columna oscar

 

Si el mundo continúa gobernado

por los mismos irresponsables que nos trajeron aquí,

no habrá soluciones sino más conflictos.

Ricardo Aronskind

 

—Arcubia murió de frío. —Dijimos con tristeza en 2006. Ahora, con toda la vergüenza encima diremos: —Antonio Camuchi murió de hambre. Qué tienen en común estos dos desventurados hombres: son sinaloenses, indígenas ambos, el primero era un rarámuri del Centro Ceremonial de La Cieneguita de Núñez, municipio de Choix, y el segundo un tarámuri de la comunidad de Jicapori, de Sinaloa municipio. Y pobres entre los pobres. Si Arcubia no tenía más cobija que el sol que nos alumbra, Camuchi sólo contaba con una despensa semestral como apoyo del gobierno estatal. La hemoglobina normal marca al menos 13.5 gramos por decilitro y la anemia severa de Camuchi la apachurró hasta los 5.

 

El día que Camuchi llegó al Hospital Integral de Sinaloa de Leyva, supieron que necesitaba de una transfusión de sangre, por eso lo enviaron al Hospital General de Guasave. Le urgían cuatro unidades del vital líquido. En los 10 días que pasaron desde que bajó de la sierra, nunca le aplicaron una sola unidad. —Estamos profundamente encabronados. —Dijo el maestro Román Rubio, protector de los tarámuri. Y tiene mucha razón, hay abandono. Agregamos que a solicitud de su parte, el día 19 de junio pasado la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, le envió un oficio al Secretario de Salud, Efrén Encinas, con el fin de que mandaran una Caravana de la Salud a varias comunidades tarámuris, entre ellas Jicapori. Nos dijeron que sí, pero la última visita sanitaria data de noviembre pasado.

 

Tantas cosas de primer orden que el coronavirus nos presenta y líderes políticos y gobernantes locales siguen perdidos en las cosas de segundo plano. Los panistas traen ahora la iniciativa de modificar el Bando de Policía de Culiacán, con el fin de hacer obligatorio el uso de cubrebocas y sancionar a quien lo porte. Ya el Presidente municipal Estrada Ferreiro saludó dicha iniciativa. Por lo que, de no haber cordura en la mayoría del Cabildo, la reforma saldrá adelante. No importará que el mismo Presidente Andrés Manuel haya condenado las medidas de corte autoritario para enfrentar la crisis.

 

El absurdo se apodera de no pocas decisiones en la Comuna de Culiacán, pues hasta obligatorio quieren hacer el cubrebocas y la jefatura de mercados, que se ha vuelto un segundo coronavirus letal contra los vendedores ambulantes, ya les leyó la cartilla de que ellos no pueden vender cubrebocas. La razón: en los gafetes que les dieron a los ambulantes no están contemplados esos accesorios como “novedades”. Vaya razonamiento de mercados: con esa lógica son ellos los que salen condenados por no haber previsto cuando emitieron dichos documentos que este año habría una pandemia.

 

Ya hemos insistido mucho en que las autoridades no malgasten fuego en infiernitos (asuntos que pueden y deben conciliar), pues la crisis nos está adelantando ya algunos tragos amargos de lo que serán sus momentos más críticos y necesitarán de mucha voluntad, imaginación y recursos para enfrentarlos: muchos negocios de Culiacán están cerrados. No abrirán. Y con su quiebra dueños y trabajadores inician la etapa más difícil frente a un Covid-19 y una crisis económica, cuya única certeza es que hoy rebasan nuestras posibilidades de vencerlos.

 

El Estado mismo ha abdicado de algunas funciones que le son inherentes e imprescindibles. Este martes 28 de julio, los abogados del país, organizados en colegios y federaciones, hicieron plantones en las instalaciones del Poder Judicial de las 32 entidades federativas, exigiendo que se reabran los juzgados. Después de casi 5 meses sin funcionar, expedientes y conflictos forman un volcán a punto de estallar y “se falta al derecho humano a la impartición de justicia que reconoce el Artículo 17 Constitucional y el Artículo 8° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, dijeron a los medios presentes.

 

Los tres poderes de Sinaloa de una u otra forma han dejado de lado funciones esenciales. El Congreso no ha encontrado la forma definitiva para atender los asuntos propios, el Poder Judicial local, a diferencia de homólogos de otras entidades, ni tiene digitalizados los expedientes ni formas para que las consultas a los mismos no se interrumpan. El Gobierno de Sinaloa, apostó más a un acuerdo con el sindicato para que los trabajadores se ausentaran indefinidamente que a la atención de las necesidades y problemas. Esto afectó a los tres poderes. Y sin duda a miles de ciudadanos que tienen en espera tantos asuntos pendientes de solución.

     

Muchas empresas nos han demostrado que para gestionar y dar solución a muchos de sus asuntos no es necesario el seguimiento presencial. En cuatro meses con las oficinas cerradas los tres poderes no han encontrado el camino correcto para su reincorporación. Hasta la Secretaría de Innovación “tomó las de Villadiego”. ¿Qué no es aquí donde debió justificar su existencia? Al menos al autodefinir su misión dice impulsar la incorporación de la innovación en las dependencias de gobierno. Al final remata: “así­ como el empleo de tecnologí­as de la información que permitan establecer un gobierno innovador y brindar servicios eficientes”. Parece que este 3 de agosto reabrirán las oficinas de los tres poderes y con ello reiniciará la atención ciudadana. El reinicio administrativo exige mayor eficiencia y eficacia, además de sanas distancias. ¡Ah, y un sentido democrático del servicio público! Vale.

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