columna joseluis

 

Sinaloa es el estado del país con más calor promedio durante todo el año, y con temperaturas sobresalientes por más tiempo, comprobado con datos del Servicio Meteorológico Nacional, de donde podemos observar que en los últimos 20 años esa ha sido la tendencia, con el ingrediente de que todas las estaciones de medición están instaladas en áreas rurales, con obvios niveles de temperatura más bajos que en la zona urbana.

 

Los promedios de temperatura en todo el estado de Sinaloa superan con más de 3 grados centígrados los límites que señala la Secretaría de Hacienda (la institución facultada para establecer los costos) para otorgar el subsidio más alto, la tarifa 1F, todavía aún vigente después de la reforma energética del 2015.

 

Los criterios de la Secretaría de Hacienda dicen que debe contarse con más de tres meses consecutivos con temperaturas superiores a 33 grados por más de dos años consecutivos, y pese a tener registros históricos que rebasan evidentemente esos parámetros, es hora que ni CFE ni la Secretaría de Hacienda han hecho algo para otorgarle a Sinaloa la tarifa 1F.

 

Y peor aún, cuando CFE y Hacienda definen el periodo de verano en 6 meses, siendo que Sinaloa mantiene esas temperaturas al menos 8 meses al año, de abril a noviembre, situación que ha sido señalada por el propio Sindicato de trabajadores de CFE en Sinaloa (SUTERM).

 

Esa es la gran injusticia para los consumidores de Sinaloa y, como muchas otras que padecemos, ninguna autoridad desde el gobernador, presidentes municipales, senadores, diputados federales o locales han sido lo suficientemente valientes para asumir el problema y llevarlo a buen fin.

 

La lucha social de hace casi 30 años por esa tarifa para Sinaloa ha languidecido precisamente por esa apatía y falta de voluntad política de los gobernantes, que a lo sumo se han concretado a convenir el subsidio de verano cada año, compartiendo los gastos fiscales de ese subsidio con el gobierno federal, como si no fuera un derecho merecido para los sinaloenses.

 

Hoy, en el marco de esta pandemia, cuando el consumo doméstico se ha disparado por las nubes debido a la permanencia las 24 horas del día en casa en lugar de las 10 o 12 horas en “tiempos normales”, es obvio que los recibos llegarán a niveles de escándalo, en algunos casos impagables.

 

Lo que irrita más es la conducta de los políticos cuando, como la senadora Imelda Castro, declaran que CFE dará prorrogas para el pago, cuando no hay ni habrá con qué pagar, hundiendo más a la gente y a sabiendas de que desde hace dos meses múltiples voces se alzaron exigiendo medidas al gobierno “de la esperanza” que había dos servicios esenciales, luz y agua, servicios que se tendrían que condonar por lo menos en los tiempos de la pandemia.

 

Si López Obrador se comprometió con los consumidores de Tabasco, que adeudaban 11 mil millones de pesos a CFE, a condonarles la deuda si llegaba a ser presidente y en cuanto llegó les quitó la deuda, ¿Por qué a Sinaloa no son capaces de otorgarle, como merece, la tarifa 1F, ampliación de periodo de verano a 8 meses y ahora en la pandemia suspender los cobros de abril y mayo? Porque como decía Cuén en campaña “¿Se puede? ¡Claro que se puede!”.