columna oscar¿Quiénes son los que sufren?

No sé, pero son míos.

Pablo Neruda

Hay una crisis humanitaria. Lo venimos diciendo desde 2017 al registrar altos índices en homicidios, desaparición forzada de personas y desplazamientos por razones de violencia. La situación no ha cambiado desde entonces a pesar del cambio de régimen político en 2018. La variación en las estadísticas no es contundente y no se puede asegurar que lo peor en materia de seguridad haya pasado. En 2016 se registraron 24 712 homicidios y para 2017 se dispararon a 32 230. La tendencia se mantuvo para 2018 con 36 485, luego viene una tímida caída en 2019 con 36 065 y en 2020 a 35 644. En 2021 se registraron 35 625 homicidios. Muy lejos estamos de la caída estadística de 2014-15 y no se diga del registro más bajo desde 1990: los números de 2007.

 

En materia de desapariciones forzadas el Subsecretario de Gobierno para Derechos Humanos, Alejandro Encinas, reconoció hace meses que ya habíamos acumulado 101 mil personas que no regresaron a sus hogares entre 1964 y los primeros meses de este año. Y, de acuerdo al registro oficial, desde el primer día del gobierno de AMLO hasta el 17 de abril del presente año, desaparecieron 30 mil 623 ciudadanos, cifra muy superior a la contabilizada en el sexenio anterior, que fue de 15 mil 633 casos.  

 

Los desplazamientos de grupos de personas o de comunidades enteras son la respuesta a las presiones que ejercen los grupos delincuenciales en las zonas o regiones de influencia. Las expresiones de violencia fuerte ni son permanentes ni simultáneas, por eso tan presto se manifiestan en Chihuahua, en Sonora, en Guerrero, Chiapas o Sinaloa. Pero el esquema georeferencial de los tres renglones del delito tienen una similitud asombrosa. Y cuando hablamos de crisis humanitaria es porque las víctimas de dichos delitos van juntas, se ubican en las mismas coordenadas y sus victimarios tienen el mismo perfil y los mismos intereses.

 

En la década anterior se consideró que el número de desplazados era un millón a lo largo y ancho del país. Chihuahua, Guerrero y Sinaloa, destacaban como principales expulsores de personas de sus lugares de origen por razones de violencia. En los días presentes no se han hecho cálculos de lo acumulado. Digamos que se ha sumado al menos otro medio millón de personas. Lo que hemos rescatado de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, es que, entre enero de 2019 a julio de este año, al menos el 52 por ciento de los desplazados son ciudadanos de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Y agrega que a nivel nacional entre enero y julio de este 2022, los desplazados llegaron a 4 mil 521. Por nuestra experiencia creo que la realidad es más severa.

 

Ese es el marco que se vive a nivel nacional, ¿cuál es el entorno para Sinaloa al transcurrir el primer año de gobierno rochista? En el primer día de gestión gubernamental, Rocha arrancó recibiendo a familiares con desaparecidos y a representantes de grupos de desplazados. Buen gesto sin duda. Era el reconocimiento de una prioridad que había que atender ya.

 

En el tema de desaparecidos la Fiscalía General del Estado mantiene un registro en 389 páginas de 3 mil 889 casos. Cabe aclarar que la etapa de las desapariciones forzadas de los años setenta y una parte de los años 1994-96 no se contemplan en dicha relación. Es bueno dejar asentado que la llamada cifra negra en este delito es demasiado densa y brumosa como para aventurar un cálculo de lo que no se registra. Hay dos referentes de prestigio a los que acudimos cuando se trata de considerar la magnitud del problema: un estudio realizado por la Revista Espejo en coordinación con la Universidad de California y el trabajo del Periódico Noroeste. En ambos se considera que no regresan a casa al menos tres personas cada día. El gobierno de Rocha asegura que el número de desapariciones ha venido a la baja. No lo pondremos en duda, pero tampoco es para considerar que la crisis se está superando.

 

En homicidios Sinaloa registra una caída desde el año 2018. La página de la FGE informa para ese año 1 mil 123, en 2019 baja a 936 y esa tendencia sigue en 2020 con 810, mientras en 2021 se registran 645 casos. Y en los nueve meses transcurridos de este año se habla de 385 homicidios. Estos números permiten presumir que el delito va en caída, pero familiares con desaparecidos y especialistas no dejan de insistir en que hay vasos comunicantes entre este delito y la desaparición forzada (donde la mayor parte de las personas encontradas lo es sin vida) que no permite dar por definitivos los números del renglón de homicidios. ¿Qué hacer cuando queremos ponerle límites a la crisis humanitaria?

 

En el renglón de desplazados, habrá que reconocer que si bien se sigue dando el desplazamiento hormiga: una, dos o más familias por día en diferentes zonas de la entidad, no se han presentado las diásporas en mesas que se vivieron en 2009, 2012, 2015 y 2017. Pero el fenómeno presenta dos rasgos principales que no se han atendido de manera puntual y correcta: por un lado la atención a quienes tienen la calidad de desplazados sigue siendo parcial, mientras las condiciones inseguras de sus lugares de origen se mantienen. El desplazamiento hormiga (a cuenta gotas) habla del riesgo de que en cualquier momento tengamos un dolor de cabeza grande en este renglón. El gobernador Rocha se comprometió a darle seguimiento a desplazados y desaparecidos a través de una mesa de diálogo. No se cumplió. Es hora de retomar los temas. Vale.

 

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