Muy pocos, aunque tenga buen nivel de preferencias sociales, consideran a Marcelo Ebrard como el sucesor de AMLO, colocando siempre por encima a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, cuando el canciller mexicano es a todas luces quizá la figura más preponderante de MORENA y con mayor prestigio social.
Ebrard no necesita mucho para crecer electoralmente, tanto que su rol y protagonismo político en el gobierno y la clase política de la 4T se le aprecia y reconoce por todos, como la figura con mas blasones para encabezar el proyecto de AMLO el 2024.
Y adquieren mayor fortaleza estas percepciones después de la cumbre sobre el T-MEC que tuvieron el pasado 18 de noviembre los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México, donde el canciller Ebrard fue la pieza clave, en especial para que el gobierno mexicano diera un viraje radical.
Para empezar el discurso de AMLO, una pieza de oratoria sin retórica y conceptual sobre geopolítica, estrategia mundial y un programa de desarrollo regional de largo plazo para encarar los retos de la competencia de China y la Unión Europea, significó un cambio del discurso nacionalista y retrógrado que se venía exprimiendo, específicamente en el manejo de la reforma energética, que al mismo tiempo se suspendió y se mandó para dentro de un año, cuando probablemente ni se toque.
En segundo término, todo mundo ya advierte que dentro de un mes el gobierno de AMLO se encaminará hacia su cuarto año, y prácticamente se colocará en la antesala de su final, con el ingrediente de que AMLO ha prometido que, culminando su gobierno, se retira de la política.
Y, en tercer lugar, Marcelo Ebrard es, de todos los precandidatos, el más completo y de mayor aceptación, incluso en otros partidos incluidos algunos de oposición, lo que no le sería difícil ganar la competencia presidencial sin AMLO.
Y en cuanto a fidelidad política, no se le puede cuestionar cuando ha sido por dos veces la pieza política sacrificada a favor de AMLO, el 2000 para el gobierno del Distrito Federal y el 2012 para la elección presidencial contra Peña Nieto, resultando al final el respaldo estratégico de AMLO para llegar a ambas posiciones.
Marcelo, como se refiere a él entre la familia morenista, es hoy por hoy la figura de MORENA y seguramente la carta de AMLO… y de los gringos también.