Yo me niego a aceptar la historia
como una mera superposición de azares mudos.
Alfonso Reyes
El discurso sin serlo todo, tampoco deja espacios vacíos. Para cada administración municipal, estatal o federal, la madeja de su discurso se comienza a enhebrar desde las campañas políticas. Y toma verdadera carta de ciudadanía desde el primer día de gestión, aunque le falte el acta de bautismo que se da con el plan de gobierno, en que cada administración pública pretende dar sentido oral y conceptual a su accionar en los primeros meses de ejercer el poder.
En la vida pública el discurso es rostro y espejo. Cada palabra dicha para apuntalar un proyecto o una decisión política, cada oración para justificar una actitud o política pública va esculpiendo el rostro, la cara de una administración, pero también se va convirtiendo en el bruñido espejo en que se reflejan, más temprano que tarde, el semblante acompañado de los visajes y muecas involuntarios y hasta los obligados por circunstancias que no faltan en la vida pública.
El gobernador Rubén Rocha prometió en campaña recibir en audiencia el primer día de gobierno a familiares con desaparecidos y a los desplazados por razones de violencia. Y lo cumplió. Ese gesto dejó un buen sabor de boca no sólo entre los sectores sociales mencionados, sino en la sociedad en general, pues los primeros pasos en el ejercicio del poder se daban junto a grupos sociales de alta vulnerabilidad. Los compromisos y acuerdos de ese cercano y distante lunes primero de noviembre de 2021, invitaban a pensar que la marcha durante el resto de la gestión gubernamental sería no a marchas forzadas, pero sí a paso firme.
Algunas medidas y nombramientos en los siguientes días y meses indicaron que la tónica del primer momento seguía en pie: se cubrieron los espacios en la Comisión de Atención Integral a Víctimas, se consultó a colectivos de familiares con desaparecidos sobre la titularidad de la Comisión de Búsquedas y se creó la Subsecretaría de Derechos Humanos. En el histórico primer día, se acordó el establecimiento de una mesa de trabajo permanente entre las instancias gubernamentales relacionadas con los temas, los sectores vulnerables mencionados y la presencia escalonada del gobernador. Esta parte no se ha cumplido para familiares con desaparecidos y es muy irregular para el caso de desplazados.
Entre las cosas que reconocemos que fortalecen el discurso oficial está la creación de la Secretaría de la Mujer, el cuidado que se dispensa a las carreteras estatales y el celo observado en atender la obra pública que resuelve problemas de infraestructura y equipamiento urbano y rural, descartando la construcción faraónica. Pero hay algunas cosas que debilitan el discurso y que reclaman cambio urgente de actitud. Se observa el principio de fatiga en la persona del gobernador. Luce cansado no pocas veces, sin la espontaneidad y frescura de su etapa de senador y con respuestas inadecuadas a problemas, a cuestionamientos de periodistas, de organizaciones sociales y personas.
Hay otro tema donde el discurso demanda claridad y transparencia plena: la prometida justicia para los casos de periodistas asesinados en ejercicio de su oficio. Cala sobre todo la reciente pérdida de Luis Enrique Ramírez, en cuyos presuntos responsables no se ha ejecutado las órdenes de aprehensión. Es cierto que ya contamos con la Ley de Protección a Activistas de Derechos Humanos y Periodistas y que atendiendo dicha legislación ya se creó el Instituto de Protección correspondiente.
En el discurso oficial cabe un horizonte: la Agenda 2020-30 de la ONU. Y es oportuno señalar aquí que buena parte de las metas reivindicadas por el organismo internacional y retomadas por el gobierno de Rocha, son banderas que desde hace décadas los organismos no gubernamentales hemos planteado constantemente. La narrativa estatal puede mejorar su perfil si muchas de las tareas se empujan con la participación de esas organizaciones de sociedad civil. Una cosa que destaca en el recurso comunicativo oficial es cierto sabor a desconfianza hacia las organizaciones no gubernamentales, como desplazados, policías jubilados de los municipios, ambientalistas y de defensa de los derechos humanos.
En nuestro discurso queda muy claro que promover el Estado de derecho democrático, buscar el cumplimiento de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, y empeñar fuerzas e inteligencia para alcanzar el bienestar para todos, es responsabilidad no sólo de la autoridad, reclama el concurso ciudadano universal. Desde alguno de sus escurridizos recovecos el discurso nos recuerda que transformar (objetivo declarado por el gobierno rochista) implica jalar el eslabón adecuado de la cadena que eche a andar los resortes de la economía y de la sociedad, cuidando en todo momento de la naturaleza y el bienestar social. Creo que este gobierno estatal tiene grandes posibilidades de transformar a nuestra entidad. El discurso está cincelando su rostro frente a la Agenda ONU 2020-30. Ojalá se mantenga en los compromisos de origen. Vale.
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