columna oscar

 

Seguimos buscando por todas partes entre el rastrojo.

Muchas lamentaciones revueltas con esperanzas.

José Emilio Pacheco

 

Varios miembros de la generación que parió el 68 se han despedido de la vida este 2019. Uno de los más recientes es Marco Antonio Parra Inzunza, “el Mayco”. ‒El compañero más noble de nuestras andanzas políticas juveniles. ‒Dice José Luis López Duarte. Esa definición encierra una gran verdad. Lo conocí en 1969 siendo alumnos de la Preparatoria Zapata, cuando era popular. El activismo universitario nos identificó. Después la actividad social y política nos llevó por los mismos caminos y aventuras ideológicas. Cada quien con sus vocaciones y cualidades. Mayco no era orador, pero le sobraba temple para corregirnos la plana en la vida interna. Descanse en paz.

 

Se acerca el V aniversario de la abominable noche de Iguala en la que desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Es obligado un repaso de los hechos y de la intensa historia que durante cinco años han vivido las familias de los 43, la Normal Rural “Isidro Burgos” y la sociedad mexicana. El corazón de México sufrió una de las heridas más profundas y dolorosas en esa noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014. La sociedad mexicana salió a la calle y su convocatoria le dio nueva vida a la consigna setentera de ¡Vivos se les llevaron, vivos los queremos! Y fue más allá: se convirtió en eje aglutinador de muchos reclamos a lo largo y ancho del país en materia de desaparición forzada de personas.

 

El Estado no esperaba ese despertar ciudadano que tomó calles y plazas en todo el país y que inspiró la solidaridad en los cinco continentes, en todas las lenguas conocidas y en las más diversas formas creativas de expresión. La autoridad se vio obligada a investigar los hechos vigilada de cerca por esa sociedad que tomó las calles y por instituciones humanitarias que ofrecieron sus servicios de peritaje. En esa investigación que terminó presentando lo que la PGR llamó “la verdad histórica”, dio material suficiente para una nueva rebelión contra la autoridad. Esa investigación tiene problemas de origen muy serios, de acuerdo a los expertos. Hubo “siembra” de restos humanos en el Río Cocula, nunca convenció que los restos de los 43 fueran cremados en el Basurón de Cocula.

 

Hubo muchas otras cosas, que por más que se conocieran públicamente no se incluyeron en la averiguación previa: la presunta participación de elementos del Ejército mexicano y de la Policía federal, la implicación de un camión de pasajeros más. Y lo que después salió a la luz a pública no hace mucho: la práctica de la tortura en algunos de los detenidos por el caso Ayotzinapa. Las sorpresas que indignan tampoco han faltado desde que inició este calvario hasta ahora. En las primeras semanas vimos al presidente Peña Nieto, haciendo un llamado a los familiares de los 43 a “superar” el problema, es decir, a olvidarlo.

 

Al filo del V aniversario las malas noticias nos siguen golpeando, pues hace apenas unos días un juez de Tamaulipas dejó en libertad a 24 policías de Iguala, Huitzuco y Cocula, mismos que se suman a otros 13 policías de Iguala anteriormente liberados. Las cuentas van a la baja, pues hay que considerar también la liberación de Gildardo López Astudillo “el Gil”, jefe del grupo delictivo “Guerreros Unidos”. Así que de 142 detenidos originalmente, con la carga de 107 pruebas recabadas en distintos expedientes, de estas sólo subsisten 44, pues 63 de ellas fueron consideradas ilícitas. Y restan en el banquillo de los acusados 104 procesados. Y el subsecretario Alejandro Encinas, enojado ante esta grave situación que mal habla del Poder judicial, dice que hay riesgo de que sean liberados otros más en los próximos días.

 

Hemos guardado muchas esperanzas de que haya justicia para el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Esas esperanzas cobraron fuerza con los compromisos hechos por el gobierno de López Obrador, los de diciembre; pero el Poder judicial sigue siendo el mismo de siempre. Apostamos con nuestro activismo porque el día 26 de este mes, en el V aniversario de Ayotzinapa, la Comisión de la Verdad nos rindiera un informe claro y contundente, que no dejara dudas sobre lo que pasó en la fatídica noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014. Y que esa claridad y contundencia diera los elementos a la Fiscalía General de la República, para que nadie que tenga alguna participación en los hechos que llevaron a la desaparición de los 43 quede fuera de la investigación. Nadie.

 

Sin perder la voluntad y el coraje de continuar la lucha hasta conseguir justicia plena para los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y sus familiares, la esperanza de lograrlo no deja de ser golpeada con los desatinos cometidos tanto por la PGR de Jesús Murillo Karam, como los que suma el Poder judicial. Consuela saber que el día 26 hay una cita en la que estarán presentes el presidente Andrés Manuel López Obrador y los familiares de los 43. Consuela no sólo por el diálogo, sino porque de esa reunión, donde seguramente estarán el Equipo Argentino de Antropología Forense, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH y la Comisión de la Verdad, se harán públicos los avances y se marcarán pautas para llevar a buen puerto el Caso Ayotzinapa. No podemos darnos el lujo de fallar. Vale.

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