La montaña

A casi un año del 9 nos mueve

columna oscar

Somos nosotros los náufragos y tenemos que evitar ahogarnos

y reconstruir nuestra nave hundida.

Enzo Traverzo

 

Volverán a manifestarse de una y mil maneras. Sí, las mujeres que convocaron a la histórica jornada “El 9 nos mueve” en marzo de 2020, vuelven a la carga. Y lo hacen con más demandas en sus alforjas, pues la pandemia ha resultado más cruda y contundente en la humanidad de las mujeres. Así lo demuestran las investigaciones de la CEPAL y organismos de protección a las mujeres trabajadoras en los Estados Unidos. Este domingo 7 y lunes 8, en la medida que lo permita el Covid-19, habrá un sin número de manifestaciones y reclamos de las mujeres mexicanas.

 

Las marchas quizá no sean tan masivas como las del año anterior, ni tengan el impacto económico del paro al que se convocó el año pasado, pues las condiciones dieron un giro de 180 grados en muchos aspectos, pero pondrán sobre el conocimiento público el agravamiento de las condiciones existenciales en el hogar, en el trabajo y en la vida pública. Adelantemos un resumen: en el comercio ambulante son mayoría y en muchos de los trabajos artesanales, como corte y confección de ropa, panadería, tamales, entre otros. Y fue allí donde los golpes bajos de la crisis se resintieron con mayor dolor.

 

La pandemia ha significado una contracción de dichas actividades, sin que la política pública de créditos a la palabra haya llegado a la mayoría de esas mujeres. Señalando que, de los 2 millones 335 mil trabajadores domésticos mexicanos, unos dos millones son féminas (95%). Durante el confinamiento las empleadas domésticas fueron enviadas a sus casas sin pago de salario y las mujeres autoempleadas vieron empequeñecido su mercado y sus ingresos a niveles desconocidos hasta entonces.

 

Hay otras mujeres que ni la pandemia detuvo es sus actividades, hablamos de las que buscan a sus seres queridos que están desaparecidos. Ellas navegan también con otras “malarias”, como dice mi madre: las amenazas y presión de los delincuentes que no quieren que se descubran las fosas clandestinas que guardan los restos de los desaparecidos y la negligencia de las autoridades en la investigación de esos hechos y la inexplicable parálisis en materia de prevención del delito de desaparición forzada de personas. También están las desplazadas por la violencia, que sufren la peor parte de este fenómeno, pues en esas condiciones extraordinarias se convierten en las proveedoras de alimentos y en las que dan protección a sus hijos y los adultos mayores de la familia.

 

―Debemos poner la salud del planeta en el centro de todos nuestros planes y políticas. La economía es clara. ―Dijo recientemente Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, en el Informe que presentó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el pasado 18 de febrero. En el mismo se contemplan las consecuencias de tres emergencias ambientales interrelacionadas: crisis climática, pérdida de biodiversidad y contaminación. Y urge a una acción colectiva planetaria para reparar al menos parte del daño que le hemos infligido a la naturaleza.

 

―El modelo de acumulación social darwinista imperante se ha convertido en una especie de altar mayor, en el que todos adoramos en nuestra frenética carrera a lo que percibimos como la cima. ―Dice Roland Ngam, de Montlhy Review. Y además de las consecuencias mencionadas, se hacen presentes las de carácter económico: allí está la profunda recesión que se impuso al mundo, exceptuando la economía china. En especial destaca la caída de la economía mexicana y la inglesa, que rondan el 10 por ciento.

 

Y aunque las vacunas bailan al son de los grandes negocios de laboratorios y farmacéuticas, las muertes por Covid-19 han mermado su ritmo. Ojalá que los esfuerzos de la ONU por una distribución más humana de la vacuna den sus frutos y se siga ganando terreno contra la pandemia. Pero, aunque apenas se desbroza una pequeña brecha, ya se anuncia que los días de asueto de Semana Santa pueden crear una tercera ola de contagios, pues nuestra conducta suele marchar a contrapelo de las indicaciones más elementales del protocolo sanitario. Sobre todo en épocas especiales. Y la llamada Semana Mayor lo es.

 

Hay números que debemos mantener frescos en la memoria y recordárselos a los olvidadizos miembros del Congreso de la Unión: la deuda interna del país en 2020 llegó a los 7 billones 711 mil millones de pesos y las obligaciones externas cerraron en 221 mil 522 millones de dólares. Los dos renglones de esa deuda, sin contratar nuevos créditos, implicaron un crecimiento de un billón 103 mil millones de pesos en 2020. Tendremos Covid-19 para rato y no podemos seguir pasivos ante la dolorosa realidad que implica el cumplimiento puntual del pago del servicio de la deuda por 724 mil millones de pesos, mientras el presupuesto de todo el sector de Salud Pública, incluidos IMSS e ISSSTE, sólo asciende a 667 mil 236 millones de pesos. Si hemos de apostar por la recuperación de la salud y de la economía, tenemos que influir en la orientación del presupuesto 2021. Vale.

 

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