= Alineó en el primer juego de la Liga de la Costa, en Culiacán.
= Ocupó la segunda base y el segundo turno en el line up
= “No pudimos contra Julio Alfonso, nos blanqueó 2-0”
= También ese día debutó, como cronista, Agustín D. Valdez
Fallecido hace un par de días, a la gloriosa edad de 92 años de edad, Gilberto Villareal formó parte de la alineación titular de los Tacuarineros de Culiacán, en su primer partido, en casa, de la primera temporada de la legendaria Liga de la Costa del Pacífico. Esto, un sábado, 27 de octubre de 1945, en el estadio Universitario, en las inmediaciones del emblemático edificio central de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
-Los gringos que había anunciado la directiva, no llegaron a tiempo, así que el “Chory Arroyo” mandó al campo de juego a puros peloteros mexicanos y muchos de ellos originarios de aquí, de la región – nos dijo “Gilillo Villareal”, en una de las escasas ocasiones en que tuvimos oportunidad de abordar algunos puntos relacionados con su extraordinaria carrera como beisbolista.
“Gilillo” ocupó su posición habitual, la segunda base; “Chapito” Sánchez, en la primera; David Lorón Ocampo, en la tercera; Blas “La Máscara” Guzmán, en el campo corto; Jesús Mora, en la receptoría y Jesús “Mu” Nuñez, Manuel Morales y Francisco Sosa, en los jardines.
Guadalupe Ortegón abrió ese primer partido por Culiacán, frente a los Ostioneros de Gaymas, por quien lanzó Julio Alfonso. Carlitos López Alvarado fue el ampáyer principal.
-Te digo, jugamos prácticamente con puros peloteros locales y Guaymas pues ¡traía un equipón! Julio Alfonso era el mejor pitcher del beisbol mexicano en aquel momento y nos tiró una banqueada: perdimos 2-0 – redondeó Villareal su información.
Y si. No fue justificación ni tampoco nos mintió “Gilillo”, cuando nos dijo que los Ostioneros de Guaymas eran un ¡equipón!
Lo eran, realmente.
Este fue el line up presentado por Agustín Bejarano, el manager de los Ostioneros: Ambrosio Camacho, en la segunda almohada; Salvador Vargas, en el terreno corto; el propio Bejarano, en el jardín central; Filomeno Ríos, en la tercera base; Alfredo “Moscón” Jiménez, en el prado derecho; Manuel Ríos, en la primera base; Joaquín Robles, en el jardín izquierdo y Julio Alfonso, el lanzador.
Tras dos horas y 14 minutos de acción – los juegos tenían corta duración en esa época -, el encuentro concluyó con el marcador citado, ante la desilusión de los aficionados que llenaron aquella tarde el pequeño estadio universitario.
-Nos sentimos tristes porque queríamos comenzar con una victoria; pero no pudimos contra Julio Alfonso, por más que lo intentamos – apuntó “Gilillo” con su sonrisa melancólica.
Y efectivamente, siempre es altamente satisfactorio iniciar con el pie derecho torneos tan importantes, máxime que éste sería, con el paso del tiempo, una de las Ligas de más prosapia en territorio nacional.
Hay, por supuesto, un antes y un después de la Liga de la Costa del Pacífico. En Culiacán y en todas las plazas del Noroeste del país.
¿No?
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Por cierto.
Ese juego, del 27 de octubre de 1945, marcó el inicio de otra carrera rutilante; pero como cronista deportivo en el área radiofónica: la de Agustín D. Valdez.
Aún antes de su debut, la voz de Agustín ya era conocida puesto que en sus tareas en la radio, asesorado por su concuño Carlos García Rivera, se entretenía con la reconstrucción de juegos de las Ligas Mayores, a través de la XECQ, donde se le añadía sonido y músico ambiental, de tal modo que, con la habilidad de Agustín, le daba la impresión al radioescucha de encontrarse en el mismo sitio de los hechos.
Aquel primer experimento gustó y Agustín ganó, en poco tiempo, altos niveles de popularidad. Ya lo era, cuando se colocó aquella tarde en la rudimentaria caseta de transmisiones del estadio Universitario, para reseñar ese primer juego de la Liga de la Costa del Pacífico.
“En realidad – relató Heberto Sinagawa en un libro escrito especialmente para Agustín – fue un alarde de temeridad de un muchacho que se quería abrir paso al precio que fuera. En el beisbol los códigos son muy simples, lo cual no ocurre en otros deportes como el futbol. Por eso se facilita tanto la reconstrucción; pero no deja de ser una temeridad que un joven aprendiz de locutor se atreviera a tanto”.
Ese día, también nació, en su carrera Agustín D. Valdez.
Y tuvieron que transcurrir trece temporadas de la Liga de la Costa del Pacífico; cuatro de la Liga del Noroeste y treinta y dos (32) de la Mexicana del Pacífico, para que Agustín dijera adiós a su pasión, justamente 15 años antes de su fallecimiento, en octubre de 2012.
Le recordamos con cariño, afecto y admiración.
Esté donde esté…
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Y bien.
Pues “Gilillo Villareal” se nos fue. Emprendió el viaje sin retorno, a los 92 años de edad, que vivió bien, en su época dorada rodeado de esa fama que suele arropar a los grandes deportistas y que los convierte, en automático, en ídolos populares.
La verdad es que para sus 92 años, “Gilillo” se veía bastante bien. Era frecuente encontrarlo en las calles del centro de la ciudad, con su andar ya cansado, pero firme. Jamás encorvado, ni mucho menos titubeante. El beisbol era su pasión y hablarle de beisbol era iluminar su rostro, al recuerdo de las hazañas del pasado.
Aquí, en Culiacán, trabajo como entrenador deportivo en la Universidad Autónoma de Sinaloa; jugó en ligas regionales; dirigió muchos equipos amateurs y también prestó sus invaluables servicios al movimiento de ligas pequeñas de beisbol en nuestra ciudad.
Descanse en paz.
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A manera de colofón.
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Y bueno, pues que Dios los bendiga.
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