columna joseluis

Mucho se ha dicho sobre el acuerdo de AMLO con Peña Nieto y que se acuñó el slogan de PRIMOR, que ya se les olvidó a muchos pero que rebotó de repente en las mentes de todos cuando trascendía que la unidad de inteligencia financiera investigaba al expresidente, que AMLO ni tardo ni perezoso contuvo la noticia al día siguiente, diciendo enfáticamente que su gobierno no tenía ninguna investigación en contra del expresidente.

 

Ante la fuerza que había adquirido el candidato López Obrador, desde antes del 2018, diversos poderes de todo tipo empezaron a negociar con él, como ocurrió aquí con notable grupos económicos (con la excepción de COPPEL) y el mismo gobernador, así pasó con fuerzas locales y nacionales en todo el país.

 

La joya de la corona sin duda era la posición de la presidencia de la república, que se veía indecisa hasta el segundo debate entre candidatos, cuando Ricardo Anaya se acercaba al candidato de MORENA y se atrevió a afirmar en ese debate que invariablemente al llegar a la presidencia metería a la prisión a Peña Nieto.

 

Posición política que decantó la materialización de la alianza AMLO – Peña Nieto, aceleró la persecución sobre Anaya, el candidato de la coalición que encabezaba el PAN, y se amarró el tsunami electoral que se presentó el 1° de julio del 2018, y la bancarrota del PRI y su candidato José Antonio Meade.

 

Luego tampoco fue casualidad el boicot a la elección interna del PRI para relevar a Claudia Ruiz Massieu y empoderar al gobernador con licencia de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, destruyendo las aspiraciones, por lo menos, del Dr. José Narro, quien simbolizaba las posibilidades de una reorganización y reorientación del PRI, quien finalmente renunció a sus aspiraciones y al PRI.

 

Por eso no es casual la lentitud del PRI, los apoyos “patrióticos” recurrentes a AMLO, el vaciamiento de su militancia en los estados y, en consecuencia, su parálisis en la epidemia en todos los sentidos.

 

El PRI se ha quedado sin iniciativa social solidaria, sin crítica a AMLO y ahora sus gobernadores están callados y sumisos, sin mover un dedo ante lo que ocurre entre varios gobernadores y el presidente, quizá excluyendo a Claudia Pavlovich, gobernadora de Sonora, la más activa de todos ellos.

 

Y aunque parezca mentira, la pandemia ha venido a favorecer esa alianza en crisis, con un impase y rediseño de sus acomodos tanto del PRI como de AMLO para lo que viene.

 

La situación para ambos será muy difícil por la ambivalencia en la que se mueven, pero sin duda es mucho más complejo y delicado para el PRI… Quizá tendrán que continuar uncidos.