columna joseluis

 

En la semana que pasó me fue “como en feria” por mi insistencia sobre el tema que la UAS no debe estallar ningún conflicto y menos uno que le desestabilice y se constituya en reyerta que pueda encadenarse con otras universidades, bajo la lógica de defender su autonomía ante los pronosticados ataques del gobierno de AMLO para “poner orden” en ellas.

 

Insistimos entonces, y reiteramos ahora, que el diálogo, la conciliación y los acuerdos son la ruta para zanjar cualquier diferencia y conflicto. Anunciar “vientos de tormenta” para la UAS y sus autoridades, en particular para el líder del PAS Héctor Melesio Cuén, que desde el gobierno de la república se desatará para emancipar a los trabajadores de la UAS de la “opresión” de la que son objeto, son deseos de una incapacidad frustrante en general y en particular resabios de varias figuras académicas y culturales que el viento los desplazó.

 

Es tanta la irritación, el coraje y la frustración que prevalece, que pierden de vista por completo primero que todo tiene su proceso y más si se trata de medidas gubernamentales; segundo, que existe un sistema de transparencia y rendición de cuentas por parte de la UAS, tanto de los recursos federales como estatales; y tercero, que cualquier decisión tiene su discusión.

 

La fijación respecto a la figura de Cuén y el rector los lleva a juicios sumarios en el que por decreto son responsables y culpables de lo que ocurra en la UAS, como también pierden de vista que la UAS vive un entorno que le da vida y le impacta regularmente, sobre todo su presupuesto.

 

Así como en la física, la materia se despliega en el espacio según desde el ángulo que se le observe, a diferencia de la UAS donde los actores en buena parte se mueven “como les va en la fiesta”, lo que de suyo genera conflictos por encima de lo que ocurre en la institución y eso es muy difícil conciliar y eso no sería problema en sí mismo, sino que pretenden de todos que compartan esas fobias y pretenden un movimiento que no son capaces de crear más allá de sus deseos.

 

En la UAS, como en muchas universidades del país, pudieron estallar conflictos como el de hace un año en la UAM y se pueden provocar, porque razones más de una debe haber, pero el quid de la cuestión son los objetivos y esos son los menos claros.

 

Quizá la iniciativa de los diputados del congreso local, con motivo de las iniciativas de reforma a la ley orgánica de la UAS, fuera factible la creación de espacios para debatir los diversos temas y problemas de la UAS que enfrenta ahora y se pondrán a la orden del día en los próximos años.

 

Si el congreso de Sinaloa coadyuva con ellos sería formidable porque permitiría aclarar muchas cosas y darle luz a todos sobre el desempeño y resultados de esta insignia cultural de Sinaloa. Creo.