columna joseluis

Siempre que se va al encuentro de una coyuntura política por supuesto que hay riesgos, más aún cuando se trata de una contienda política, quizá la más grande del país en su historia, con 15 gubernaturas, más de dos mil municipios y 300 distritos federales en juego, en un contexto socioeconómico también inédito como la concurrencia de la crisis sanitaria, económica y de seguridad, quizá la tormenta perfecta.

 

Por eso es muy difícil pronosticar lo que sea, porque lo único cierto es que aquí están esas crisis sin que nadie pueda advertir ni la solución ni para cuándo, lo que produce una incertidumbre mucho mayor que la que acarrea intrínsecamente la política.

 

Y más inquietantes resultan las reiteradas advertencias del presidente López Obrador de que “estas elecciones no serán como las de antes” y advierte sobre la intromisión de fuerzas ajenas al proceso y de potenciales irregularidades por los actores, con la amenaza de que no lo va a permitir.

 

Al presidente se le olvida que existe un sistema electoral conducido, organizado y ejecutado por autoridades autónomas y por los ciudadanos, así como también de que existe un sistema legal garante de los derechos políticos de los ciudadanos, de los partidos y también de que prevalezca la legalidad en todo el proceso.

 

Es un sistema electoral que ya va para tres décadas su construcción y perfeccionamiento, resultando una institución de reconocido prestigio, calidad democrática y que no ordenó nadie que se hiciera, sino que fue por exigencia y voluntad del pueblo mexicano.

 

Por eso alarma el presidente López Obrador con sus diatribas contra el fraude electoral, cuando son él y su partido los más comprometidos tanto como para que no ocurra como que se dé.

 

Porque cabe preguntarse ¿Quién controla los programas sociales con 23 millones de beneficiarios? Pues el gobierno encabezado por AMLO ¿De quién es la red político social denominada “siervos de la nación” distribuida estratégicamente en los 300 distritos electorales y son quienes operan los programas sociales? ¡El gobierno y MORENA!

 

Entonces ¿Qué es lo que le preocupa al presidente y su partido? ¿Que con todo y ese aparato político social con que cuentan la votación no les sea favorable y calculan que sólo un fraude electoral los puede hacer perder?

 

Y es ahí donde se equivocan, porque ignoran su desempeño, o mejor dicho, no lo valoran adecuadamente. No advierten que desde su arribo al gobierno han atizado la confrontación y la división del país; Que han declarado una fórmula mágica para resolver los problemas nacionales, la famosa 4T, sin pensar tantito en la magnitud de los conflictos y la dimensión de la solución; Como tampoco, y mucho menos, los resultados de algunas políticas como la estrategia en desarrollo económico, la gestión de la pandemia, la desatención a las empresas e ignoran a los gobiernos locales, por señalar algunos detalles.

 

AMLO y su gobierno escuchan tronar el cielo y creen que son cohetes que alguien lanza para atacarlos y por lo tanto dicen que se preparan para un fraude electoral. Ese es el simplismo político que produce el dogmatismo, y peor, el mesianismo.