columna oswaldo villaseñorLa tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles”. Frase de Fiódor Dostoyeski.

Hoy todos lamentamos lo que sucede. Pero nadie exige. Ese es el mayor cambio social que generó el gobierno de la 4T. Y no se trata de una postura política contraria a dicho movimiento; eso sería lo menos lamentable. Se trata de una dolorosa realidad.

Pareciera que a los mexicanos se les olvidó o se les prohibió exigir cuando llegaron al poder los que siempre se la pasaron exigiendo.

Hoy no hay exigencias, pero sí muchas lamentaciones por todo lo que pasa en este país y en sus estados.

En Sinaloa y en todo México todos nos lamentamos, pero nadie exige. Los líderes empresariales, contrapesos del poder por excelencia durante muchos años y exigentes por naturaleza, hoy solo lamentan lo que a sus agremiados les pasa, pero no exigen nada por temor personal de dejar de recibir los contratos que recibe de dependencias del gobierno. Entonces lo más fuerte que vocifera es un simple lamento por lo que les sucede. Exigencias, ni soñar. No están locos.

Los medios de comunicación dejaron de ser exigentes ante una autoridad que les dice que no les paga para que le peguen y si no están de acuerdo en callar, entonces que retiren sus convenios financieros que tienen con el gobierno. -Ojo no publicitarios-.

Hoy, muchos medios solo se limitan y hasta ahí llega lo permitido, a publicar e informar de los hechos fríos que suceden, pero sin ningún cuestionamiento o análisis de los mismos, menos hacer una exigencia a las autoridades de atender esos hechos y cambiar para bien la realidad.

El lamento por la sucesión de los hechos que lastiman a la gente, es lo que único que queda.

El periódico El Debate fue víctima de un hecho de violencia. Ni como afectado exigió. 7 páginas le dedicó a lamentos, narrar hechos, diagnósticos, pero ni una sola exigencia. Desde luego, lo aclaro, no es una crítica a la empresa, ni un deseo personal de que exija, -eso es asunto de cada quien- solo su ejemplo sirve para ilustrar mi análisis de hoy desde la perspectiva de una sociedad que dejó de exigir y hoy solo se limita a lamentarse.

Con los agricultores pasa lo mismo. Durante los últimos seis años se ha visto afectado por la desaparición de los programas que le daban sustentabilidad y rentabilidad al campo y le garantizaban ganancias para mantener a sus familias. Solo quedan los lamentos, pero ya se olvidó de exigir.

Quienes tuvieron el atrevimiento de hacerlo, o sea de exigir, les fue muy mal. Fueron perseguidos por quienes tienen la obligación de atenderlos y luego sancionados por una ley que así sí, es ley para aplicar.

La gran mayoría de la sociedad, solo vio, observó, analizó y luego se lamentó. Exigir ya no es lo de hoy.

Transportistas y muchos otros sectores han sido víctimas de extorsiones, cobro de piso y hasta de sustitución de sus negocios, pero no les quedó más que lamentarse de su suerte e impotencia. Exigir ya no se puede.

Así poco a poco en los últimos seis años, el exigir se volvió un privilegio para el gobierno y un pecado para el pueblo. Un atrevimiento a exigir por parte del pueblo, se paga caro.

Todo mundo en Sinaloa y en México es víctima de la violencia. Todos ven a los delincuentes y son víctimas directas o indirectas de sus actos. Pero a la hora de exigir al gobierno que cumpla con su obligación de garantizar paz y seguridad, todo se vuelve invisible. Nadie vio ni ve nada mejor. Lamentarse, es lo único que queda.

La sociedad sale a la calle a manifestarse y pedir por el regreso de la paz. Pero se la pide a Dios en su rezo, pero no se la exige al gobierno que es el obligado de garantizarla aquí en la tierra. El lamento por la situación que se vive, es lo único que se expone.

Así, hoy el narco y el gobierno son los nuevos intocables. Uno no toca otro y el otro no toca al uno.

Ambos conviven y coexisten como un poder compartido, mientras a la mayoría de la gente solo les queda lamentarse cuando les toca la mala suerte de ser la víctima del gobierno o de sus aliados.

Esa es la realidad de hoy en Sinaloa y en todo el país.

El lamento de un pueblo herido que ya no tiene “fuerzas” para exigir.

Pero hasta el lamento se irá callando poco a poco hasta que desaparezca. La máxima de que si el pueblo no protesta y no está en la exigencia en las calles, es sinónimo de que todo está bien, se seguirá imponiendo.

Es por eso que nuestro gobierno dice y repite que todo está muy bien, que todo está bajo control, porque efectivamente así es. No se ve a nadie exigir ni protestar.

Todo está bien. El gobierno tiene razón y quien diga lo contrario, es que se trata de un detractor que perdió los privilegios que antes tenía.

Exigir fue un privilegio que efectivamente se tenía en el pasado reciente, pero que ahora solo conservan los que están en el poder y que llegaron a él, precisamente exigiendo.

¿Y qué sigue?

Habrá que estar pendientes.

PASO A PASITO.-La violencia continúa en Culiacán y algunos otros municipios de Sinaloa. Pero sabe qué, no pasa nada. Solo hay que lamentarse por los caídos de la última jornada del día de ayer. No hay que exigir nada y hay que ser feliz.

Hoy es un día especial. Anótelo y sin lamentos.

OTRO PASITO.-Ayer estuvo en Los Mochis, Paola Gárate, presidenta del PRI en Sinaloa. Vino a darle el respaldo a Mingo Vázquez quien sigue en la lucha jurídica por tratar de anular la elección que perdió ante Gerardo Vargas.

Por lo pronto, Gerardo Vargas sigue firme como el alcalde electo de Ahome. Ganó la elección, ganó el pleito en el Tribunal Electoral de Sinaloa y ahora en el Tribunal Regional. Falta ver qué sucede en El Tribunal Federal que es la última instancia.

PASITO CHÉVERE.-

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