= “Siempre traje la renuncia en mi maletín”: Viedas Esquerra.
= ¿La causa? Haber sido interlocutor de MMH con la UAS
= Y haber recibido, en su propia casa, al candidato De la Madrid
= Fueron dos largos años de diferencias y desencuentros
Por su cercanía y parentesco con el rector Jorge Medina Viédas y por haber sido elegido como el interlocutor entre el candidato presidencial Miguel de la Madrid, el gobierno federal y la Universidad Autónoma de Sinaloa -en el desgastante conflicto de 1981 - Jesús Manuel Viedas Esquerra fue colocado del otro lado de la mesa por Antonio Toledo Corro, apenas unos meses después de que el propio gobernador lo nombrara presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional.
Esto le representó a Chumel Viedas un tránsito difícil, complicado, tenso por la dirección del partido tricolor en Sinaloa – el cual había asumido en febrero de 1981 en sustitución de su gran cuate Jesús Enrique Hernández Chávez – ante un marcado grado de desconfianza de Toledo, alentado, naturalmente, por las intrigas de los selectos integrantes del circulo rojo del gobernador, muchos de los cuales deseaban fervientemente la posición de Viedas Esquerra por lo que potencialmente representaba, para el futuro inmediato: una diputación federal.
La primera diferencia fuerte entre el gobernador y el presidente del PRI-Estatal se produjo en los primeros días de diciembre de 1981 – episodio ya reseñado en este espacio hace exactamente una semana – trás gestionar un encuentro entre el rector de la UAS y el delegado general del CEN, Mario Vargas Saldaña, en la misma casa de Jorge Medina, lo que derivó, a su vez, en una primera reunión, en la ciudad de México, con el candidato presidencial, Miguel de la Madrid, en la búsqueda de una solución practica y pacífica al conflicto UAS-gobierno de Sinaloa.
La segunda, en febrero de 1982, cuando (a petición de Manuel Bartlet Díaz, coordinador de campaña de Miguel de la Madrid) organizó un nuevo encuentro, en su casa (la de Viedas) entre Jorge Medina y De la Madrid, en el marco de la gira del candidato presidencial por nuestro Estado, evento también reseñado en nuestra columna de la semana pasada.
De ambas reuniones se marginó a Toledo Corro, quien, herido en su orgullo y amor propio, enfocó sus baterías contra el presidente del PRI en Sinaloa, en quien descargó su rabia y frustración.
-Desde la primera vez – nos platicó en cierta ocasión Jesús Manuel Viedas – redacté y firme mi renuncia, documento que siempre traje aquí conmigo, en mi maletín, para entregarla en el momento mismo en que me fuese solicitada; sin embargo, en 1982 el gobernador Toledo Corro se ocupó de otras cosas y ya con más tranquilidad en el tema de la UAS, dejó de voltear hacia el partido, con lo que regresó, de cierto modo, la normalidad.
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A manera de antecedente, le relatamos:
Viedas Esquerra trabajaba con Toledo Corro en la Secretaría de la Reforma Agraria en la ciudad de México, como director de Programas Sociales. A su renuncia, tras su postulación como candidato del PRI al gobierno de Sinaloa, Viedas Esquerra hace lo propio también, justo como marcan las reglas no escritas de la política mexicana y se acerca entonces, en busca de chamba, al Güero Orrantia, que fungía como director general de Telégrafos Nacionales. “De algo tenía que vivir”.
Y en eso estaba, cuando recibe una llamada telefónica del candidato gubernamental, para pedirle su apoyo en la celebración de un encuentro urgente con el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, el ingeniero Eduardo Franco, bajo la explicación de “comentar temas interesantes para el futuro de la universidad”.
La reunión se pacta, en privado, para las 7 horas del día siguiente, en el restaurant Vips, El Pedregal, de la ciudad de México, con lo que Chumel da por concluida, ahora sí, su relación de trabajo con el para entonces ya ex secretario de la Reforma Agraria del Gobierno Federal.
Para su sorpresa, sin embargo, el candidato le llama inmediatamente después de su encuentro con Franco, allá en la capital del país.
-Gracias licenciado. Todo bien – le dice Toledo Corro.
-Que bueno, señor candidato; le agradezco todo y pues mucha suerte, en su campaña – contesta.
-No ¡que mucha suerte ni que nada! Usted se viene conmigo. Lo espero mañana, en Culiacán, en el edificio del PRI.
Así, 24 horas después, ya en Culiacán, el candidato nombra a Jesús Manuel Viedas Esquerra como su secretario particular y le asigna sus primeras responsabilidades, de cara a la organización del proceso interno del tricolor – convenciones de los sectores obrero, agrario y popular, asamblea estatal, toma de protesta y todas esas cosas – y a la campaña política, cuyo arranque se programa para el domingo 10 de junio de 1980, en Escuinapa de Hidalgo, la tierra del “Tigre de las Cabras”.
La campaña de Toledo Corro es larga, pesada, agobiante, con un recorrido por tierra de todas y cada una de las sindicaturas de los 18 municipios de la entidad. De la costa a la sierra; del río Cañas al Zuaque; de los verdes valles a las zonas desérticas; de las rancherías a las ciudades. La mayoría de los días, con temperaturas superiores a los 42 grados centígrados; a veces, bajo torrenciales aguaceros, que hacían asfixiante el clima y pesada la atmósfera política, al interior de un equipo toledista, donde insidias, intrigas y traiciones, constituyen el menú del día. Con el paso de las semanas, la frescura del candidato – invariablemente con su conjunto caqui y sombrero – contrasta con el cansancio de sus colaboradores.
La elección se lleva a cabo el tercer domingo de octubre, con una victoria aplastante del PRI, pero con una baja participación electoral. Toledo Corro, apoyado también por el PARM y por el PPS, obtiene el 80 por ciento de la votación, contra el 7 por ciento del candidato del PAN, Andrés Cázares Camacho. El 13 por ciento restante se distribuye entre el Partido Comunista Mexicano, el PDM y el Partido Socialista de los Trabajadores, con números prácticamente irrelevantes.
A la jornada electoral, sin embargo, sigue otro programa, basado en reuniones temáticas, en las que se analiza al detalle, uno a uno, los sectores económicos de nuestro Estado: el agrícola, el ganadero, el pesquero, el industrial, el comercial, el minero, el forestal, el silvícola y el turístico, entre otras cosas, lo que le trae a Viedas Esquerra, además de mucho trabajo, la oportunidad de mayores acercamientos con el ya gobernador electo de Sinaloa. Cada reunión, con la presencia de especialistas en la materia y con una sede identificada con el sector a discutir.
Hasta aquí, sin novedad. Todo acorde al guion previamente establecido.
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El primero de diciembre de 1980, la quincuagésima legislatura del Congreso del Estado – por vez primera con diputados de oposición: 2 del PAN, 2 del PCM y 2 del PARM – inicia operaciones y sobreviene, entonces, una decisión estratégica de Toledo, que toma fuera de la base a todas las esferas políticas de la entidad: la designación de Jesús Manuel Viedas Esquerra como oficial mayor del Congreso del Estado. La posición es considerada como un insulto a Chumel por parte de los principales analistas del tema en Sinaloa y muy por debajo de la expectativa generada; pero el gobernador tenía sus propios planes.
-Por lo pronto, licenciado, lo quiero en la cámara – le comenta Toledo a Viedas.
Y agrega:
-Y no lo voy a mover de ahí hasta que no se apruebe nueva Ley de Educación del Estado. Esa será su prioridad y su misión. Quiero la ley para fines de enero a más tardar, tal como la envié. No quiero ningún cambio. Ni siquiera un punto. Vamos, ni una sola coma. Tal cual.
Esa nueva ley sería, con el paso de las semanas y los meses, la manzana de la discordia; la causante del enfrentamiento entre la Universidad Autónoma de Sinaloa y el nuevo gobierno del Estado, puesto que daba al gobierno estatal la facultad de impartir la educación media superior en la entidad y le quitaba, de tajo, todas sus escuelas preparatorias a la centenaria institución.
Finalmente, tras acaloradas sesiones en el Palacio Legislativo y multitudinarios plantones de los universitarios ante el edificio del Congreso del Estado (en aquel entonces, a solo unos metros del emblemático edificio central de la UAS) sale la controvertida ley y también sale Jesús Manuel Viedas Esquerra, para asumir la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI, junto con Samuel Escoboza Barraza, en la secretaría general.
Era un año importante para México. En cosa de meses se definiría quien sería el candidato del PRI y ya sonaban los nombres de Enrique Olivares Santana, secretario de Gobernación; Javier García Paniagua, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y Miguel de la Madrid, el secretario de Programación y Presupuesto. García Paniagua era la carta de Toledo.
Viene el “destape” en octubre de 1981; la intervención de Miguel de la Madrid en diciembre de ese año para destrabar el conflicto UAS-gobierno de Sinaloa y posteriormente, la definición de fechas de la gira del candidato por nuestro Estado: los primeros días de febrero.
Para entonces, Toledo Corro ya está inconforme con la participación de Viedas como mediador en el conflicto con la Universidad Autónoma de Sinaloa; pero no toma acción alguna contra el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, plenamente consciente de que, detrás de todo esto, está no solo el equipo de Miguel de la Madrid sino el candidato presidencial mismo.
Y en estas circunstancias, la ebullición en el PRI crece en la medida que se acercan los días y mientras Viedas Esquerra realiza los trabajos de organización de los actos de campaña, dos personajes le caen, como aerolitos, en el edificio del partido, procedentes del tercer piso de Palacio de Gobierno: Atalo de la Rocha Tagle, en función de policía y José Concepción Castro Robles, chequera en mano para desatorar todo problema económico; los dos, funcionarios de la administración estatal. Ambos, sin embargo, ignoran a Viedas y se coordinan directamente con Mario Vargas Saldaña, el delegado general del CEN del PRI, para los efectos a proceder.
Viedas Esquerra, sin embargo, responde con olímpica indiferencia y sigue de frente con su tarea, enfocada, prioritariamente, en los operativos de transporte a utilizar para la movilización de los contingentes a los actos centrales de campaña, que deberían resultar los más lucidos posibles, por ordenes superiores. Tiempo atrás, Chumel había laborado en las oficinas de transporte de la dirección general de Tránsito del gobierno del Estado, de tal suerte que logra un entendimiento y una sincronización total con los concesionarios de transporte en Sinaloa. Las metas eran sumamente ambiciosas.
Precisamente, en una de esas reuniones con el transporte (ya la última) Vargas Saldaña y Atalo de la Rocha, codo con codo, llegan temprano a las oficinas del PRI, con conocimiento pleno de la agenda a desahogar; pero no son tomados en cuenta, para nada por el presidente. El encuentro se prolonga hasta ya bien entrada la tarde, ante la rabieta de Atalo y Vargas Saldaña, quien, en el límite de su resistencia, increpa airadamente a Viedas, justo al salir de la sala de juntas del edificio del partido.
-Quiero decirle algo: es usted un hijo de la chingada, bien hecho.
-Pues yo le digo otra cosa: que el hijo de la chingada es usted, por permitir la presencia de este señor aquí en el partido -y señala a Atalo de la Rocha – porque en lo que a mí respecta, ignoro que hace; quien lo mandó y cual es su función. Y para policías, ya tengo bastante con usted.
Casualmente, al día siguiente, Atalo de la Rocha regresa a sus oficinas de la Coordinación de Fomento Minero del Gobierno del Estado. Ya no vuelve a la sede del PRI y jamás cruza palabra alguna con Viedas, a pesar de formar parte, aparentemente, del mismo equipo político: el del gobernador Toledo.
A final de cuentas, la campaña de Miguel de la Madrid por Sinaloa es un éxito en todos los sentidos, con reuniones de gran magnitud en Culiacán, Guamuchil, Guasave, Los Mochis y Mazatlán, ya de salida. En Mazatlán la despedida es calurosa por parte del candidato hacia el gobernador Antonio Toledo Corro, quien comparte las felicitaciones de Miguel de la Madrid con el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI. Satisfacción plena en todos los bandos.
Llegados los tiempos, Miguel de la Madrid demuestra ser un hombre agradecido al “palomear” la candidatura de Jesús Manuel Viedas Esquerra a diputado federal – sin la intervención de ATC - y también la de Ernesto Millán Escalante y la de Juan Millán Lizárraga, al Senado de la República, cuando le cierran las puertas al ex gobernador Alfonso G. Calderón, en su intentona de volver a la cámara de senadores como representante de nuestro Estado.(Juan había sido uno de los oradores centrales del impactante evento de apertura de campaña en Sinaloa; en el cruce de la avenida Obregón con la calle Zaragoza y en cuyo marco denunció las miserables condiciones que padecían los trabajadores del campo, en los empaques agrícolas del valle de Culiacán).
En la jornada, el PRI arrasa en las tres elecciones: presidente, senadores y diputados federales y Miguel de la Madrid es presidente electo de México, cargo que asume el primero de diciembre de 1982.
Ya una vez en su cargo como diputado federal – primero de septiembre del 82 -, Jesús Manuel Viedas Esquerra le plantea al gobernador Toledo Corro la necesidad de un nuevo presidente del CDE del PRI-Sinaloa, ante la cercanía de un nuevo proceso electoral local, en 1983. Teófilo Borunda, nuevo delegado general, refuerza la petición; pero esto se prolonga hasta marzo del año siguiente. Hay dos propuestas: una, en favor del doctor Mariano Carlón López, secretario de Educación del Gobierno del Estado; la otra, Jorge Romero Zazueta, subsecretario de Gobierno.
La balanza se inclina por Romero, por una razón explicable; pero su paso por la presidencia del PRI es fugaz. Apenas meses después es postulado como candidato a la presidencia municipal de Culiacán, en la que se impone, en cuestionada elección a Jorge del Rincón Bernal, quien estaba apuntalado con todo por un ex aliado de Toledo: Manuel Clouthier del Rincón. Tras Jorge Romero, llega al PRI, el profesor José Carlos Loaiza Aguirre y un año más tarde, el doctor Mariano Carlón López, cuando ya se acercaban los tiempos de la sucesión en Sinaloa y Toledo sabía perfectamente bien quien venía en su lugar: Francisco Labastida.
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(Viedas Esquerra culminó su periodo como diputado federal en 1985; asumió un cargo a nivel secretario del CEN del PRI y fungió como delegado general del CEN en distintas entidades del país; entre ellas, Sonora. Francisco Labastida le negó toda oportunidad, no así Renato Vega Alvarado; pero en un cargo de importancia menor. Más tarde, Chumel Viedas se retiró implícitamente del PRI y pasó a liderar a nivel Estado un partido de oposición. En la actualidad vive alejado de la política; pero sin dejarla de observar con detenimiento y objetividad, desde sus muy particulares y respetables puntos de vista. En fin)