columna joseluis

1° de 2 partes

 

El gobernador Quirino Ordaz Coppel rendirá su tercer informe de gobierno que en otros tiempos era el parteaguas del ejercicio del gobernador y que ahora, por las circunstancias especiales de este gobierno “bisagra” (5 años) en la concurrencia electoral, pasa a su recta final y por consecuencia a afirmar lo que quiere heredar, corregir los errores y perfilar los rasgos del futuro político que anhela.

 

El contexto de este tercer informe de gobierno es sin duda el más complicado y por consecuencia el más incierto ¿Por qué lo considero así? Primero porque existe una enorme crisis del poder legislativo que a todos los órganos de gobierno afecta, crisis que se puede traducir en una debacle que afecte severamente al poder ejecutivo.

 

Algunos podrán pensar que alguna salida tendrá y eso es cierto desde cualquier ángulo, pero si el gobernador insiste en controlar la cámara de diputados a como dé lugar y en el proceso aplastar a MORENA, y que marque una pauta para que junto con el PRI hagan y deshagan como antes, puede resultar una guerra total y en un catastrófico error de gobernabilidad.

 

La ruta que ha trazado el gobernador de acorralar a MORENA y pretender legislar a voluntad sin cuidar las instituciones como la Auditoría Superior del Estado (ASE) representa un signo de debilidad que le puede llevar a un callejón sin salida por la sencilla razón que la judicialización y la confrontación política se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale y eso es letal para cualquier político, y más aún para los gobernantes.

 

O la incapacidad de la mayoría legislativa que ha encabezado MORENA no ha sido capaz del control (en el buen sentido) de la cámara de diputados, que en lugar de un recinto parlamentario donde se dialoga, se acuerda y se maduran las diferencias, parece más un ruedo en la doma de potros salvajes, que como en la casa del jabonero “el que no cae resbala”.

 

Los diputados curiosamente, para garantizar la auténtica división de poderes, es vital el diálogo para construir los acuerdos necesarios que permitan los equilibrios y el tránsito atemperado del conjunto del gobierno.

 

En la sociedad sinaloense, y en particular en la política, tenemos muy arraigada a cultura de la confrontación como un reflejo de atraso cultural en las relaciones de todo tipo, fenómeno que nos problematiza mucho en todo lo que hacemos.

 

Yo estoy de acuerdo con MORENA en los propósitos de cambio, en buena medida impostergables, pero todo cambio tiene un ritmo y velocidad, no pueden ser en la ignorancia, la ocurrencia y hasta el capricho. Se necesitan propuestas debidamente sustanciales e integrales que permitan la construcción de acuerdo, e incluso de consensos.

 

Por eso podemos concluir que el juego de vencidas que por más de un año han jugado el gobernador y la mayoría de MORENA en el Congreso del Estado ha llegado a un punto de quiebre, en el umbral de un nuevo escenario que ya no resiste y no puede ser la misma tónica de este periodo. Mañana seguimos.