En un contexto global marcado por reacomodos estratégicos y un aumento constante de la competencia económica, el gobierno de México parece estar finalmente desatando las fuerzas necesarias para modernizar su infraestructura industrial. Después de un prolongado bache de siete meses en los que el plan México se mantuvo estático, el panorama ha comenzado a transformarse. Esto es particularmente significativo en un momento en que la interconexión entre naciones y economías se intensifica, colocando a México en la necesidad urgente de elevar su competitividad.
La reciente reunión del 17 de junio para constituir el convenio de colaboración del Comité Educativo de Minería México 2025 marca un hito importante en esta nueva etapa. Este evento, al que asistió el rector de la UAS, Jesús Madueña Molina, es un claro indicio de que la colaboración entre el gobierno, empresarios, inversionistas y universidades está tomando forma. La minería, como uno de los pilares productivos de la economía nacional, se convierte en el eje central para desarrollar un sistema interrelacionado de producción y logística que impulse el crecimiento nacional.
El secretario de economía, Marcelo Ebrard, fue enfático en sus declaraciones sobre la necesidad de adaptarse a una realidad geopolítica en constante cambio. La transición de un mundo unipolar a uno multipolar implica que México no puede darse el lujo de permanecer rezagado. Las condiciones económicas actuales exigen un enfoque proactivo: elevar la producción nacional, proteger la autosuficiencia energética y alimentaria y asegurar el acceso a minerales que son esenciales para sostener y desarrollar las industrias del país.
Ebrard subrayó que el entorno internacional es cada vez más competitivo y tenso, lo que debe traducirse en decisiones estratégicas por parte de México. Bajo este nuevo paradigma, los intereses nacionales deben primar, y es evidente que depender de importaciones de minerales en un contexto de creciente rivalidad política podría ser un error fatal. La claridad con la que Ebrard plantea la problemática es un llamado a la acción y un recordatorio de que el tiempo de inacción ha pasado.
El convenio firmado por la UAS no solo simboliza un compromiso con la educación y la formación en el sector minero; representa una integración de esfuerzos que busca dotar al país de las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos del siglo XXI. La participación de diversas instituciones académicas y empresariales es vital para crear sinergias que fortalezcan la estructura logística y productiva del país. La creación de 116 parques industriales en el corredor transístmico y la construcción de 13 nuevos trenes de ferrocarriles son ejemplos concretos de cómo el gobierno está apostando por un desarrollo encaminado a mejorar la conectividad y facilitar el transporte de carga.
Es crucial recordar que el éxito de estas iniciativas dependerá de la cooperación entre todos los sectores implicados. El esfuerzo de la UAS es un paso adelante, pero se necesita la participación activa de otros actores, desde gobiernos estatales hasta organizaciones empresariales y la comunidad científica. Es un momento de unión y colaboración en beneficio del futuro de México.
El compromiso del gobierno de la República de relanzar al país en este nuevo escenario mundial es una señal alentadora. Sin embargo, el verdadero desafío radica en la ejecución efectiva de estas estrategias. Que la UAS y otras instituciones sigan aportando sus esfuerzos será fundamental para garantizar que el plan México no sea solo una hoja de ruta, sino un camino palpable hacia un futuro más próspero y competitivo. En este sentido, el desarrollo del sector minero y su vinculación con la industria son claves para que el país alcance su máximo potencial en un mundo que no espera a nadie.