Para mí amigo Wildo Bojórquez, un triste adiós, y para toda su familia mi solidaridad... D.E.P.
La verdad a veces no entiendo la vida política cuando todo se enreda y pareciera que lo que era negro pretende aparecer de blanco y viceversa, precisamente porque en ella cada vez más no se juega el rumbo y destino de un pueblo, de una nación, sino los intereses particulares de partidos, personajes de la sociedad, inquilinos del poder público y grupos de poder de la sociedad que siempre pujan por lo suyo.
Ese es el gran error que la mayoría comete en todas las coyunturas política-electorales, en la que se olvidan de dónde vienen y a dónde quieren llegar terminando por enredarse en una maraña de intereses que al no poder salir de ella, la hacen más grande.
El ejemplo más claro en estos momentos, de esas conductas de los políticos y los partidos, es la que exhibe ahora el presidente López Obrador, que la ha emprendido contra el INE (Instituto Nacional Electoral) y el INAI (Instituto Nacional de Acceso a la Información), dos pilares fundamentales de cualquier sistema democrático, la transparencia de servicio público y la certeza electoral.
Ambas han sido dos banderas históricas de la lucha democrática en nuestro país. La primera fue arrebatarle al gobierno y al PRI el control de las elecciones, en las que eran juez y parte, donde hacían lo que querían con la competencia electoral, hasta que el país se estremeció en 1988 donde aplicaron el último gran fraude de estado y colocaron al país al borde del precipicio, de donde surgió el INE en 1990 y que en 1996 adquiriría su plena autonomía.
Más tarde, ya en el gobierno de Vicente Fox, se abordó el tema de la transparencia y se creó el INAI en el 2002, estableciendo desde entonces la obligación para todos los entes públicos de poner a disposición de la ciudadanía todas sus actividades, con la excepción de las que la misma ley preservaba por motivos de seguridad principalmente.
Desde entonces la democracia electoral y la transparencia pública se convirtieron en símbolos de la democracia mexicana, símbolos que fueron reconocidos y replicados por muchos países.
Si estos dos valores intangibles, son esenciales para la vida de un país democrático, cabe preguntarnos ¿por qué el presidente López Obrador se empeña en socavarlos, desprestigiándolos y atacándolos al extremo de proponer su desaparición, incluyendo todos los organismos autónomos?.
Absurdo, inexplicable, irresponsable y hasta suicida políticamente hablando, se puede considerar esta posición del presidente López Obrador, como clamando un retorno al pasado del viejo y autoritario régimen priísta, posición que se empata también con las medidas en materia de energía, que pretenden contra toda lógica ignorar la lucha contra el cambio climático, el desarrollo científico y tecnológico que camina aceleradamente contra las energías fósiles y en tercer lugar, después de firmar y reconocer como un éxito el T-MEC, promueve el cierre de la economía a la globalización, que aunque pudiera hacerlo, que lo dudo, es otro absurdo que está provocando un desgaste creciente del país.
Tal parece que AMLO entendió muy bien cómo llegar al gobierno, pero creo que nunca entendió la idea de cómo gobernar una nación en este contexto y con las condiciones que tenía y peor aún, lo que ha dibujado como el estado ideal que promueve es una idea pre moderna, por no decir arcaica.