Me decía hace ya muchos años, un ex gobernador de Sinaloa, “un político no debe solo ni principalmente saber escuchar, si no lo más importante es saber contestar”, por lo que después de observar la comparecencia del gobernador Rubén Rocha ante los diputados del congreso del estado, me vino de golpe a la memoria y concluí, como les falta en inteligencia política.
La verdad, al final no supe a quién irle, si al gobernador o a los diputados y concluí, que a ninguno de los dos, porque ambos fallaron en un encuentro de rendición de cuentas y compromisos.
Para empezar el formato que diseño el congreso fue pésimo, simplemente porque no hubo contrastes ni enfrentamientos, como debieran de ser naturales en un debate democrático.
El formato fue a modo para que el gobernador se luciera, cosa que no hizo, y los diputados quedaron como meros “convidados de piedra”, la mayoría, y los que hablaron (los líderes de cada partido), como si el ejecutivo les hubiera redactado los discursos, con excepción de Sergio Torres de MC (movimiento ciudadano).
¿Por qué auto limitarse el congreso si el gobernador está obligado a escuchar y contestar a los diputados?
Si, estuvo bien recordar la crisis de violencia e inseguridad, pero lamentable que no haya existido el más mínimo comentario sobre medidas concretas y compromisos, como lo propuso la diputada Paola Garate y el gobernador haya contestado tan torpe y lastimosamente.
Pareciera que el gobernador no es el gobernador, aquel que está obligado a escuchar y responder coherentemente ante una demanda social de apoyo y no salir con el discurso del mercado “Garmendia”, donde le dijeron los locatarios que no estaba tan mal, que “solo habían bajado sus ventas”. No estaba obligado a decir que sí, pero nunca debió decir que no, porque es el gobernador y además podía decir por lo menos que le hará la lucha, pero no decir que no. Esa no es franqueza, eso es torpeza.
Y los diputados que nunca tocaron una de las principales divisas de la 4T, su lucha contra la corrupción, ¿en dónde quedo?, cuando la 4T en Sinaloa tiene muy claros los desvíos del gobierno anterior y la deuda que les dejo de más de 2 mil millones de pesos al SAT, de impuestos que cobro el gobierno de Quirino Ordaz y que no ingreso al fisco federal producto de las auditorías a las empresas COPPEL y AHRE, como son también los casos de discrecionalidad en la asignación de obra pública que ronda en el 80% de más de 5 mil millones de pesos que se ejercieron.
Como también resulta inexplicable, que a 17 meses de haber pagado la cosecha de maíz del ciclo 2022-2023, cuando se compraron 750 mil toneladas por parte del gobierno del estado, disque “para despresurizar el mercado” a 7 mil pesos la tonelada lo que se traduce en 5250 millones de pesos, esas 750 mil toneladas no las ha vendido el gobierno y sigue pagando intereses del crédito de 5000 millones y 200 pesos por tonelada por mes de almacenaje, 2550 millones y el maíz sigue corriendo grandes riesgos de que se pudra y se vaya al caño.
Solo comento estas dos cosas porque me parecen simbólicas del desaseo financiero y la irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos.
Ambos hechos ilustran de que no existe esa consigna de lucha contra la corrupción que tanto presumen, creo yo que los diputados callaron, como los mariachis.