Con la reciente incorporación política del gobernador Quirino Ordaz al equipo del presidente López Obrador, se da otra maniobra política del sinaloense dónde no se han sopesado suficientemente sus habilidades políticas, cuando en menos de seis años ha demostrado de lo que es capaz, ganando la candidatura y gubernatura de Sinaloa, imponiéndose a una correlación política adversa a los dos años de su gobierno, y ahora cimbra, por decirlo de alguna manera, el escenario político nacional.
Para casi todos, en diciembre del 2015, cuando ingresaba a la reunión del entonces presidente Peña Nieto con los precandidatos del PRI que aspiraban a la candidatura a gobernador de Sinaloa, del brazo de Quirino Ordaz, sin haberse tan siquiera inscrito como precandidato de acuerdo a la convocatoria del PRI, fue un “baldazo de agua fría”.
No hubo quien no entendiera que Quirino Ordaz ya era el candidato del PRI designado por el presidente Enrique Peña Nieto y que hasta ahí llegaban las aspiraciones de todos ellos.
Quirino Ordaz les había ganado la mano a diez prominentes priístas que ni supieron por dónde llegó la maniobra política que a todos sorprendió.
Más tarde, ya en el gobierno, arrancó en enero del 2017, de inmediato reformó un conjunto de leyes para concentrar todo el poder del gasto público, disponía a su libre voluntad las inversiones de los municipios, paramunicipales y órganos descentralizados. Tomó en sus manos todo el poder del gasto público, sin compartirlo con nadie.
El 2018 gana MORENA la elección en Sinaloa y en el país, y lo que parecía la debacle del gobernador, de inmediato se empezó a ver un rostro distinto por su empatía con el presidente electo, ante lo que se estrellaron los afanes de los nuevos diputados de MORENA que pretendían revertir el poder acumulado por el gobernador.
El 2018, Quirino Ordaz había perdido el gobierno del 80% de la población, la mayoría del congreso del estado, todas las diputaciones federales y a dos de los tres senadores, y ni así perdió la gobernabilidad que había alcanzado.
Así transcurrió el 2019 y 2020, en una puja permanente con MORENA que lo llevó a crear la coalición antimorena, e incluso pretendió descarrilar la candidatura de Rubén Rocha y boicotear las alianzas de este rumbo a la gubernatura.
No pudo imponer un candidato a gobernador por MORENA a modo, pero eso no disminuyó su cercanía, simpatía y compromisos con el presidente López Obrador, circunstancias que lo llevaron a convertirse en el primer aliado del PRI que se adhiere al gobierno de López Obrador, que quizás hasta sin quererlo se ha convertido en debate nacional, trago amargo para los partidos de oposición y triunfo político para AMLO y el propio gobernador.
Que este paso del gobernador Quirino Ordaz, en acuerdo con el presidente López Obrador, puede representar un cambio en el juego político de las fuerzas, claro que sí, porque inaugura una etapa de negociaciones en las que lo más probable le proporcione al presidente de la república saldos muy favorables, sobretodo porque los pesos de la balanza están a su favor.