columna joseluis

 

El PRI llevó a cabo la elección de su dirigencia nacional con el voto de sus afiliados, y con todos sus defectos se puede considerar que dieron un paso en su proceso de recuperación, que es de considerar difícil, quizás el más, de todos los partidos políticos en crisis, que si no aterrizan juntos a una conclusión de que el sistema de partidos ya no tiene salida y se deciden a enfrentarlo junto con la presidencia del país el caos político de ahora será cancha libre para la COPARMEX y compañía en sus afanes políticos contra AMLO y MORENA, en primer lugar.

El aliado principal de la COPARMEX serán el PAN, la iglesia y la cofradía de grupos que antes han integrado la derecha del país, enarbolando el proyecto de siempre, el del supuesto bien común, teniendo como primer objetivo frenar a AMLO.

Por eso el resultado del PRI es positivo, con una participación en el país de casi dos millones de afiliados, evento que les da oxígeno, pero también ayuda a los demás partidos porque demuestra que no existe otra ruta que la democracia, un régimen político que se soporta en la participación de la ciudadanía.

El PRD tendrá su congreso nacional el 31 de agosto y el 1° de septiembre, con su propuesta de una nueva organización “FUTURO XXI”. El PAN ya casi concluye la renovación de sus dirigencias estatales y antes de que termine el año seguramente tendrán su plataforma política lista.

MORENA en octubre elegirá a todos sus dirigentes, estabilizará (en lo que pueda) las tendencias de conflictos internos y entonces podrán dedicarse más a la política en el terreno de gobernar y quizá todos tengan más lúcidas las ideas y sea factible construir un gran acuerdo de gobernabilidad y cambio.

Por eso ahora el resultado del PRI debe recibirse con beneplácito porque su proceso interno y en especial la enorme cantidad de militantes de base que acudieron a sus urnas, es encomiable porque ayuda a la democracia aunque muchos piensen que la crisis del PRI sea irremediable, por lo que de cualquier forma sirve. Sirve al PRI para estabilizarse y sirve a todos porque aún cuenta con un poder considerable institucionalmente y socialmente.

Si el PRI es capaz de avanzar otro escalón organizando sus definiciones para la próxima coyuntura electoral del 2021, no solo construyendo una plataforma de candidatos, sino esbozando el país que quiere y más allá cómo irlo construyendo.

En los próximos meses el PRI transitará un camino de muchas tentaciones, pero serán tres los principales por donde habrá de decidir su destino: Se deja arrastrar por la inercia antimorena y AMLO, disputándole al PAN la alianza con la COPARMEX; se decide por definir un programa nacional alternativo propio; o se orienta por la conciliación y la construcción de un pacto que implique alianzas electorales y de gobierno.

Si el PRI decide por la derrota de AMLO mediante la confrontación que plantea la COPARMEX, arreciando las críticas y boicots al gobierno y se alía de hecho con ellos, es seguro que contribuya a que el país se desestabilice con todos los riesgos que eso entraña.

Muy pronto, quizá antes de que termine el año las políticas del gobierno serán revisadas y seguramente algunas deberán ser modificadas, ese será el momento de poner todo el proyecto nacional sobre la mesa e impulsar acuerdos de gobierno y modelo de país.

Después, cuando el 2020 empiece a rodar, todo el engranaje electoral estará ya montado y seguramente en marcha hacia el 2021, momento que quizá ya sea tarde si no hay acuerdos.