La montaña

La emergencia de julio

columna oscarLa magnitud de los cambios es tan descomunal

que está deformando la geografía de la vida

y constriñendo las posibilidades del futuro.

Andreu Escrivá

 

Cuando coinciden más de dos elementos graves, bien puede llamarse emergencia o crisis. Y como estos han hecho vértice en este mes que recién finalizó, también podemos denominarlo la emergencia de julio. Es una coyuntura en la que se mezclan problemas económicos, políticos y del renglón de seguridad que ponen a prueba la experiencia y el buen juicio para el gobierno de Rubén Rocha Moya. Desde hace varias semanas se arrastran desencuentros con productores de maíz, sin que se otee una solución final a los endémicos problemas del sector agrícola. Contratiempos que se agravan al correr el tercer año con una desesperante sequía que oscurece el horizonte para Sinaloa, que ha sido el granero tradicional del país.

 

Entre otros elementos que dan cuerpo a la emergencia hay un conflicto que se alarga, sin tiempo y sin consideraciones, entre los administradores de la Universidad Autónoma de Sinaloa y los poderes Ejecutivo y Legislativo, el cual mantiene una tensión que invita a pensar en que no habrá una conciliación, sino una salida en la cual se impondrá una parte. Y por si ello fuera poco, el día 25 de julio, en uno de esos jueves de miedo para Sinaloa, se dieron dos acontecimientos que profundizan esa crisis de la que hablamos y ponen en estado de alerta a las autoridades locales y federales, en prevención de las consecuencias que pueden ahijar.

 

Ese jueves 25 fue detenido Ismael Zambada García “el Mayo”, junto a Joaquín Guzmán López “el Güero Moreno”, hecho en el que sobran especulaciones sobre presunta traición de este último en el evento de detención. Más allá de si son ciertas o no dichas versiones. Lo que tenemos que aceptar y asumir son los riesgos naturales que de coyunturas como esta se abren y pueden desembocar en acciones de violencia que pongan de cabeza la vida económica, política y social de Sinaloa. La febril actividad del gobierno federal en torno a esta coyuntura nos habla que prefieren adelantarse a cualquier eventualidad. Así lo dice el envió de tropas especiales a la capital sinaloense, mismas que no están acumulando horas en los cuarteles, sino en la calle y en las zonas donde se reportan actividades sospechosas.

 

El mismo jueves fue ultimado con arma de fuego Héctor Melesio Cuén Ojeda, destacado hombre público, de mucha controversia, diputado federal electo en junio pasado y que había acumulado encuentros y desencuentros con el gobernador: distanciados en el proceso electoral de 2018; aliados en las elecciones de 2021, secretario de salud por algunos meses en el gobierno de Rubén Rocha y luego un intempestivo rompimiento que devino en la apertura de carpetas de investigación contra los funcionarios principales de la UAS y la judicialización de sus causas.  

 

Ciertas o no las diversas hipótesis de su caída, el abrupto final de Cuén Ojeda no pasará como uno más de los homicidios que a diario se registran en nuestro estado y en el país. Sin duda, la muerte violenta de Héctor Melesio impacta la vida pública de la entidad y le suma a la crisis coyuntural un elemento muy importante que debe ser tomado en cuenta por el gobierno estatal. Del esclarecimiento pleno de su muerte violenta depende mucho que la ciudadanía, más allá de los seguidores de Cuén, crea en la versión oficial y vuelva la confianza en la autoridad.

 

Qué elementos buscan espacio en los análisis de los especialistas del gobierno y los que se ubican fuera del mismo. Incluso en las reflexiones del gobernador. De qué tamaño es el impacto que en materia del PIB tendrá para Sinaloa cada uno de los acontecimientos señalados, pues los golpes negativos que impongan la caída del producto agrícola por razones de sequía o desencanto de productores de granos no pueden desdeñarse. Lo mismo hay que pensar en los relacionado con los eventos dramáticos del jueves 25 de julio. La movilización de tropas y corporaciones policiales tiene un costo extraordinario para el presupuesto público y la detención de un personaje del calado de Ismael Zambada puede impactar sobre una economía local en la que el renglón que antiguamente se identificaba como “errores y omisiones”, cuyo origen es identificable en las actividades ilegales y que no falta quien afirme que no es menor al 16 por ciento del PIB local.

 

Los miedos y cautelas llevan de manera natural a nuestros comerciantes y empresarios a ser precavidos y administrar sus negocios poniendo un ojo al gato y otro al garabato, es decir, con la sensibilidad por delante por todo lo que ocurra o pueda acontecer en su entorno. Lo que no deja de influir en la marcha de los negocios. Y si a eso se suma una actitud ciudadana de mucha atención sobre lo que sucede en la ciudad en que vive, sin dejar de considerar lo que empujan las redes sociales con múltiples mensajes que lejos de ayudar a la visión objetiva del momento meten miedo, como ese que circuló profusamente llamando a confinarse en casa, pues a partir de las 10 de la noche habría “Toque de queda”.

 

Lo que ha sucedido en estos días, sumado a los acontecimientos de semanas y meses anteriores dan elementos suficientes para especular sobre nuestro futuro cercano y de mediano alcance. Hablemos de certezas y de actitudes que deben tomarse frente a la difícil coyuntura que vivimos: en materia de seguridad, con toda la disponibilidad de fuerzas y de visión clara en el quehacer de parte de la autoridad, siempre habrá imponderables difíciles de resolver. Pero en materia política, con todos los factores y elementos que surjan durante el proceso, la decisión de resolver los conflictos contempla como herramientas la legalidad y el derecho, pero el compromiso de alcanzar justicia muy pocas veces ha encontrado terreno propicio en un tribunal. 68 siglos del derecho penal lo han probado de manera fehaciente. Para que se encaminen bien las cosas en el problema UAS, Congreso del Estado y Poder Ejecutivo, la política debe ocupar el lugar central. Si las partes no lo entienden, el desgaste de las instituciones será mayor y la crisis afectará aún más a toda la sociedad. Esperemos el brillo de la inteligencia en todo momento. Vale.

 

 

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