columna joseluis

Después de “ahogado el niño” lo peor es un sainete de escándalo y más aún que nos gane la estupidez de la ceguera política, que hiere y lastima hasta el extremo de los deseos de que el adversario político muera, como ha ocurrido en algunos chats, donde amistades de décadas se han roto por la intolerancia que produce la insensatez, o en el menor de los casos insultar de vendidos a quienes no están de acuerdo con AMLO.

 

Pareciera que el espíritu de Epigmenio Ibarra los invadiera, como una cicuta para aniquilar a los adversarios sin importar que se llenen de veneno ellos mismos, al extremo casi religioso de los fanáticos, aunque en el intento queden sus amistades y su fe.

 

Es muy triste ver mentes tan brillantes que se han segado al extremo que pareciera que en el fondo de su cerebro perviviera la rabia y la neurosis que explotan por encima de todo, porque no es ignorancia ni falta de información, más bien parece un sentimiento insano que los invade y los descontrola hasta esos extremos.

 

Hacía muchos meses que no leía expresiones tan cargadas de odio desde la campaña electoral del 2018, cuando arremetían con todo, contra todos y acusándolos de todo por no apoyar a AMLO y estar con otro partido y candidato.

 

Hoy volvieron a rugir y la verdad que lo hicieron peor que entonces, porque ahora se están volviendo contra sus propios hermanos y amigos, como si la lucha política se tratara de una guerra de odios y no de ideas.

 

El fanatismo y la exacerbación en torno a los conflictos del día a día siempre serán malos consejeros, y muy malos además si estas bajas pasiones se cultivan para que exploten en lugar de encausarse.

 

AMLO y sus huestes se han equivocado en el caso de Culiacán, así de simple. Pero cuando la soberbia (el pecado capital del poder) obnubila el pensamiento, los incapacita para poder decir “nos hemos equivocado”.

 

“Sí, nos equivocamos, pero continuamos nuestros esfuerzos en la lucha por la seguridad y la paz de este país”, inventando una frase cualquiera, como esta, pero no mintiendo, no queriendo engañar a todos y mucho menos salir con tonterías de la “defensa de la vida”.

 

En nuestro país, parece que equivocarse es un pecado y más en la política, a tal grado que ningún político del partido que sea reconoce nunca que se equivocó, como los alcaldes de nuestros municipios que niegan todo ¿Por qué el presidente López Obrador tendría que hacerlo? Si vivimos en el país de los hipócritas.

 

Pero si son el cambio, deben hacerlo ¿o no?