el diagnóstico que pusieron en sus manos los asesores. Esa cifra era lo urgente, lo que en ese momento desesperadamente se demandaba por un millón de familias que vivían de arrimadas con familiares o que sobrevivían en las invasiones de la periferia de las ciudades. Todo ello sin contar con los pobres que estudia Julio Boltvinik, esos que solo cuentan con una pieza como hogar y que la misma es sala, comedor, cocina y dormitorio a la vez. Incluyendo a los que tienen una casita de dos piezas. Y que tienen todo el derecho a aspirar a una vivienda digna.
Algunos números nos pueden ayudar a dimensionar el drama de la vivienda en México. La Población Económicamente Activa (PEA) fue en 2022 de 59 millones 900 mil personas. De ese universo productivo 31 millones y medio tienen empleo informal, es decir, trabajando carecen de seguridad social. Representan el 55.6 por ciento de la fuerza productiva y la posibilidad de obtener una casa para vivir a través de un crédito, por definición es imposible, pues los ingresos son inciertos, de muy bajo nivel y no son sujetos de crédito, exceptuando para cosas menores como enseres domésticos y cosas similares.
Las entidades federativas crearon instituciones que procuraran vivienda y reservas territoriales para gente pobre en los estados. En Sinaloa se llamó INVIES y ahora CVIVE. Y sus historias no van más allá de haber terminado a la cola de los grandes intereses de los fraccionadores. Las ciudades crecen en Sinaloa y en todas las entidades sin que los organismos que deben ser directores de su desarrollo diseñen la expansión de la mancha urbana ajenos a los intereses de las inmobiliarias. Ni reservas territoriales disponibles tienen el CVIVE y los ayuntamientos.
Y ante la ausencia de reservas territoriales y de fondos para la construcción masiva de vivienda popular, en las ciudades cunden las invasiones de terrenos para levantar una vivienda donde vivir. Mazatlán y Culiacán cuentas decenas de esas invasiones por gente que viven condiciones precarias. El desalojo, la acción represiva, en buena medida avaladas por decisiones de jueces, no resolverán el problema. La autoridad estatal está obligada a buscar una salida que vaya encaminada a resolver realmente la carencia de un techo para esos ciudadanos que el Plan Estatal de Desarrollo identifica como pobres: uno de cada tres sinaloenses.
A partir de la semana pasada empezaron un meritorio esfuerzo el Movimiento Amplio Social Sinaloense (MASS), Rastra Campesina Sinaloense (RCS), Movimiento de Unidad Socialista Sinaloense de Mujeres (MUSS-Mujeres), Apagando Fuego (AF) y el Colectivo de Derechos Humanos (CDH). Una tarea inmediata es constituir la Coordinadora Estatal por el Derecho Humano a la Vivienda y Reservas Territoriales. De entrada, tienen presencia en los municipios de Mazatlán, Concordia, El Rosario, Culiacán y Guasave. En las próximas semanas seguramente se ampliará su activismo al resto de los municipios del estado.
La presentación de la Coordinadora Estatal ante la sociedad, tanto de los que tienen como los que carecen de vivienda, será dos marchas simultáneas en Mazatlán y Culiacán el próximo día domingo 5 de febrero, mientras Guasave buscará hacer lo propio, de acuerdo a las circunstancias de su naciente movimiento. ¿Por qué el día 5? Porque es el aniversario 106 de nuestra Constitución Política, que en su Artículo 4° consagra el derecho a una vivienda digna y decorosa. De alguna manera esa masa de los sin casa fue parte del tsunami electoral de 2018 que reclamó en las urnas una verdadera transformación del país. Y con todo el derecho del mundo hoy reclama que se haga realidad ese viejo y frustrado sueño de tener un techo donde vivir, con todas las de la ley. Suerte para el movimiento por el derecho humano a la vivienda. Vale.
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Twitter @Oscar_Loza