= Colinda con Foz Iguazú, cataratas y Puerto Iguazú
= En el vértice de los ríos Iguazú y Paraná
= Ciudad fundada en la búsqueda de una salida al mar
= Libre comercio y compras, su atractivo medular
Por: Jorge Luis Telles Salazar
Ciudad del Este, Paraguay; Foz de Iguazú, Brasil y Puerto Iguazú, Argentina, configuran una de las dos triples fronteras localizadas en América del Sur. A Ciudad del Este y Foz de Iguazú, los separa el río Paraná; a Foz de Iguazú y Puerto Iguazú, el Río Iguazú. Más al sur hay otra tiple frontera, también marcada por ríos: Barra de Quarai, Brasil; Monte Caseros, Argentina y Bella Unión, Uruguay. Aquí, el vértice lo forma la unión de los ríos Uruguay y Cuareim.
La más conocida, sin embargo, es la que integran Ciudad del Este, Foz de Iguazú y Puerto Iguazú, por ser un punto turístico de renombre mundial. Como que en ese sitio, precisamente, se ubican las cataratas de Iguazú.
Ciudad del Este, es la segunda ciudad más importante de Paraguay y fue fundada apenas en el arranque de los años cincuentas (siglo XX), como un paso relevante del gobierno de ese país, en la búsqueda de una salida al mar, en el entendido de que Paraguay y Bolivia son los únicos países de América que no tienen comunicación directa ni con el Océano Pacífico ni tampoco con el Atlántico. La idea era convertirla en puerto para utilizar el Paraná, hasta Buenos Aires o bien el Uruguay hacia Montevideo.
A la fecha, esa es la ruta hacia el mar; pero fue otro proyecto, paradójicamente, el que detonó a esta ciudad como una de las principales impulsoras del desarrollo de la región: la convirtieron en zona franca, de libre comercio y ello la colocó, rápido, como una de las mas grandes del mundo en este género, al recibir diariamente a miles de compradores de productos extranjeros (fabricados en China y Estados Unidos), procedentes de las naciones vecinas: Brasil y Argentina e incluso Uruguay, ya más lejos de la frontera.
Así las cosas, recorrer esa región del mundo, implica una visita obligada a Ciudad del Este, que es también una ventana de observación hacia Paraguay, una de las naciones de mayor marginación en esos confines del continente americano.
Habitualmente el turista internacional, el que se encuentra en Foz de Iguazú, estimulado por las cataratas de Iguazú, cruza el puente de la Amistad, sobre el río Paraná y en un abrir y cerrar de ojos ya cambió de idioma: de portugués a español, un español muy propio, con el típico acento sudamericano; pero diferente al uruguayo, al argentino o al chileno. Foz de Iguazú, en tierras más altas, se aprecia desde cualquier punto de Ciudad del Este. Da la impresión, incluso, de ser un solo conglomerado urbano.
Esta ciudad se localiza en el extremo Este del país, a 327 kilómetros de distancia de Asunción, la capital de la nación y es, a su vez, la capital del departamento de Alto Paraná, con 300 mil habitantes, que si les sumamos los de las ciudades conurbadas – Hermandarias, Minga Guazú y Presidente Franco – asciende a 500 mil y se convierte en la Gran Ciudad del Este.
Ingresar a Paraguay por ese paso fronterizo, implica un trámite migratorio sumamente sencillo. Bueno, al menos, para quienes poseemos pasaporte mexicano. Solo mostrarlo a un desenfadado agente, escoltado por un militar y se acabó: a cruzar el puente de la Amistad, sobre el Paraná.
Tan fácil es que el tour por la ciudad corrió a cargo de un taxista brasileño, quien se convirtió en nuestro guía a lo largo de una jornada dominical, mismo que nos llevó al Museo Histórico de Menrú, que exhibe artefactos utilizados en la guerra del Chaco; una muy pobre catedral metropolitana y un todavía más pobre estadio de futbol, donde juega el club Atlético 3 de Febrero, que es el de primera división. La guerra del Chaco, para su información, fue un conflicto bélico de la década de los treintas entre Paraguay y Bolivia, por los mismos motivos de casi todas las guerras: expansión territorial.
En realidad no hay mucho que ver en una ciudad en la que la mayor parte de la gente acude a comprar artículos extranjeros, caracterizados por lo que no existe: bueno, bonito y barato. Operan, cierto, algunos almacenes y centros comerciales; pero los visitantes prefieren el comercio informal – o sea: lo tianguis – que atiborra calles y avenidas de la ciudad, especialmente las cercanas a la frontera.
Viajar a Asunción ya no era opción práctica en un itinerario tan ajustado, en un solo día disponible. Implicaba un viaje de cuatro horas a través de una carretera de solo un par de carriles o bien un vuelo doméstico, de media hora, que ya no se apegaba a nuestras necesidades, de tal forma que solo nos quedamos con Ciudad del Este, que es observar una parte importante de ese país.
Al caer la tarde dominical, el regreso a Foz de Iguazú, para disfrutar las bondades de un hotel de cinco estrellas y una cena esplendida a base de espadas brasileñas, con una inmensa cantidad de cortes de carnes rojas, de primerísima calidad.
Y un día después, el vuelo a Río de Janeiro, para continuar luego a Sao Paolo y el regreso a la capital de nuestro país.
Así el tour por América del Sur.
Bien vale la pena.