columna joseluisLo que se inició como una supuesta “omisión” del presidente López Obrador cuando, meses atrás, opinó sobre su sucesión y no mencionó a Ricardo Monreal, el coordinador de los senadores de MORENA y presidente de la junta de coordinación política del senado, desató desde entonces una recurrente exclusión del senador y la persistencia de este hasta afirmar que él aparecería el 2024 en las boletas electorales.

 

Lo que empezó como un “duelo” de mensajes políticos cifrados entre Monreal y AMLO, tal parece ya se convirtió en una guerra abierta desde la semana pasada, cuando arreció el senador con la necesidad de realizar una consulta abierta para nombrar al candidato presidencial para el 2024, porque las encuestas ya habían quedado rebasadas.

 

Respondiéndole por primera vez el presidente López Obrador que se apegara a las encuestas y se olvidara de la consulta, enseñando con ello que el golpeteo de MORENA le había hecho mella y aunque no lo consideró en su momento como precandidato de MORENA, ahora se convierte en el interlocutor político del presidente.

 

Con ello Ricardo había ganado la batalla inicial y colocado en el centro del debate nacional su posición de “consulta popular” para nombrar al candidato, que está resultando un dardo envenenado, porque le pega en el centro al presidencialismo centralista que quiere decidir todo y de paso a la antidemocracia de todos los partidos políticos adueñados de todas las candidaturas donde la militancia de cada uno queda al margen en todas las decisiones.

 

El tema empieza a profundizar y ya se habla de la necesidad de una reforma política y un cambio de régimen e incluso ir hasta la construcción de un régimen parlamentario.

 

El golpe político de Ricardo Monreal al presidente López Obrador, a todos los partidos políticos y todas las burocracias patrimonialistas de la vida política del país y sus instituciones, parece que se han sacudido y que ojalá el debate siga, y Monreal no le afloje.