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Es obvio que el conflicto desgasta a cualquiera, que la confrontación permanente no es presagio de gobernabilidad y que la construcción de un andamiaje institucional de gobierno pasa por acuerdos entre las partes, por lo que es menester tener claro el horizonte político sobre el que habrán de construirse los acuerdos y se transitarán los vaivenes de posibles crisis estructurales.
Para nadie es un secreto ya que vivimos tiempos difíciles donde la violencia y la inseguridad se han entronizado al extremo del chantaje a las instituciones; de que el bienestar de más mexicanos se ha visto afectado con menos ingresos familiares; que la economía da tumbos y no se enruta en la estabilidad y el crecimiento; además es de preocupar que la inversión pública, como impulso vital de la economía, se esté llevado a mínimos históricos y que la inversión privada se reduzca, tanto la del capital nacional como la del capital trasnacional.
Los signos más evidentes de esta situación es el crecimiento cero del producto interno bruto en 2019, la reducción del consumo de las familias mexicanas, la contracción del empleo y el cierre de empresas, signos que son presagios de que la economía mexicana se encuentra en ruta de colisión y que urge realizar esfuerzos para comprender sus dinámicas y atenuar sus efectos.
Es cierto que el gobierno de la República pedirá prestados 30 mil millones de dólares (580 mil millones de pesos) según la ley de ingresos y que van a pagar 20 mil millones de la deuda externa; que pretenden incentivar a la empresa petrolera elevando la deducibilidad del 12% al 33%, que las grandes obras del tren y el aeropuerto tendrán un fuerte impulso, pero no son medidas para efectos contra cíclicos a corto plazo por lo que no se verán sus efectos positivos en lo inmediato.
Pero sí se verán sus efectos negativos de manera inmediata, un ejemplo que nos afecta a los sinaloenses es la reducción presupuestal al sector primario por el corto ciclo desde la inversión hasta la comercialización o viceversa si ese fuera el caso, pero el hecho de haber reducido en un 29% el presupuesto desde 2018 al 2020 (2018: 65 mil millones de pesos, 2019:57 mil millones de pesos y en el 2020 será de 46 mil millones de pesos) es grave para la economía de Sinaloa.
Todos aquí en nuestro estado sabemos que buena parte de la economía local se mueve precisamente en base a la agricultura, pesca y ganadería, el efecto negativo seguirá creciendo y si las remesas de dólares y el turismo no crecen, el comercio se ira a la baja, al igual que el sector servicios que representa el mayor movimiento económico, lo que seguramente repercutirá también en los ingresos públicos del estado y los municipios.
No se necesita ser muy brillante para entender una ecuación con estas variables que tendrán por lo menos resultados a la baja, resultados negativos que repercutirán en todo.
Por eso vivir al día sin pensar en el mañana es erróneo y para los políticos que debieran ser más responsables es peor, porque trabajan con los recursos que no son de ellos, que son del pueblo y merecen por lo tanto, mayor acuciosidad y honradez. Quizás para muchos estos juicios podrán parecen un poco dramáticos pero la verdad no advierto algo mejor y por eso los partidos y el gobierno, junto con los diputados deben trabajar juntos sin tapujos, ni complejo, sin agandallar, dejando de lado sus bajas pasiones políticas y altas ambiciones electorales, empezando por resaltar la sinceridad y el respeto por la sociedad.
Creo que ese es el horizonte no solo de Quirino Ordaz, sino de todos los que integramos la sociedad sinaloense, pero a diferencia de él, no creo que a los demás nos vaya tan bien. Pero en fin.