COLUMNA PALCO PREMIER DEPORTES JORGE LUIS TELLESok

 

= Combinación de diferentes factores, arrojaron el mal resultado

 

= Y eso que se presentó uno de los mejores teams de la historia

 

= Aurelio, Mario Mendoza, Paquín, Romo, López y Monge…

 

= Solo una victoria, a cambio de cinco derrotas, el saldo final

 

Con un equipo diametralmente diferente al que había ganado el título apenas unos días antes, los Tomateros de Culiacán, campeones de la temporada 1977-1978 de la Liga Mexicana del Pacífico, saltaron al campo de juego del estadio “Teodoro Mariscal” de la ciudad y puerto de Mazatlán, aquella fresca tarde invernal, para lo que era, apenas, su primera serie del Caribe. Esto, ocho años después de la resurrección del clásico caribeño, en 1970.

 

Era un sábado 04 de febrero de 1978 y con la apertura de la Serie del Caribe (la segunda que se realizaba en suelo mexicano), también iniciaba el carnaval internacional de Mazatlán. O sea: había fiesta por todos lados en el puerto sinaloense. Tomateros representaba a México, tras coronarse en fecha reciente, al doblegar a los Cañeros de los Mochis en una trepidante serie final. Y si le agregamos que el momento estelar vino con el cuadrangular de Jesús Sommers sobre Bruce Kevin Stanfield, entonces usted ya tiene al antecedente completo.

 

Aquella carnavalera tarde, los miles de aficionados que habían hecho el viaje desde Culiacán hasta Mazatlán – parcialmente culpables del gran lleno en el parque – quedaron perplejos, cuando fueron testigos de la alineación presentada por el manager Raúl Cano, para hacerle frente a los Leones de Caracas, monarcas de la liga venezolana de beisbol invernal:

 

Paquin Estrada (Yaquis de Obregón), en la receptoría; Willie Aikens (Yaquis de Obregón), en la primera base; Juan Navarrete (Yaquis de Obregón), en la segunda; Aurelio Rodríguez (Cañeros de los Mochis), en tercera; Mario Mendoza (Mayos de Navojoa), en el campo corto; Rommel Canada, en el jardín derecho; Jerry White, en el central y Ike Hampton, en el izquierdo. El pitcher abridor: George Brunet, de los Algodoneros de Guasave.

 

En teoría, un equipo formidable, con lo mejor del beisbol de la Liga Mexicana del Pacífico. A juicio de los cronistas deportivos de la ciudad de Hermosillo, con Sergio Robles y Héctor Espino – que no fueron considerados como refuerzos – aquello hubiese sido un “dream team” sencillamente impresionante.

 

Y podían tener razón todos; pero: esos que estaban ahí sobre el diamante, no eran los Tomateros de Culiacán.

 

Aquellos peloteros que se fajaron sobre el terreno de juego, para doblegar en una tremenda semifinal a los Yaquis de Obregón – tras estar abajo 0-2 y luego 1-3 – y luego imponerse en la final a los Cañeros de los Mochis, estaban en la más dura de todas las posiciones: la banca.

 

Así las cosas, el ambiente se sentía pesado y la atmósfera irrespirable en el vestidor de Tomateros de Culiacán, tras la presentación del line up y la conversación que precede a todo partido entre el cuerpo técnico y los jugadores. Raúl Cano, el manager, era el más mortificado de todos; pero estaba convencido de que había hecho lo correcto. Era vital para el éxito de la Serie del Caribe ganar ese primer partido en el “Teodoro Mariscal”. Juan Manuel Ley, desde el palco de directivos, solo observaba con extrema seriedad.

 

Con la multitud entregada al equipo mexicano, había optimismo en un buen resultado; sin embargo, las cosas se vinieron de otro modo:

 

El veterano George Brunet estuvo muy lejos de su nivel habitual y un jonrón de Greg Pryor lo sacudió muy temprano para mandar arriba a Venezuela 3-0. Por allá en la séptima, Brunet se metió en problemas de nuevo y Raúl Cano jaló por Sid Monge – uno de sus relevistas estelares, junto con Aurelio López -; pero Monge no sacó un solo out y cuando abandonó el partido ya Culiacán perdía 7 carreras contra 3, que fue el marcador final.

 

Lo que sucedió en lo que llaman ahora casa club de los Tomateros durante las entradas finales, lo vimos solo los que estábamos ahí presentes: algunos de los peloteros marginados de la alineación inicial – entre ellos: Natanael Alvarado, Porfirio Ruiz, Joel Serna y Lauro Villalobos – se negaron a entrar al partido y hasta amenazaron con no presentarse al día siguiente, en una franca rebelión contra el manager Raúl Cano, misma que tuvo que ser desactivada por el presidente el club, Juan Manuel Ley.

 

En resumen: desilusionante el debut de los Tomateros; pero el torneo apenas comenzaba y un día después, el domingo de Carnaval, el estadio fue insuficiente para la demanda de los aficionados. Daba la impresión de que todo Culiacán se había desplazado ese día a Mazatlán, en un trayecto de más de tres horas, a través de la vieja carretera federal número 15.

 

Las cosas, sin embargo, siguieron mal para el manager Raúl Cano; para los campeones de la Liga Mexicana del Pacifico y para los Tomateros de Culiacán.

 

Mario Mendoza había salido lesionado en el primer juego y fue baja por el resto de la Serie del Caribe. Y en un intento de ganar poder ofensivo, Cano movió a Aurelio Rodríguez al campo corto – posición que en definitiva no era la suya –; descongeló a Jesús Sommers para colocarlo en la tercera y puso en primera a Clarence Jones, sobreviviente del segundo campeonato de la franquicia en 1970. Sommers estaba semi castigado, tras un airado reclamo público al mismo Juan Manuel Ley, durante la cena del campeonato, en el hotel Executivo.

 

En estas circunstancias, calurosamente respaldados por el público, unos Tomateros de Culiacán más sueltos, seguros y decididos, le dieron tórrida batalla a los Indios de Mayagüez, con un Vicente Romo inspirado desde el centro del diamante; pero a final de cuentas México cayó 1-0. Un parpadeo de Vicente Romo, apenas en el segundo episodio, le costó el partido: ya con dos outs, Ramón Avilez se embasó con hit dentro del cuadro, Richard Sweet recibió la inicial por bolas malas y Edgardo Romero, el último en el orden, le conectó imparable productor al jardín izquierdo.

 

En el tercer juego, un lunes de carnaval, Tomateros perdió 3-0 ante Aguilas de Cibao y eso lo eliminó, demasiado temprano de la Serie del Caribe Mazatlán-1978. Dentro de lo amargo del nuevo descalabro, lo rescatable fue deleitarnos con el beisbol de los dominicanos, quienes mandaron al terreno de juego a gente de la categoría de Miguel Diloné, Rafael Landestoy, Richard Davis, Rico Carty, Taylor Duncan y Jesús Rojas Alou. Nomás.

 

Bajo estas condiciones y ya fuera de la contienda campeonil, Tomateros dio alegría grande (en el último día del Carnaval) al derrotar 7 carreras contra 2 a los Leones de Caracas a pesar de que tuvieron a su alineación de lujo: Vic Davalillo, Manny Trillo, Robert Molinaro y Baudilio Díaz, entre otros. Mucho culichi fue rescatado, con la luz del sol, del malecón mazatleco.

 

En suma, bien recibida y mejor celebrada esta victoria de Tomateros; lamentablemente las aguas volvieron a su cauce: derrotas de 9-3 ante Puerto Rico – a la postre el campeón – y de 5-4 ante las Aguilas del Cibao, para empujar a México al fondo de la tabla, con marca final de 5-1.

 

Nada para escribir a casa, suelen decir los peloteros, cuando las cosas van mal.

 

Y a Tomateros de Culiacán le fue mal en su presentación en Series del Caribe, en Mazatlán-1978 y todavía peor en Venezuela-1983, cuando acudieron al compromiso exclusivamente con jugadores nacionales; sin embargo, a partir del 83 los números comenzaron a mejorar gradualmente, de tal modo que, hoy día, Tomateros tiene números negros en la competencia, más dos campeonatos y cuatro segundos lugares, en un total de diez presentaciones. Parece fácil. Claro que no lo es.

 

Con este tema volveremos después.

 

Si le parece, amable lector…

 

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