columna joseluis

Pensar en gobernar sin contar con ingresos fiscales suficientes y sin perspectivas de proyectos de gran inversión, no solo financiera, sino también detonadores de otras más, en el contexto de una economía globalizada, un TEMEC prioritariamente enfocado a la industria manufacturera complementaria de la industria estadounidense, y obligando a México a desarrollar el sur – sureste del país en la lógica geopolítica de controlar Centroamérica y regular los flujos migratorios hacia el norte, es dejar con muy pocas perspectivas a un estado como Sinaloa.

 

Cómo también creer que con las presas Santa María y Picachos vamos a competir con los estados fronterizos como Baja California, Sonora y Chihuahua, por ser los más cercanos, a estas alturas ya es un absurdo cuando se han convertido en gigantes de la manufactura y los maquiladores de México, al grado que entre los tres suman más de cien mil millones de dólares en sus volúmenes de exportaciones a los Estados Unidos, el 25% del total que exporta México, y a quienes, primero por el programa de desarrollo de las zonas fronterizas de los años setentas del siglo pasado, como por lo que ahora hace el gobierno de AMLO, que les otorga mayores prerrogativas salariales al elevar el salario mínimo en un 40% y disminuirles el pago de IVA e ISR en un 50%, elevando la competitividad de las empresas de esos estados y su capacidad de atracción para la inversión foránea y extranjera.

 

Sinaloa está atrapada por el norte y por el sur, pareciera que su ciclo de reinversión y reconversión productiva están agotados, y que desarrollar proyectos que modifiquen ese horizonte parece muy complicado, al grado que las esperanzas parece que solo están llenas de ilusiones y buenos deseos.

 

El panorama es muy complicado y es seguro que solo, gobierno y sociedad, no podrán salir adelante para inaugurar otra nueva época, como la que apuntó Francisco Labastida Ochoa en 1987 y que fincó las bases de muchos proyectos, por lo que es indispensable actuar desde el gobierno en consonancia con ello, buscando los aliados indispensables, empezando por el gobierno de la república.

 

Y la alianza debe ser con doble sentido: Actuar en lo inmediato y diseñar los pasos iniciales de esa nueva época. Para lo inmediato no se puede vivir con la misma inversión federal, Sinaloa necesita más apoyo de recursos fiscales y, en lo segundo, trabajar con los dueños del capital en Sinaloa para diseñar qué proyectos aspiran a futuro y cómo los podemos construir entre todos con un gobierno confiable.

 

Hubo otros tiempos en nuestra historia que nos fue factible atraer inversión de otros países, y no solo de Estados Unidos, también fuimos atractivos para la industria nacional en su momento, en la actualidad tal parece casi todo se ha agotado y solo nos quedan las puertas del TEMEC, y pues si es así, por allí se debe trabajar, más ahora que se eleva la colaboración entre gobiernos.

 

Por eso yo me pregunto ¿Qué hizo Quirino Ordaz con los proyectos que heredó del gas, planta de fertilizante, siderúrgica, armadora de automóviles, producción solar de electricidad y modernización del puerto de Mazatlán? Pregunto ¿Tanto para qué?