La montaña

Economía social, alternativa ante la crisis

columna oscarUn planeta cada vez más sobre las rodillas

Luis Cardoza y Aragón

 

Se declaran antineoliberales sin abandonar el credo de Mont Pelerin y sus nefastas prácticas. Lo afirmo porque no veo cambios en las políticas públicas de las administraciones municipales en Sinaloa. Medidas que dibujen un nuevo rostro, una forma distinta de concebir la economía social y la irrupción de los pobres como verdaderos actores en la gestión de la vida económica regional. Parece que se sigue pensando en la masa del pueblo como personas menores de edad, con un papel de cierta relevancia en época electoral, pero que debe permanecer ajena a la conducción de la vida pública y de su propio destino.

 

Las crisis profundas sacuden hasta los cimientos las estructuras de naciones poderosas y sus sociedades. La actual pandemia obligó a Emanuel Macron a declarar que el peor error había sido privatizar los bienes públicos, en especial el sistema de salud pública. La crisis sanitaria nos tomó, por ese error mencionado, sin la estructura hospitalaria adecuada ni los recursos necesarios y con la investigación farmacéutica estancada. En el caso mexicano la historia no es diferente. Los gobiernos neoliberales se emplearon a fondo para privatizar todos los bienes públicos que pudieron. Sólo han sobrevivido famélicos y maltrechos Pemex, la CFE, el IMSS y el ISSSTE. Y el servicio municipal de aseo y limpia, porque no se había visto a la basura como negocio.

 

En 2018 el pueblo irrumpió en las urnas con una determinación muy precisa: cambiar de raíz muchos de los rezagos en materia económica y políticas públicas. No todos los beneficiarios de esa irrupción lo entendieron así o al menos su conducta nos habla de cambiar parte de la fachada para que el fondo siga igual: el viejo régimen de injusticias y de unos pocos privilegiados. Pensemos en el servicio de la recolección de basura y su reciclaje (industrialización). No faltaron acuerdos en los últimos gobiernos municipales con empresas privadas para cubrir parcial o totalmente el servicio de recolección, sin que hayan aportado nada en lo referente al trato de reciclaje de los materiales sólidos de desecho.

 

A pesar de que en Culiacán hay una cooperativa de pepenadores que han ayudado al trato productivo de una buena parte de la basura, el ayuntamiento llegó a un contrato con una compañía privada para la recolección de una parte de la basura y dio las facilidades para que tuviera su propio basurón. No lo llamaría relleno sanitario, porque ni estamos seguros que cumpla con la norma oficial y porque no recicla un solo gramo de plástico, papel o metales. La cooperativa tiene ya dos generaciones y una gran calificación en el manejo de residuos sólidos, pero todo eso no tiene méritos ante la nueva administración municipal, cuya formación nunca estuvo cerca de los sectores vulnerables.

 

La filosofía de la llamada Cuarta Transformación es muy clara en cuanto a favorecer a los sectores excluidos del desarrollo económico y social, lo que vuelve inexplicable seguir impulsando la privatización de bienes públicos como talleres municipales y el servicio de la basura. No se piensa en las posibilidades de una economía social, en el pensamiento oficial sólo cabe la existencia de la empresa privada (si es extranjera mejor) como receptora de un servicio público.

 

Ahome y Guasave presumen estar en tratos con empresas privadas para atender el tema de la basura. Me puedo explicar que presidentes municipales como Estrada Ferreiro y Gerardo Vargas, de extracción conservadora (priísta) no tengan otra idea, porque su mundo de origen es el de los negocios, pero me llama la atención que el doctor Martín Ahumada Quintero, busque la misma alternativa que sus colegas mencionados. Martín es hermano de Audómar y militante de la izquierda por muchos años, ¿qué pasa en él que no rescata el artículo primero de la declaración de principios de su partido? “El cambio verdadero del país comienza por cambiar la forma tradicional de intervenir en los asuntos públicos”.

 

Llamo la atención en dos cosas más: el Senado de la República recién aprobó una iniciativa de Ley de economía circular, que debe pasar aún por la aprobación de la Cámara de Diputados. La gran aportación de la iniciativa es que busca terminar con el modelo económico lineal, ese que caracteriza lo que hoy hacemos: producción, consumo y desecho, lo que lo vuelve insostenible. La economía circular busca conseguir que los productos y sus componentes mantengan su utilidad y valor, constituyendo un círculo continuo de desarrollo sustentable en la conserva y mejora del capital natural, optimización y mínima utilización de los recursos finitos. Vida más larga a los productos y menos emisión del CO2 que hoy envenena al planeta y sus especies. Urgente es también que la Ley de residuos sólidos de Sinaloa se revista de una nueva visión.

 

Es necesario valorar la vocación de los pepenadores, que en Culiacán son ya dos generaciones dedicadas a la pepena y apoyo al reciclaje, con lo que abonan más de lo que creemos al cuidado del medio ambiente y la salud de nuestras ciudades. Su trabajo significa supervivencia para muchas familias, pero por la calificación y resultados de su esfuerzo hay una contribución invaluable en materia sanitaria para el estado de Sinaloa. Espero que más voces tomen la palabra ahora que la economía social puede ser actor de primera línea en los servicios públicos. Vale.

 

 

 

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