En la raya

E.U.A: ¡No Kings!.....los rechazos al autoritarismo

columna joseluisBien dice nuestro amigo Felipe Guerrero, sin matices ni contratiempos: hemos llegado a la alarmante conclusión de que México está sumido en una dictadura. En estos tiempos, podemos afirmar que nos encontramos en una era reminiscentes de la prehistoria del país, donde las instituciones son débiles o sometidas por gobernantes todopoderosos, semejantes a caciques que se erigen como reyes absolutos. Este fenómeno no es exclusivo de nuestra nación; países vecinos, como los Estados Unidos, enfrentan luchas internas para frenar el despotismo.

 

Las manifestaciones populares son un recordatorio poderoso de que la sociedad no se quedará en silencio ante las injusticias. Un claro ejemplo de esto ocurrió el pasado 14 de junio, cuando más de 200 ciudades estadounidenses se llenaron de voces que gritaban "No kings", como respuesta al intento del presidente Donald Trump de celebrar su cumpleaños con un evento que lo blindaba de la crítica popular. Lo que comenzó como una celebración rápidamente se transformó en una expresión de resistencia contra las pretensiones autoritarias de un líder cuya popularidad ya había caído al 40%.

 

La irritación social en Estados Unidos, alimentada por las políticas de deportaciones indiscriminadas impulsadas por Trump, ha sido palpable. Afecta no solo a los cerca de 40 millones de latinos que habitan en el país, sino a la sociedad en su conjunto. La consigna "Votamos por expulsar a los criminales, no a los trabajadores", que resonó en las calles, refleja un creciente sentir entre aquellos que antes apoyaban al presidente, pero que ahora se sienten traicionados por su enfoque errático y deshumanizante hacia la migración.

 

A medida que las protestas crecían en intensidad, el gobernador de California, Gavin Newsom, tuvo que tomar medidas drásticas, poniendo en alerta a todas las policías locales contra la Guardia Nacional enviada por Trump. Este acto de desafío no solo subrayó la tensión existente entre el gobierno federal y estatal, sino que también evidenció la polarización creciente dentro del país. Acusado de violar la Constitución de los Estados Unidos y las leyes locales, Trump se encontró en una situación complicada cuando afirmó que, con ley o sin ella, se ejecutaría su orden.

 

El clima de crispación social también se ve agravado por los efectos económicos de sus decisiones. Los temores de una recesión empiezan a acechar, y los síntomas son evidentes: inflación en aumento, pérdidas de empleo y cierres de importantes cadenas comerciales. El impacto de sus aranceles ha trastocado la valiosa cadena de suministro estadounidense, especialmente en la industria automotriz, un pilar de la economía nacional. Este entorno hostil ha comenzado a generar un distanciamiento entre Trump y algunas de las organizaciones que inicialmente lo respaldaban, lo que señala un debilitamiento de su base de apoyo.

 

En medio de este caos político y económico dentro de Estados Unidos, surge una pregunta crucial: ¿qué sucederá con la batalla que libra Donald Trump? Su relación económica con México jugará un papel determinante, y la estrategia que adopte dependerá de cómo logre maniobrar en un contexto donde su autoridad está siendo cuestionada tanto interna como externamente.

 

A medida que nos adentramos en esta nueva etapa, es fundamental observar no solo el panorama en Estados Unidos, sino también cómo esta inestabilidad repercutirá en México. La actual mandataria mexicana, atrapado en su propio juego de poder, deberá lidiar con un presidente estadounidense que ha demostrado ser un verdadero troglodita, capaz de descontar cualquier principio de humanidad para perseguir sus propios fines. En este contexto, la búsqueda de un camino hacia un futuro más democrático y justo parece más incierta que nunca, tanto en México como en la nación vecina.