columna oscar loza ochoaNo sé por qué tengo la loca intuición

de que el mundo acabará perteneciendo a los descalzos.

Mario Benedetti

No faltan elementos para preocuparse en este proceso electoral. Tres decenas de aspirantes y de candidatos asesinados y más de 158 actos de violencia desde que inició la coyuntura electoral, no son para ignorarse. Esos actos cobraron vidas valiosas para sus familias, para sus amigos, para sus partidos y para el país. Y alteran el ambiente en que se desarrolla el proceso electoral, empujándolo a una situación de alto riesgo. Las vidas perdidas son un escándalo grande en el país y acompañadas del resto de eventos violentos abren las puertas a un abismo político a la vida pública de México.

No es el único obstáculo a la democracia. Hace pocos días la ultraderecha a nivel internacional se reunió en Madrid. No fue un encuentro para estrechar manos de amigos, fue un congreso para revisar agendas en los diferentes países donde las derechas controlan el poder o donde consideran que pueden dar un paso adelante en la coyuntura económica y política actual. El proceso electoral mexicano estuvo incluido en diversas conversaciones y los intereses creados no ocultaron su inclinación por meter sus manos en él. Esa internacional de la derecha cree que podrá detener la democracia en muchos de los países pobres.

En México, además de las acciones violentas que los medios han cubierto hasta la saciedad, también se han dado reuniones, a oscuritas, que alteran la vida institucional y que representan un peligro para el proceso electoral. Recientemente salió a la luz pública una reunión encabezada por la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández y donde destacó la presencia de Alejandro Alito Moreno, dirigente del PRI. No ha trascendido lo que se trató en ese cónclave, pero la reunión echa por tierra cualquier cálculo sobre la actuación imparcial de la SCJN.

Las especulaciones han llevado a asegurar reuniones de otros partidos, incluido MORENA, con personajes de gran calado económico, del mundo legal y de los llamados poderes fácticos. La coyuntura y el entorno que la misma crea da suficiente material para pensar y hablar de ello. Pero las autoridades electorales y políticas deben abrir oídos y ojos para darle seguimiento a todo aquello que puede influir positiva y negativamente al proceso electoral. También los grupos de la sociedad civil a quienes interesa sacar esta coyuntura en las mejores condiciones.

Se han anunciado diferentes medidas para procurar que las vísperas del día 2 de junio y esa misma jornada transcurran de manera pacífica y que si hay entusiasmo sea para participan con la pasión a que convoca la vida democrática, sin imponerle ninguna otra arista. Al parecer todas las fuerzas policiales y armadas estarán alertas y a la disposición de las autoridades electorales para cualquier emergencia. Incluso el presidente Andrés Manuel aseguró que las zonas donde se considera que pueden presentarse complicaciones tendrán una vigilancia especial.

Todos los candidatos y candidatas tienen el deber moral de mantener una actitud responsable hasta el último momento del proceso electoral, los partidos políticos deben asumir la misma responsabilidad. Y la ciudadanía tiene que poner el alerta todos sus sentidos y echar mano de toda la prudencia cuando se trate de evitar provocaciones y en un determinado instante la valentía para impedir acciones que busquen alterar la paz y el orden el domingo 2 de junio.

Especialistas e instituciones han dicho que estas son las elecciones más importantes del país, lo dicen por la cantidad de electores que participarán en las urnas y por el histórico padrón que da referencia anticipada a la jornada del primer domingo de junio. Y lo serán también si la ciudadanía impone de manera libre su voluntad, así como lo hizo en el año de 2018. Muy lamentable sería volver a lo nefastos robos de urnas, a las amenazas y presiones para que votemos por quien o quienes interese a esos personajes o grupos de poder económico o de los llamados grupos de poder fáctico.

En juego están muchas cosas para México y los mexicanos: desde la constitución democrática de los poderes políticos hasta el futuro de una vida con base a la soberanía política. En ello va el derecho humano a la vivienda, al empleo, a la educación pública y de profundizar los cambios que le den a nuestro país un rostro menos desigual y más justo. Una reforma agraria y en materia laboral ayudarían mucho en ello. Y la nacionalización de la banca, acompañada de una actitud más nacionalista a la hora de revisar a fondo la deuda pública, nos pondría en la posibilidad de contar con más recursos para ese México con que sueñan la mayoría de los connacionales. Los convocados a conjurar cualquier actividad encaminada a obstaculizar el proceso electoral, lastimando la integridad física y moral de los candidatos y candidatas o de preparar prácticas de fraude para el día 2 de junio, somos todos los ciudadanos.

Los riesgos cuando son reales tienen expresiones anticipadas y no se pueden ocultar, siempre hay una y mil formas de manifestarse. Quizá las acciones preventivas desde la autoridad no sean suficientes para garantizar la participación libre de los ciudadanos al acudir a las urnas, pero el celo vigilante de cada uno de nosotros sí puede ser determinante en para ese fin democrático. Vale.

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X @Oscar_Loza