columna joseluis

Ante la reciente muerte de “Quino”, el humorista gráfico de origen argentino creador de “Mafalda”, que a todas las generaciones de casi medio siglo del siglo pasado les compartió buena parte de su filosofía, la cual reflejaba la visión de un mundo en caos y una de sus frases más simbólicas sin duda fue “¡Detengan el mundo que me quiero bajar!”, sintetizaba lo que ocurría en el planeta con la revolución cultural que se vivió en aquellos tiempos, caracterizado todo en el mundo de la postguerra, el naciente modernismo, la guerra fría y la creciente revolución científica y tecnológica.

 

Algo similar ocurre ahora con la 4T en México, que ya nos trae tan locos a todos que varios queremos gritar al estilo de Mafalda… “¡Ya paren su transformación… me quiero bajar!”.

 

O como cuando entrabamos en la “casa de los espejos” en las ferias y verbenas que venían con todo tipo de juegos, diversiones y carpas de lo más diversas, en esta famosa “casa de los espejos” era en la que no sabíamos para donde caminar, por donde salir y nos ganaba la desesperación que llegábamos a gritar “¡Ya sáquenme de aquí!”.

 

Desde que empezó el gobierno ha sido un ir y venir sin cesar y sin saber a dónde ir, con medidas absurdas y sin sentido que poco a poco nos llevan a pensar ¿Qué quieren? ¿Sabrán lo que hacen?

 

Si no, piense usted ¿Qué lógica tiene haber destruido un aeropuerto como el de Texcoco y construir otro en buena medida inviable, o por lo menos con altísimos costos?

 

O la otra ¿Qué piensan con la construcción de otra refinería como la de Dos Bocas, cuando las energías fósiles van en declive acelerado por los avances tecnológicos y el cambio climático? Y teniendo además cinco refinerías en niveles dramáticos de ineficiencia productiva.

 

Igual ocurre con la guerra que han desatado contra las empresas privadas que producen energías limpias como la eólica y la solar, que producen casi el 20% de la energía eléctrica del país, prácticamente deteniendo y boicoteando su desarrollo con un enorme contrasentido sobre lo que implica la inversión y el cuidado del medio ambiente.

 

Y lo que sucede con la gestión de la pandemia en la que ni se aplican de la mejor manera, con las mejores prácticas, mayor inversión y aplicación de liderazgo social para dirigir a la población en la contención y control de la pandemia.

 

Lo mismo les pasa con los procesos judiciales anticorrupción con el famoso caso de Emilio Lozoya y luego inventan la famosa consulta contra los ex presidentes, al extremo de presionar a la corte y las cámaras para legalizar tal desatino.

 

La voracidad de protagonismo y manipulación es formidable al grado que asusta cuando llegan al extremo de extinguir los fideicomisos (más de cien), para apoderarse de sus fondos como un acto sublime de desesperación por tapar los huecos del gasto público que les hace aguas por todos lados.

 

Por ningún lado aparece ningún acto de diálogo, conciliación ni acuerdos que encauce al conjunto de la sociedad con todas sus instituciones, como si se tratara, según ellos, de cambiar todo con un enredo en cada caso.

 

Por eso no es casual pensar como Mafalda en aquellos tiempos de la guerra fría, cuando todos los días se anunciaba la tercera guerra mundial y el fin del mundo… así estamos.