Según informa Amnistía Internacional, otro informe más respecto al personal de salud y los efectos del COVID-19 en ellos, resulta que más de 7 mil había muerto y nuestro país encabeza la lista con más defunciones (1410), de los cuales 691 son médicos (el 49%), 408 (29%) eran trabajadores, 255(18%) personal de enfermería, 28 eran dentistas y 28 laboratoristas, de los cuales 70% eran hombres y 30% mujeres.
Del personal médico, México encabeza con 1410, Estados Unidos con 1077, Reino Unido con 649 y Brasil con 634, informe que por supuesto la Secretaría de Salud y el inefable Hugo López Gatell rechazan.
El personal de salud de todo el país, desde que empezó la pandemia, ha demandado equipo adecuado y suficiente para desempeñar su trabajo y múltiples han sido las quejas de la actitud de las autoridades, que hasta en el mismo palacio nacional han llegado a manifestar sus demandas, aunado a que los compromisos de estímulos económicos que hizo el presidente López Obrador no han sido cumplidos.
Si de por sí, siempre en tiempos normales el trabajo de día y de noche del personal de los hospitales jamás se detiene, con la pandemia esta intensidad de trabajo se ha recrudecido y, peor aún, con riesgos de contagio.
También reclaman los sindicatos del sector salud que la Secretaría de Salud y el IMSS han contratado personal a empresas de outsourcing, sin capacitaciones y sin experiencia, los metieron a trabajar sin el conocimiento ni tampoco con los equipos indispensables.
A partir de un tiempo de la pandemia, medios de comunicación les dio por hacer reconocimiento al heroísmo del personal de salud, a inventar medallas y diplomas, pero los trabajadores insisten “no queremos medallas, queremos equipos suficientes para protegernos”.
Quizá, como muchas otras cosas, esto tampoco conmueve ni al presidente López Obrador ni a su encargado de la pandemia, pero es un asunto de urgente necesidad, máxime que ya empezó la temporada de influenza.
Que a propósito, ya un grupo de científicos de la salud han lanzado un SOS a la población para que se vacune contra la influenza, debido a que de acuerdo con la estadística, la vacunación ha disminuido en un 30% de la población, que si no se previene se empalmará a la pandemia del COVID-19, que también llegó para quedarse.
La razón, dicen estos médicos, que varios síntomas de la influenza son similares a los del COVID-19 y que pueden provocar una saturación de los hospitales, que por las escasas pruebas de COVID-19 que se aplican no se sabría si es influenza o COVID-19 y se generaría un caos, más muertos y el mismo COVID-19 tenga otro repunte que puede ser mayor.
Ya sabemos que el surgimiento de la pandemia hace seis meses paralizó la vida del país y agudizó la crisis económica que ya arrastrábamos del 2019, cuyos efectos están resultado en una catástrofe, un repunte que obligue a un nuevo confinamiento del país, puede desencadenar una terrible mortalidad de personas y la reactivación económica que se debe llevar, se puede derrumbar ahora sí.
El personal de salud siempre ha sido un sector profesional de gran valor para la sociedad, hoy son ellos quienes dan la pelea contra la burocracia e insensibilidad gubernamental. No los dejemos solos.