columna jose luis lopez duarte

 

Hace seis meses, con motivo del segundo informe del rector Juan Eulogio Guerra Liera, comentábamos que la UAS en sus últimos 50 años había pasado por cuatro autonomías (la legal, la política, la financiera y la académica) y que, bajo el contexto del triunfo de AMLO y el proyecto de nación denominado la 4T, eran indispensables otras transformaciones para la que la UAS, con todos sus componentes académicos, culturales, políticos y materiales, que debieran darse en base a los intereses supremos de la educación y la UAS, cuestión que requería el talento político de todos para que fuera sin confrontaciones y en busca de la mayor rentabilidad.

 

Hoy después de este tiempo han surgido voces que empiezan a tensar la vida de la institución y que muchos interpretan como un llamado a la confrontación y por lo tanto el advenimiento de una crisis en la universidad, crisis que muchos, sobre todo los trabajadores, consideran que sería catastrófica para todos.

 

Que existen muchos asuntos en la UAS qué discutir es cierto, que el gobierno de la república de la 4T tiene un modelo que pretende cambios en la educación superior también es cierto, que el modelo universitario que se instituyó el 2004 con la reforma universitaria requiere actualización, también es cierto.

 

¿Cuál es el problema para que todas estas necesidades sean abordadas y llevarlas a buen puerto en beneficio de la UAS? Quizá ninguno, pero cuando se trata de modificar contenidos, estrategias, programas, métodos y sistemas de una institución y especialmente una como la UAS, tan grande, dinámica e intensa, genera inquietud porque el problema no es sencillo y su complejidad empieza por compartir esa certeza y encontrar por dónde comenzar.

 

Sin duda, el entramado institucional tiene instrumentos y mecanismos suficientes para encauzar todos los esfuerzos que se incluyan en esos trabajos, pero todo empieza en construir un gran acuerdo con ese sentido y la intención de construir una nueva etapa de la UAS en su tránsito en este siglo XXI y en el marco de la transición política que impulsa el gobierno de AMLO.

 

Para empezar se deben reconocer dos cosas: Ni la UAS está en crisis como tampoco son indispensables cambios radicales en su vida institucional y estructural.

 

¿Qué tanto el modelo que impulsa el gobierno de AMLO es compatible con el modelo que impulsa la UAS? Es pertinente recordar primero que el modelo de bachillerato de la UAS desde el 2010 ha sido considerado como el ejemplo a seguir en la organización de un modelo de “bachillerato único” en el país y en base a él tratar de terminar con los más de doscientos modelos que existen en el país.

 

Segundo, el sistema de gobierno interno que ha prevalecido luego de la reforma a la ley orgánica de 2004 ha sido un sistema que ha funcionado y ha administrado la institución sin grandes sobresaltos.

 

Y tercero, la oferta educativa ha evolucionado en la medida que los cambios socioeconómicos lo han requerido, con una adaptabilidad aceptable, que sin duda carece aún de muchas respuestas, pero el desempeño de sus obligaciones tiene amplio reconocimiento en el país.

 

Pensar que los problemas no existen es un error, tanto como creer en soluciones de facto, lo que obliga a todos los actores en la UAS a la búsqueda de diálogos, concertaciones y mecanismos de construcción para impulsar los acuerdos, por supuesto factibles para todos.

 

Ni MORENA y sus líderes, como los dirigentes de la UAS y el PAS, así como los trabajadores y los estudiantes, deben sentirse excluidos, ni amenazados y mucho menos sentir que la UAS está en riesgo. Se trata de una nueva etapa y entre todos hay que construirla.