columna oscar loza ochoa

El futuro se aprende pronto si nos obliga la necesidad.

Primo Levi

 

Este martes 6 de abril me convertí en un número: el 17 millones 645 mil 644. Es el folio de registro como vacunado con la primera dosis de la opción preventiva AstraZeneca. La breve y complicada aventura para terminar vacunado bien merece ser comentada. En primer lugar, un reconocimiento a los esfuerzos del Estado mexicano para gestionar las vacunas allende nuestras fronteras y a la distribución y aplicación de las mismas por un sistema de salud pública que no termina de reponerse de la inanición a que fue condenado por décadas y por el loable trabajo voluntario de otras instituciones como la UAS.

 

A pesar de una larga experiencia en el terreno de las vacunas, al menos desde que se aplicó muy en serio aquel producto que nos obsequió Jonás Salk contra la poliomielitis, seguimos actuando en no pocos aspectos como un clásico país tercermundista. De la vacuna contra la polio, que cumple 66 años este 12 de abril, le consta a mi generación que, sin la tecnología de estos días, las brigadas recorrieron la geografía nacional con la eficiencia que permitían tiempos y condiciones. En el brazo izquierdo de tres generaciones ha quedado la cicatriz de las primeras campañas de vacunación polivalente.

 

Pero ahora, varias cosas se han prestado para la confusión. Hubo una declaración inicial del Secretario de salud en la que se explicaba el procedimiento a seguir para recibir la vacuna. A la par circularon algunas noticias en los medios en las que se decía otra cosa. Y para hacer más complicado todo, muchos ciudadanos acudían a los centros señalados como informativos y para emitir folios a quienes no los hayan obtenido por internet. Las informaciones que allí se dieron, en muchas ocasiones no tienen pies ni cabeza.

 

En el caso de mi esposa y mío, hubo mucha suerte. El día lunes y sin mucho trámite nos programaron para el día siguiente a la 12:30 pm. Luego de torear los fuertes rayos del sol y cruzar una aduana en la que había que reportar algunos documentos, a las 2:26 pm ya estaba vacunado. Siguen las interminables colas y complicados trámites y algunas reflexiones ganan el pensamiento de muchos: en Sinaloa hay una Secretaría de Innovación que después de más de 4 años de existencia no se le encuentra alguna aportación para casos como este; quizá se debió solicitar orientación a la Barandilla de la Policía Municipal, pues sin mucho trámite y aunque el detenido se cambie de nombre, al registrar su huella dactilar, el sistema arroja sin demora el nombre verdadero y todos los antecedentes en conductas antisociales. Algo pasa en esta campaña de vacunación que nos ancla al atraso, ¿sin remedio? No, si hay remedio.

 

El 7 de abril fue declarado Día internacional de la salud por la Organización Mundial de la Salud (OMS), enhorabuena. La fecha nos invita a realizar un breve balance de lo que vivimos en la pandemia. Que la vacuna debe ser un bien común para la humanidad, es una de las verdades que se imponen hoy, luego de que casi tres millones de personas fallecieron por coronavirus y cerca de 130 millones han sido contagiados. Con mayor razón cuando no más del 1.5 por ciento tiene la vacuna en un universo de 7 mil 700 millones de seres humanos.

 

La OMS escogió un bello lema para este 7 de abril: "Construir un mundo más justo y saludable". La consigna es un verdadero poema y nos inclina a reflexionar sobre la situación de que las naciones más pobres (al menos de 70) no tendrán vacunas antes de 2023, mientras los países desarrollados, con menos del 14 por ciento de la población mundial, mantienen en su poder más de la mitad de las vacunas disponibles.

 

Sudáfrica y la India gestionaron por el mes de octubre del 2020, que la Organización Mundial del Comercio (OMC) mediara para obtener una exención temporal sobre las obligaciones de patentes, que contempla el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC). La idea era producir vacunas genéricas a bajo costo, con el fin de lograr una exitosa vacunación a toda la población. La OMC no simpatizó con la propuesta. Pesó más el interés por las ganancias que el valor de la vida.

 

La OMS buscó desde temprano romper las barreras que ya conocía y que impiden un acceso más democrático a las vacunas. Creó junto a UNICEF, The Vaccine Alliance (GAVI) y la Coalición para las Innovaciones en la Preparación para Epidemias (CEPI) el llamado Covid-19 Vaccines Global Access (COVAX). La idea del proyecto es una distribución mejor de las vacunas, pero los estudios especializados indican que, en los 70 países del sur pobre, donde viven “los condenados de la tierra”, como los definió Frantz Fanon, sólo serán vacunados un de cada diez habitantes durante el presente año. De continuar las condiciones existentes, repetidas oleadas del Covid-19 (con su amplio abanico de cepas) vendrán con sus apocalípticas consecuencias, sin que los países más vulnerables y sus marginados habitantes puedan tener algo más que resignación. Construir un mundo más justo y saludable, como lo plantea la OMS, es la utopía número uno de hoy. Que sea nuestra divisa. Vale.

 

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