= Tras imponerse a Jalisco en cinco partidos
= Esa misma noche, el parque fue demolido
= Vázquez, “Danny” y Robles, en la loma
= Primer campeonato para Benjamín Gil
Si el último día de vida del legendario estadio “Angel Flores” hubiese sido redactado por un guionista de cine, no hubiese resultado mejor: el lunes 26 de enero de 2015 se abrieron sus puertas por última vez en su grandiosa historia y ese mismo día se cerrarían para siempre, independientemente del resultado del partido de esa noche: el quinto de la serie final entre Tomateros de Culiacán y Charros de Jalisco, de la temporada 2014-2015 de la Liga Mexicana del Pacífico. Tomateros-Charros, al que llaman hoy día el nuevo clásico del circuito invernal.
Culiacán está arriba en la serie, 3 juegos contra uno, exactamente igual que once años atrás, cuando su campeonato número nueve, sobre los Yaquis de Obregón. Si se quiere coronar ya, Tomateros debe ganar ese encuentro; lo contrario implica volver a la ciudad de Guadalajara, para un sexto y hasta un eventual séptimo cotejo, con un grado de dificultad mucho muy superior.
Sin embargo, ¿Qué mejor manera que decirle adiós al “Angel Flores” y todas sus leyendas, que con un nuevo título? Eso lo sabemos todos y lo deseamos todos. Dista mucho de ser un partido cualquiera. Se trata, antes bien, de un juego con dimensiones de memorable. Por demás está decirlo: una noche fantástica y un entradón en el coso de la colonia Almada, de esta ciudad.
Ya no está Paquín Estrada al timón de la nave guinda, luego de sus seis campeonatos. En las últimas once temporadas – de 2004 al 2015 – Culiacán no ha podido protagonizar ninguna final. Se ha quedado cerca; pero hasta ahí. Ahora el manager es Benjamín Gil, en quien la directiva ha depositado toda su confianza, para enderezar el camino y retomar la ruta de los campeonatos. Como pelotero activo, Benjamín Gil tiene toda una historia con el equipo guinda.
Así las cosas, Tomateros va por todo. Y en un santiamén está arriba 3 carreras contra 0, en un relampagueante ataque de tres anotaciones frente a la serpentina de Marco Tovar en el tercer episodio: la primera de ellas, timbrada por Sergio Omar Gastelum, tras doblete de Ramiro Peña y las otras dos, luego de hits ligados de Rico Noel y Maxwell León. Toda una generación de color guinda: Ramiro Peña, Noel y Maxwell, más Joey Meneses y posteriormente Sebastián Elizalde.
Hay fiesta en el graderío, la cual crece de intensidad, con un cuadrangular de Ismael Salas, por todo el jardín izquierdo, que pone la cosas 4-0 a favor del equipo local y que representa un sólido colchón para el zurdo Anthony Vázquez, el abridor de lujo de Tomateros durante las últimas temporadas. En esa postemporada, Anthony ocupó el sitio estelar.
Vázquez ocupa de solo 13 bateadores para sacar los primeros doce outs y luce impresionante, dominador, sobre el centro del diamante. Sin embargo, un descuido frente a Marquez Smith, primero del quinto inning, le cuesta la primera carrera del desafío y Charros acorta distancias a un 4-1; en el sexto, Leo Heras produce con una rola al infield y en el octavo, CJ Rotherfod le parquea la pelota por el centro del parque, para cerrar la pizarra a un estrujante 4 carreras contra 3, que enciende las luces de alerta en el graderío.
Benjamín Gil va por Anthony, quien se va a la casa-club en medio de una estruendosa ovación de la fanaticada. Bengie trae un as bajo la manga: el zurdo Héctor Daniel Rodríguez, en ese momento, entre los mejores lanzadores del beisbol mexicano.
“El “Danny” – nos cuenta el historiador y cronista deportivo Edgar Maldonado – entró tremendo: dominó a Jesús López y al “Mosco” Arredondo, con sendos batazos al cuadro y ponchó al Manny Rodríguez, para sacar los tres outs y dejar listo el escenario para la última entrada, en la cual Charros vendría con Leonardo Heras, Japhet Amador y Márquez Smith, tercero, cuarto y quinto en el orden al bat de Jalisco”.
Y si, Tomateros se va en blanco en el cierre de la octava entrada y Héctor Daniel sale a la lomita para buscar los tres outs finales, alentado por un griterío infernal. Y saca el 25, con “chocolate” para Leo Heras; pero el juego no ha terminado. Entra el manager Benjamín Gil y le pide la pelota, ante las protestas de la afición, que todavía crecen más, cuando se decide por Oscar Villareal, que era su cerrador de lujo; pero venido a menos, lamentablemente, a lo largo de la postemporada.
Villareal se crece para dominar al gigante Amador y encara a Marquez Smith, el quinto en el line up, con altas dosis de poder. Villareal, en todo momento, está arriba en el conteo y el siguiente lanzamiento es una curva que rompe hacia la esquina de afuera. Hay un swing arrepentido de Smith, que el ampáyer principal Damián Hernández no duda en marcar como “estraick”. Lo corroboran con el juez de primera base, Daniel Rubio y este confirma la sentencia en contra de Jalisco: es el out 27, el del título para Tomateros.
Y mientras algunos peloteros de Jalisco intentan comerse vivo al ampáyer Hernández, ya la celebración está en todo su apogeo. Gracias a un dispositivo de seguridad previamente implementado, no se produce la consabida invasión al terreno de juego, de tal modo que la afición celebra ruidosamente desde sus lugares. Once años tuvieron que transcurrir para un nuevo título, entonces la reacción era más que justificada.
Ahí mismo, sobre el campo de juego, Juan Manuel Ley, el presidente del club, recibe el trofeo de monarca, al tiempo que hace un diez con los dedos de sus manos y mientras la gente corea, a toda voz y de nuevo el “We Are The Champions”, la canción emblemática de Freddy Mercury, el estrella indiscutible del grupo Queen.
Así terminaba la temporada 2014-2015 con la coronación de Tomateros de Culiacán y también con la historia del estadio “Angel Flores”.
Al amanecer del martes 27 de enero de 2015, del “Angel Flores” ya solo quedaban ruinas.
Si, mientras la gente celebraba por todos los rincones de la ciudad, el viejo estadio era demolido, para dar paso al que es, todavía, el mejor de América Latina, inaugurado el 10 de octubre de ese mismo año: el 2015.
Así sucedió. Sin quitarle ni ponerle.
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