columna oscar

Que están muertos, unos de hambre y otros de esperanzas,

y no pocos de envidia.

Lope de Vega

Llegar a la mitad del camino sin perder el paso es un logro importante. El optimismo de Andrés Manuel López Obrador tiene cimientos, pero México es un país tan lleno de carencias y desbordado por mil problemas de añejas raíces, que no caben las euforias y menos las expresiones de soberbia. Convencido de que hay un balance positivo con el gobierno de la Cuarta T, creo que también vale la pena enlistar los renglones de la vida pública en los que ahora deben coincidir las fuerzas progresistas y el Estado, con el fin de que la igualdad y justicia social tomen la andadura que les urge.

Bajo la sentencia contra los regímenes anteriores: “Tengan para que aprendan”, AMLO señaló los 7 grandes logros (récords)de su gobierno: remesas, inversión extranjera, incremento al salario mínimo, no devaluación del peso, no incremento de la deuda, índices de la bolsa de valores y en las reservas del Banxico. En general los tópicos mencionados funcionan mejor cuando hay confianza en el gobierno y sus políticas centrales, que en momentos donde el choque con los grandes intereses son lo más destacado del horizonte próximo de una Nación.

Para explicar todo lo anterior hay que tocar cada renglón con la profundidad que reclama por su cuenta, pero para estas líneas digamos que las remesas dependen en mucho de las condiciones que encuentran nuestros connacionales en el extranjero; la inversión extranjera sube o baja según expectativas de negocios a corto plazo; el alcance del salario mínimo está muy cercano de la voluntad oficial; la fortaleza del peso siempre navega en arenas movedizas y puede cambiar en cualquier instante; la deuda es un fenómeno de doble cara: sin nuevos préstamos la deuda no crece en dólares, pero sí en nuestra moneda (por devaluación), agregando el odioso servicio (intereses) de dicha deuda.

Por lo demás, la fortaleza de la bolsa de valores no necesariamente es la salud de la economía nacional. Los especuladores del capital, nacionales y extranjeros, suspiran por ganancias y no por el florecimiento de la industria o del comercio. Y las reservas del Banxico, que debieran ser muro de contención para la defensa del peso, en el momento menos pensado se convierten en alimento de los insaciables especuladores, domésticos y forasteros.

Pero bien haya el florecimiento de los 7 renglones mencionados. En tanto, es nuestra obligación mencionar que arrastramos con una crisis de carácter humanitaria desde hace décadas y durante estos casi tres años de gobierno no se ha podido atajar. Me refiero al campo de la inseguridad: homicidios, desapariciones forzadas y desplazamientos internos. Las estadísticas oficiales dicen que los homicidios van a la baja, pero no se toman en cuenta los saldos que dejan las desapariciones. ¿Dónde ubicamos los restos encontrados en fosas clandestinas? Tampoco hay una estrategia de Estado para resolver esa crisis.

El medio ambiente y el Huracán Nora nos han hecho una gran revelación: pusieron el dedo sobre las prioridades que deben atender las políticas públicas. Esperemos que los gobernantes locales que están por arribar a sus responsabilidades lo entiendan, particularmente los que tienen planeado obras de gran inversión, cuya utilidad frente a las necesidades de la población es dudosa y obliga a postergar lo urgente: la ingeniería que requieren ríos, canales, zonas bajas y arroyos, para que ciudades y comunidades rurales sufran los menos posible las consecuencias de las lluvias diluviales, pues en las circunstancias de hoy, con un huracán que no desarrolló todo su potencial, comunidades costeñas de El Rosario y Culiacán, quedaron bajo el agua.

Aunque la información oficial de Sinaloa nos dice que el 84 por ciento de la población con 18 años y más tiene al menos una vacuna y el 54 por ciento el esquema completo; las estadísticas de la Secretaría de Salud nos indican que los contagios van a la baja, pero aún tenemos mil 278 casos activos. El martes 31 de agosto se registraron 198 contagios y 18 fallecimientos en el estado. Las cifras nos dan un consuelo, pero la idea de una victoria definitiva contra el virus está lejos aún. Esto ha llevado a una polémica entre autoridades, sindicato de maestros y padres de familia en torno al regreso a clases con presencia en las aulas. El Huracán Nora dio un respiro al debate, pero este ha regresado.

Los planes y presupuesto de gobierno para 2022 no pueden estar ajenos al horizonte que dibuja una probable cuarta oleada del Covid-19. Lo decimos porque todo ello no sólo pautará las conductas de maestros y alumnos en las aulas, sino el comportamiento de toda la población. La OMS ve el próximo invierno como la estación propicia para las influenzas y el coronavirus es un pariente cercano y renegado. Con todo y que en Sinaloa hoy se dispone del 72 por ciento del total de las camas Covid-19, una prioridad es ampliar la infraestructura hospitalaria, la disponibilidad de insumos, intensificar las campañas preventivas, mejorar la situación laboral del personal de salud y dimensionar el presupuesto de salud, fortaleciendo el Sistema de Salud Pública. Vale.

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