columna joseluis

 

Sin duda, las elecciones del domingo pasado son simbólicas sobre la nueva situación política que ha cambiado después del 1° de julio del 2018. El PRI confirmo su caída como reflejo de que su crisis es más profunda que lo que habían visto y su recuperación será de más largo plazo. El caso del PAN también es anecdótico porque emerge fortalecido como el partido más votado en el conjunto de los 6 estados en que hubo elecciones. Y el caso de MORENA resulta paradigmático: un mosaico multifacético. Mientras que el PRD mantiene su nivel de sobreviviente.

 

Los resultados electorales han sido muy duros para todos. MORENA y sus aliados ciertamente ganaron las gubernaturas de Baja California y Puebla, pero también es cierto que su votación del 2018 descendió verticalmente de una suma en esos estados de más de seis millones a un millón 600 mil votos, reflejo de un abandono político y que sólo es AMLO quien concitó todo, antes y después.

 

El PRI, aun cuando posee 12 gubernaturas en este momento y parece el partido con mayor poder territorial, no tiene cohesión y sus intereses no son nacionales y sus espacios tan solo son cotos de poder, que en la medida que pase el tiempo se seguirán desintegrando, condenándose a dejar de ser un partido competitivo y quizá sea ya parte de esas coaliciones anecdóticas algunas de ellas.

 

El PAN resurge y lo hace con vigor, al configurarse como el único partido opositor capaz de competir con MORENA, resultando cierto también que en 5 estados de los que hubo elección (Baja California, Durango, Tamaulipas, Aguascalientes, Puebla y Quintana Roo) gobierna el PAN, factor que indudablemente influyó a esa resistencia ante la ofensiva de MORENA, preservando tres de los cinco estados.

 

El PRD, quien gobierna Quintana Roo, hemos dicho se mantuvo en la línea de la sobrevivencia, y sufrió otra derrota más de parte de MORENA, que ganó el 70% del congreso estatal, con once de quince diputaciones, resultado que tambalea aún más al partido del sol azteca en una perspectiva poco promisoria para el futuro inmediato.

 

Las elecciones de este 2019 hablan de un momento que dibuja un antes y un después. Primero, la incertidumbre de qué ocurriría con MORENA sobre si volvería a arrasar como el 2018, o qué tanto había caído en este corto lapso de gobierno, y segundo, que los resultados han colocado como los líderes de la competencia al PAN y MORENA.

 

Si las cosas son así, es muy probable que se muevan dos tendencias políticas principales de aquí a fines del 2020, cuando se definan las 13 candidaturas a gobernador que competirán el 2021: El bloque que encabece el PAN y el que encabece MORENA.

 

Es muy difícil que el PRI y el PRD recuperen presencia y prestigio de aquí a entonces, por lo que es muy probable que ambos se muevan entre esos dos bloques o tiendan a la desintegración, por la polarización que se origine entre esos dos bloques y los magnetice a ambos partidos.

 

Lo más probables que se inicien movimientos de reacuerpamientos que será muy difícil saber a dónde irán si no se definen por uno o por otro bloque.

 

Lo más tangible será lo que harán el PAN y MORENA, de ir a buscar a todos los posibles aliados mediante enroques y movimientos que ocurrirán en todos los espacios y con todos los actores, desde el más modesto hasta el más poderoso, pero todos verán acción. Por cierto, que no hablamos del abstencionismo, que en esta ocasión osciló entre el 60 y 70%.