columna joseluis

 

3° y última parte

 

Quien pretende concluir cómo quedará la situación del país para cuando termine la pandemia del COVID-19, necesitará mucha imaginación cuando aún no sabemos siquiera si tendrá remedio en el corto plazo, porque si no, como alguien dijo, para el largo plazo “todos estaremos muertos”.

 

De hecho México, en el contexto de una transición controvertida y traumática que pareciera no sabe a dónde quiere ir, sacudido por esta pandemia que pudiera compararse con el iceberg con el que chocó el Titanic, muestra síntomas de una transición que más que pretender cambiar de régimen tiene que modificar todas las estructuras de la sociedad mexicana.

 

Para empezar el gobierno no puede seguir igual, con un presidencialismo agotado, un sistema de partidos en completa bancarrota, un modelo neoliberal ineficaz frente al desarrollo tecnológico y el mundo del trabajo que ya no soporta más su explotación, empobrecimiento, degradación y envilecimiento, como tampoco la inexistencia de un estado de derecho y el salvajismo que se pavonea por todos los rincones del país.

 

Pareciera que la pandemia ha precipitado el crisol que aún se creía considerar bajo control y que ahora casi podemos asegurar que nos encontramos próximos a un caos social y económico.

 

Alguien comentó hace algunos meses la necesidad de pensar en el “postnoeliberalismo” y preguntaba que ante la debacle de este modelo que ocurrirá y nadie reaccionó en aquel momento, pero ahora, con esta pandemia y sus consecuencias evidentes, es indispensable hacerlo por la sencilla razón de que no es posible que después de esta tragedia se piense que podemos volver a que sea todo igual.

 

Indiscutiblemente el mundo tiene que cambiar y México junto con él. Es necesario acelerar esa transición con un pacto entre los mexicanos de los cambios indispensables y obligados que se deben operar.

 

No es posible continuar con un régimen presidencialista, padre y madre de la corrupción en este país, como tampoco puede existir un sistema político hijo de ese presidencialismo, al igual que una república centralista y concentradora que convierte en su reino ese presidencialismo, como tampoco una distribución de la riqueza tan injusta.

 

Para empezar, las élites de México tienen que pensar que los riesgos de que la civilización desaparezca son reales y que está en riesgo ya sea por las pandemias que se desaten, el cambio climático o cualquier otro fenómeno que se nos estrelle en la cara como ahora ocurre con el COVID-19.

 

Por eso creo que resulta inútil que ahora cada quien, llámese como se llame y actúe en lo que actúe, piense que el poder, el gobierno, las instituciones y la economía se pueden poner a disposición particular y no del conjunto de la sociedad, puede resultar un absurdo suicida que ya no cabrá en los tiempos que vienen.

 

Ojalá y así como han reaccionado muchos opositores al gobierno y contrarios entre sí y contra otros, proponiendo la unidad nacional ante la pandemia, crezca esta actitud y prevalezca ya que pase para reconstruir las cosas… porque si no…