La visión de los políticos no suele pasar de la próxima elección.
Mario Bunge
¿Qué retos nos lanza la tercera oleada del Covid-19? La situación que nos plantea no es para entrar en pánico, pero tampoco para creer que no pueden volver los altos niveles de contagio.
La Organización Panamericana de la Salud, llamó la atención al Gobierno federal sobre el crecimiento de los contagios en Quintana Roo, Yucatán, Baja California Sur, Campeche, Veracruz y Sinaloa. Y la recomendación puntual es que se apliquen las medidas sanitarias conocidas por todos. Es cierto que el crecimiento de casos en las penínsulas de Yucatán y Baja California superó el 24 por ciento, pero nadie garantiza que el resto de las entidades federativas en observación no se agrave a ese nivel.
Lo que padece África hoy no debe pasar como una pequeña angustia que se sufre al otro extremo del planeta, pues en la medida que cobran vida más variantes del Covid-19, se les retrasan las vacunas y los hospitales se ven rebasados, la situación empeora. La preocupación se extiende a Brasil y a la India, hablando de países pobres, donde aparecieron algunas de las variantes más poderosas, pero Europa y los mismos Estados Unidos manifiestan su mortificación ante las variantes con mayor capacidad de expansión y de letalidad. Esas parientes del Covid-19 dejaron los nombres de pila originarios y han tomado por asalto el alfabeto griego, de acuerdo a la capacidad de contagio y letalidad: ahora son Alfa, Beta, Gamma, Delta, Lambda, etc.
Hay cientos, miles de variantes (Dr. Wesley Long), pero son cuatro las que más dolores de cabeza están dando: Alfa, de cuna inglesa, que ya se expandió a cuando menos 164 países; Beta, oriunda de Sudáfrica, tiene presencia ya en 115 naciones del Planeta; Gamma, parida en las cálidas tierras de Brasil, reclama fueros en al menos 68 estados del globo terrestre; y Delta, de los olvidados barrios de la India, se le ha identificado en la geografía de 80 territorios soberanos. Las variantes Alfa y Beta están remitiendo más pacientes a los hospitales en Europa. Donde ya se quejan que otros entenados del Covid-19 toman posiciones de riesgo entre la población. Se refieren a las variantes Kappa [con referencia estrecha (linaje) a Delta], Iota (de Nueva York), Zeta (de Río de Janeiro), Eta (de Nigeria), Épsilon (de California).
La experiencia de los tumultos que vivimos en la pasada campaña electoral y las consecuencias que hoy tenemos, parecen no ser suficientes para marchar con mayor prudencia en la vida económica y política. El Puerto de Mazatlán se lanzó de lleno a recuperar su estatus de principal destino turístico en el Pacífico y disputa ya con Culiacán el primer lugar en contagios. La capital del estado endurece las medidas para controlar la situación, mientras el Ayuntamiento de Mazatlán promueve en grande el turismo y autoriza un concierto masivo de grupos norteños para este viernes 25.
Pensando en las ganancias de corto plazo, el Gobierno mazatleco pretende olvidar el costo en vidas; sin sacar las cuentas de mediano plazo: nuestras relaciones de intercambio son principalmente con Estados Unidos. En la medida que se empeore la situación del Covid-19 el Gobierno norteamericano puede influir para que sus turistas no visiten Mazatlán y seguir posponiendo las visitas “no esenciales” a su territorio. Con lo que se multiplicarían las pérdidas económicas y las más sentidas: el sacrificio de vidas humanas.
¿Cómo va la economía? De acuerdo al Banxico y Hacienda se avanza por la ruta del 4.3 por ciento de crecimiento de económico para 2021. No está nada mal si se toman en cuenta las circunstancias que se derivan de la pandemia y de la crisis que se le adelantó desde 2019. Pero tenemos un problema adicional: la desigualdad económica y social se profundizó durante estos aciagos meses de Covid-19. De acuerdo al Informe Regional de Desarrollo Humano del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), en México el 10 por ciento de la población concentró el 59 por ciento de los ingresos nacionales, en tanto el 1 por ciento (los más ricos) se quedaron con el 29 por ciento de la riqueza nacional entre 2000 y 2019.
La pandemia le ha agregado parte de la pimienta que contiene esa picante desigualdad. Un desafío que se ha postergado es que en el presupuesto de egresos el Estado mexicano debe replantear el destino de los recursos: determinar entre seguir pagando una dolorosa deuda sin mirar legalidad, legitimidad o moralidad de la misma o renegociarla y priorizar el uso de esos recursos para el crecimiento y estrechar la brecha de la desigualdad.
Mientras tanto, seguimos lamentando que uno de los sufridos renglones de la crisis humanitaria: la desaparición forzada de personas, sigue su marcha impune cobrando víctimas a diario. Las efemérides nos hablan de un acumulado de hechos y de una memoria que no se rinde a pesar del tiempo y de la salud de los familiares. Este 26 de junio conmemoramos 6 años y 9 meses de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa y el día 30 los 25 años del Caso Las Quintas. En uno y otro caso el derecho humano de conocer la verdad de lo que pasó aún no es posible. Tampoco la justicia ha sentado sus reales. El Estado sigue en deuda con los familiares y la sociedad, ¿hasta cuándo? Vale.
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