columna oscarA diferencia de la solidaridad entre los oprimidos,

la “competición entre víctimas” no tiene nada de natural,

pero políticas de la memoria miopes o discriminatorias pueden alimentarla.

Enzo Traverzo

Mi participación en el evento conmemorativo.

 

Lo hemos dicho en otras ocasiones: estamos hechos de tiempo y de historias. Y no sólo de triunfos se ha alimentado nuestra supervivencia, pues de las derrotas surgieron tantas lecciones que no solamente permitieron volver a ponernos de pie, sino retomar el camino y campo de lucha con el paso firme y con una andadura que marcha más deprisa hacia la Utopía perseguida de siempre.

 

A 50 años de la Huelga General en el corazón de la agricultura de exportación, en el valle que despertó y ha mimado la Presa de Sanalona y desde hace algunos años también la Presa de El Comedero, justo es hacer el reconocimiento a quienes protagonizaron aquella heroica jornada de lucha. La historia exige ahora desvelar la presencia de las masas en los actos que imprimen sentido y razón a los cambios sociales, pues las acciones del brumoso amanecer del 16 de enero de 1974 nos reiteran la participación activa de no menos 10 mil jornaleros agrícolas que paran sus labores y se integran al llamado de Huelga General.

 

Pero en las luchas sociales, como vivas expresiones de la lucha de clases, hay vanguardia. Y los jefes y cuadros medios ocupan un lugar destacado en el nacimiento y empuje del movimiento. Quisiéramos hacer justicia a todos esos jóvenes que ocuparon un espacio importante en la jornada del Asalto al Cielo, pero inexplicablemente los nombres y las acciones de ellos se ahogan en la memoria de los compañeros que compartieron lucha y riesgos en esos momentos. Quienes fueron testigos y ahora son escribidores nos siguen debiendo esas historias. Mal sabemos que Juan Aguado Franco, autor de La Guerrilla sin nombre, residente en Nuevo León, fue uno de los que planearon aquella heroica acción.

 

También tenemos registro de algunos activistas que hicieron presencia en aquella jornada y fueron detenidos: Ramón Martínez Huerta, Roberto Martínez Huerta, Víctor Joel Armenta Osuna, Vicente Armenta Atondo, Esteban García Espinoza, Mario Panduro Rodríguez, Miguel Castro Serrano, José Medina Robles, José Antonio Viera Loredo, Sergio Castro López, Manuel Froilán V., Enrique Nevares Peña, Roberto Elías García, Feliciano Castro Meléndrez y José de Jesús Zambrano Grijalva. Y de otros como Juan Guerra Ochoa, Carlos Karam Quiñones, Rigoberto Rodríguez Benítez, Lourdes Martínez Huerta (hoy desaparecida), Jesús Duarte Bojórquez, Guillermo Juangorena Tamayo, Jorge Luna Lujano, Eleazar Salinas Olea y Antonio León Mendívil, que engrosarían la luenga lista de perseguidos políticos

 

Es imperdonable que no tengamos a mano la lista de los que cayeron en aquella jornada. La autoridad no lo dijo a los medios y no llegaron a nosotros los datos suficientes. Sabemos que cayó Roberto “el Güero” Verdugo Gil, Roberto Rendón Pacheco y el jornalero Lorenzo Valenzuela ¿quién más? Tarea para el movimiento es rescatar la lista completa.

 

¿Qué cambió durante estos años en el campo y en la ciudad en Sinaloa? En el campo no hay nada que celebrar en materia laboral, pues la subcontratación hace su agosto aún en estos días, a pesar de la reforma contra el outsourcing de este gobierno. Pero lo asentado el 16 de enero de 1974 no es ajeno a la reforma política de 1978: a la reforma electoral que permitió ampliar el espectro de los partidos políticos y que inauguró la presencia de la oposición en el Congreso de la Unión, en los congresos de los estados, en los municipios y después en todos los poderes. La otra parte fue la amnistía para los presos, perseguidos, exiliados y desaparecidos políticos. Con los asegunes por todos conocidos.

 

Una importante herencia quedó como segunda piel entre los jornaleros agrícolas y los habitantes de la ciudad: el encabronamiento natural ante las violaciones a los derechos humanos de los trabajadores del campo y de la ciudad. Esa actitud permite exhibir a los patrones y a las autoridades que violentan los espacios y libertades que son inherentes a la dignidad humana. La herencia de la denuncia y el activismo contra las injusticias alimentan la Utopía que hemos compartido siempre y dan vida a las comisiones de derechos humanos.  

 

El próximo día viernes 19, conmemoraremos el 28 aniversario de la caída en pleno auge de su lucha de Joel Ramírez Montes “el Chuco”. Joel fue pionero en la lucha reivindicatoria de reservas territoriales para las familias pobres. Alguna de las colonias que él fundó ahora lleva su nombre, pero el trabajo de zapa realizado por los enemigos de los movimientos sociales y el relajamiento del activismo y defensa de los colonos llevó a que el nombre y apellidos del asentamiento humano no luzca con orgullo. Es una pena saberlo y se vuelve un verdadero reto lograr que de nuevo brille la memoria de este precursor de la lucha por el Derecho Humano a la Vivienda y Reservas Territoriales.

 

Su ejemplo y su lucha son patrimonio del pueblo sinaloense y su memoria es ya parte del acervo político y cultural de la Coordinadora Estatal por el Derecho Humano a la Vivienda. Ahora el déficit de vivienda en el estado ha rebasado las 432 mil casas, según INEGI y también sabemos que cada año se registran al menos 15 mil 600 nuevos matrimonios, que sobre la base del déficit mencionado se suman a la creciente demanda de vivienda. En la lucha por el derecho humano a la vivienda se forjó un movimiento el 5 de febrero de 2023. Con orgullo hay que decirlo: quienes formamos parte de este movimiento somos herederos de los afanes y desvelos del Joel Ramírez “el Chuco”. Y los logros obtenidos hasta hoy y los que vengan en el futuro cercano y de largo aliento, los consideramos un homenaje a su memoria.

 

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X @Oscar_Loza