columna jorge luis telles circular

 

= Mal planeado y pésimamente ejecutado, admitió SEDENA

 

= Y esto propició el día más negro en la historia de Culiacán

 

= Inaceptables contradicciones en las versiones de los hechos

 

= AMLO respaldó, sin duda, la liberación del hijo del “Chapo”

 

= Afortunadamente Culiacán regresó rápido a la normalidad

 

Algunas acotaciones sobre los hechos del jueves próximo pasado aquí en Culiacán. Corrección: sobre la conferencia de prensa ofrecida al amanecer del clásico DIA DESPUES, aquí en nuestra vapuleada ciudad, por algunos integrantes del gabinete de seguridad del gobierno federal, acompañados por el gobernador del Estado, Quirino Ordaz Coppel.

El viernes 18, en efecto, casi casi al salir el sol, comparecieron ante los representantes de los medios de comunicación: el licenciado Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Participación Ciudadana del gobierno federal; el general Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional; el almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de la Marina de México y el general Luis Rodríguez, comandante de la Guardia Nacional. Habían llegado a eso de las 23 horas del jueves y es de suponerse que, ante la magnitud del acontecimiento, no habían dormido durante toda la noche.

Todo esto sucedió en el salón principal del Palacio de Gobierno de Sinaloa, atestado de reporteros de prensa local, nacional e internacional. Ahí solo hicieron uso de la voz el cuasi sinaloense Alfonso Durazo y el general secretario Luis Crescencio Sandoval.

Nerviosismo, imprecisiones, vacilaciones y contradicciones fue la constante durate casi hora y media, incluida una larga ronde preguntas y respuestas, que resultó ser un martirio para las autoridades.

Y aquí van nuestras notas pues:

01.- Si ni el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, ni el general secretario, ni los miembros del gabinete de seguridad estaban enterados de ese operativo ¿Quién lo ordenó y quien lo coordinó entonces? Cuando se trata de personajes de la más alta jerarquía en el mundo de la delincuencia organizada, se presume que quien debe disponerlo es el propio presidente de la República. ¿O acaso el hijo del narcotraficante más importante del mundo – así esté hoy preso en los Estados Unidos - no alcanzaba esa clasificación? Fueron tantos los errores cometidos, que quién lo haya ejecutado y coordinado, en estos momentos debería estar fuera del gobierno. Y no precisamente en libertad, ni mucho menos de vacaciones, sino sujeto a una estricta investigación.

02.- Evidentemente el gobernador Quirino Ordaz Coppel tampoco estaba informado, de ello. De acuerdo con la agenda circulada un día antes por la coordinación general de comunicación social del gobierno del Estado, ese día Quirino asistiría a dos informes de igual número de presidentes municipales: en Sinaloa de Leyva y en Badiraguato. Al inicio de la refriega – si no hubo cambio de programa, lo que no se aclaró – debería haber estado en trayecto de Sinaloa municipio a Badiraguato. Además es del conocimiento general que en esta clase de acciones, cuando son del gobierno federal, no se entera ni tan siquiera a los mandatarios estatales, para impedir filtración de informaciones en la ruta de la comunicación.

03.- La víspera, cuando en plena crisis, los arriba mencionados abordaron el avión en la ciudad de México, que los trasladó a Culiacán – , Alfonso Durazo declaró, en primera instancia, que se trató de un ataque lanzado a un convoy militar que patrullaba cierta zona de la ciudad y el cual fue sorprendido, desde una vivienda del sector “Tres Ríos”, donde, tras defenderse de la agresión, se ubicó a cuatro personas, una de ellas identificada como Ovidio Guzmán López, (y dejó entrever que se detuvo), hijo de Joaquín Guzmán Loera y de la señora Griselda López; sin embargo, indicó, en medio de muchas vacilaciones, que ante la dimensión de la respuesta de los delincuentes, se vieron obligados a suspender las acciones “para preservar la seguridad de los habitantes de Culiacán”, la que, en efecto, estaba en altísimo riesgo para entonces. (En esos momentos, la noticia de la detención y la inmediata liberación del menor de los “Chapitos”, se esparcía como el reguero de pólvora que bañaba la capital sinaloense)

04.- Casi al mismo tiempo de los hechos, en la ciudad de México, el presidente López Obrador estaba a punto de volar a la ciudad de Oaxaca. Fue abordado en el propio aeropuerto por los reporteros que cubren la actividad presidencial. Aceptó tener conocimiento de los sucesos; pero advirtió: “de esto hablaremos mañana temprano, cuando contemos con mayor información”.

05.- Y en efecto, por la hora de diferencia entre Culiacán y aquel estado del Sureste del país, el viernes 18 López Obrador salió primero ante la prensa, que los miembros del gabinete de Seguridad, para corregirle la plana a Durazo en forma sustancial: “fue un operativo, que llevaba como propósito la captura de un delincuente, con base en una orden de aprehensión provisional. Y en efecto, lo liberaron, con mi consentimiento; pero fue para preservar la vida y la seguridad de los habitantes de esa ciudad porque, para mí es más importante conservar vidas, que la detención de un delincuente”. (Más o menos textual). Esto, sin embargo, nos lleva a otra interrogante: ¿Qué AMLO no decía un día sí y al otro también, que la guerra contra el narcotráfico había concluido? Que se iniciaba una era de amor y paz, bajo una premisa insustituible: “abrazos, no balazos”. ¿Qué fue lo que pasó, entonces? (Horas después, un especialista en la materia señaló como inexistente la figura jurídica a la que aludió AMLO: orden de aprehensión provisional).

06.- Para entonces, ya muchas imágenes circulaban por las redes sociales y en esos momentos ya existía un video del operativo, que confirmaba eso, precisamente, que había sido un operativo, quizás el más mal planeado y peor ejecutado en toda la historia de esta guerra gobierno-narcotraficantes; pero operativo al fin. ¿Dónde estaba el señor Durazo durante toda la tarde que no contaba con la información precisa al respecto? La que ofreció, en forma preliminar, solo sirvió para enredar aún más a una confundida, perpleja y angustiada sociedad de Culiacán.

07.- En la conferencia del viernes, Alfonso Durazo se contradijo en cuanto a sus declaraciones de un día anterior y confirmó la versión de AMLO; pero volvió a meterle ruido al asunto al puntualizar que “ubicado el sospechoso y listo para su captura, grupos delincuenciales amenazaron con provocar un caos en la ciudad, lo que representaba un altísimo riesgo”, de tal modo que fue cuando “se suspendió la acción”. Según las palabras de Durazo, la fuerza militar si se introdujo entonces al domicilio sitiado, lo que provocó otra contradicción con la versión del titular de SEDENA, a la que nos referiremos en seguida. De no haber sido así ¿Cómo fue entonces que lo detuvieron?

08.- Efectivamente, ya en su turno, el general Crescencio Sandoval ratificó que se trató de una acción directa, basada en una orden de aprehensión provisional (¿) emitida por un juez federal con propósitos de extraditar al delincuente a los Estados Unidos. El general reveló, sin embargo, que no se llevaba una orden de cateo la que se tramitó, a distancia, durante el operativo, solo que “ésta tardó mucho en llegar” y eso dio tiempo al arribo de nuevos grupos criminales, lo que intensificó el enfrentamiento y aceleró la decisión de suspender la actividad. Lo expuesto por el secretario de la Defensa Nacional es sencillamente inaceptable: orden de aprehensión provisional (si es que existía en realidad) y falta de una orden de cateo, cuando eso precisamente tenían que hacer: un cateo ¡Por Dios!

09.- A final de cuentas, no obstante, el general Sandoval fue el más sincero y el más honesto de los participantes al tener el suficiente valor civil para reconocer que “se actuó de una manera precipitada, con deficiente planeación y falta de previsión sobre las consecuencias colaterales”. Además: “omitieron obtener el consenso de los mandos superiores y por consecuencia EL GABINETE DE SEGURIDAD NO FUE ADVERTIDO”. Revelaciones escalofriantes del titular de SEDENA, puesto que al obrar de este modo, se deduce que él también tiene mucho de culpa en el fracaso del operativo. (¿No? Aquí y en China, el jefe siempre será responsable de las pendejadas de sus subordinados)

10.- Todavía hubo más del general Sandoval: “La agresión se produjo en el lapso en el que las fuerzas militares sitiaron el inmueble y la llegada de la orden de cateo, lo que representa tiempos mal calculados y desestimación de la capacidad de respuesta de los grupos delincuenciales”. A pesar de lo expresado por el secretario de la Defensa Nacional, todo indica que la dichosa orden de cateo no llegó nunca; pero también que, aún sin ese documento, el operativo si ingresó al domicilio. De otro modo ¿Cómo es que pudieron identificar a lo que ellos llamaban: el sospechoso?

11.- Y bien, “por el alto índice de violencia ya existente para entonces – también versiones del titular de SEDENA – se ordenó el retiro de la fuerza militar, lo que permitió el restablecimiento gradual de la tranquilidad en la ciudad”. Aquí también hay muchas imprecisiones: para esa hora, los enfrentamientos estaban en todo su apogeo; continuaron al caer la noche y todavía durante la madrugada del viernes se registraron hasta tres o cuatro ejecuciones en la zona de guerra. Hay muchos videos en redes sociales, los que muestran que eran los sicarios, retadores y desafiantes, los que patrullaban la ciudad para entonces, no las fuerzas armadas. Evidentemente sí se hizo un pacto, los delincuentes no lo cumplieron. Todavía el sábado se reportaban secuelas de los sucesos de lo que llaman ya el “Jueves Negro de Culiacán”.

12.- Para acabarla de chingar, los abogados de la familia Guzmán Loera ofrecieron una conferencia de prensa (nunca supimos donde), en la que le agradecieron al presidente Andrés Manuel López Obrador, el que se haya tratado bien al hijo de Joaquín Guzmán, durante el par de horas, si mucho, en las que estuvo detenido. “No sufrió daño alguno y su liberación fue por falta de pruebas”, comentaron José Luis González Meza y Juan Pablo Badillo Soto, testimonios irrefutables de que Ovidio si estuvo detenido.

13.- La pregunta más recurrente, cuando el humo de los combates se ha disipado en Culiacán es ¿Y donde estuvo todo este tiempo Ovidio Guzmán? Hay tres versiones: en el edificio de la Fiscalía General del Estado; en las instalaciones de la Novena Zona Militar o en la casa en la que se le ubicó en un principio. Ninguno de los declarantes citó nada al respecto; pero lo que no tiene duda es que si estuvo detenido, lo que confirma que si hubo cateo, sin orden de por medio. Quien sí se apersonó en la Fiscalía – cuentan los temerarios reporteros que se mantuvieron firmes en sus trincheras – fue Iván Archivaldo, su medio hermano, para gestionar su liberación. La no respuesta fue lo que desató el infierno vivido aquí en Culiacán. Otra interrogante: ¿lo rescataron las huestes del “Chapo” o lo dejaron libre los representantes del gobierno? Como haya sido, mejor era una versión en el sentido de que no pudieron impedir su rescate, pese a la heroica defensa de la plaza. (Digo)

14.- Las cifras oficiales parecen muy pequeñas ante la dimensión de los sucesos recientes: alrededor de 10 personas muertas (sin precisar jamás si fueron del lado de los sicarios, de los militares o ciudadanos que sufrieron la pesadilla de quedar justo en medio del fuego cruzado); 42 vehículos despojados, de los cuales 9 fueron incendiados; 19 agresiones, 21 personas lesionadas con armas de fuego; 8 vehículos militares e incluso un helicóptero con impactos de balas de alto poder, así como ataques a diferentes instalaciones del ejército: el área habitacional de la Novena Zona Militar, las instalaciones del C-4 y los puestos de vigilancia en El Limón de los Ramos y Estación Sufragio, en el norte de la entidad. Los números verdaderos jamás los sabremos; pero si tenemos la certeza de la existencia de muchos hogares enlutados en estos momentos, tanto de los dos bandos, como de víctimas inocentes.

Finalmente:

15.- Curiosamente, la fuga de 54 internos del penal de Bachigualato (en medio de la crisis), era, por si sola, una noticia de primera plana y ocho columnas – como decimos los periodistas viejos -; pero esto paso a un remotísimo segundo plano y ni tan siquiera ha sido un tema retomado, con todo y el trascendido en el sentido de que ya se removió a quien fungía como director del pomposamente llamado Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito. Esto, sin embargo, no debe quedar en el olvido, con la clásica vuelta a la página. Hay 50 nuevos delincuentes, de alta peligrosidad, de regreso a sus actividades, deambulando por muchos rincones de la entidad.

A manera de reflexión final y estrictamente personal: como muchos, no cuestionamos si el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo razón o no en su decisión de ordenar la liberación del “Chapito”. Cierto, la impresión de rendimiento del Estado Mexicano ante el narcotráfico es inevitable y esto ha traído como consecuencia la condena mundial; pero hay que decirlo con todas sus letras: de no haber sido así, seguramente a estas alturas estuviéramos lamentando una tragedia de dimensiones incalculables.

En fin.

= A MANERA DE COLOFON =

Y bien.

O los culichis somos, definitivamente, de otro barro o bien ya estamos acostumbrados a situaciones de esta naturaleza.

Las hemos padecido en mayor o menor grado a lo largo de los años, aunque la del jueves pasado parece ser la peor de todas, según coinciden en sus apreciaciones quienes hemos vivido siempre aquí en Culiacán.

Y nos hemos acostumbrado a sufrirlas, con rabia e impotencia mal disimulada; pero más rápido hemos aprendido a superarlas, lo antes posible.

La normalidad a la ciudad comenzó a recuperarse desde las primeras horas de la tarde del viernes próximo pasado, apenas 24 horas después de los hechos y para el sábado, daba la impresión de que nada anormal había sucedido en Culiacán.

Qué mejor ejemplo: al caer la noche, más de 15 mil personas reunidas en el estadio Tomateros, en sana convivencia, para disfrutar el primer partido de la serie de beisbol entre Tomateros de Culiacán y Sultanes de Monterrey, con final feliz, hasta eso: victoria de 3 carreras contra 0, que una buena parte celebró en los establecimientos nocturnos de la ciudad.

En el curso del día: restaurantes abarrotados, desde las horas del desayuno y hasta la cena; comercios abiertos; feligreses en los templos; gente que corría en los espacios públicos destinados para ello; tráfico normal; reuniones familiares, celebraciones. En fin.

Somos de otro barro, no cabe duda.

Y es que, la verdad, es lo mejor que podemos hacer: darle normalidad a nuestras vidas. Escondernos en nuestras casas a lo único que abona es a expresar miedo y temor a una delincuencia organizada que quizás a eso aspira precisamente: a mantenernos a todos bajo un clima de terror.

Hay que acatar el llamado del gobernador del Estado Quirino Ordaz Coppel: mantener a nuestro Estado en el sitio que le corresponde a base de trabajo, tezón, estudio y convivencia organizada.

Y bueno, pues que Dios los bendiga.

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