columna joseluisDesde que la Cuarta Transformación (4T) y Andrés Manuel López Obrador asumieron el gobierno de México, hemos sido testigos de una mediática reconfiguración del sistema de información y comunicación estatal. En lugar de fomentar una relación transparente y constructiva entre el gobierno y la ciudadanía, se ha impuesto un control que define qué, cómo y cuándo se debe comunicar la información, sugiriendo un enfoque más cercano a un estado totalitario que a una democracia dinámica.

 

La lógica detrás de esta estrategia parece estar fundamentada en la manipulación política. La construcción de un clima bipolar en la sociedad mexicana no es fortuita; se busca reclutar adeptos y neutralizar a opositores mediante una narrativa que perpetúa la noción del "mal" representado por críticos y detractores del régimen. Un claro ejemplo de esto es el uso de las conferencias mañaneras, que han tomado una forma similar a las interminables peroratas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela. No solo se presentan como foros informativos, sino también como plataformas para difundir una serie de afirmaciones y “verificaciones” que muchas veces carecen de sustento sólido.

 

Un dato alarmante es que, según algunos informes, se fabricaron más de 150,000 mentiras directas en la voz del ex presidente, lo que pone de relieve la profundidad de esta manipulación. Esto no es solo una cuestión de retórica vacía; se traduce en acciones concretas que han llevado a la paralización o, cuando menos, la ineficacia de políticas públicas que deberían atender los problemas reales del país.

 

Tomemos, por ejemplo, el reciente cierre de la frontera de Estados Unidos al ganado mexicano. Este hecho es el resultado de una falta de acción concreta por parte de nuestra administración, que se comprometió a construir una planta de moscas estériles para combatir al gusano barrenador, pero que jamás fue edificada. López Obrador había anunciado con bombos y platillos una inversión de 100 millones de dólares para dicha planta en 2021, pero lo que encontramos es la confesión del secretario Julio Berdegué Sacristán, quien admitió que México depende de la mosca que produce Estados Unidos en Panamá para hacer frente al problema. Esto es un claro indicio de cómo la falta de cumplimiento a las promesas gubernamentales puede tener repercusiones significativas en sectores vitales de nuestra economía y salud pública.

 

La estrategia del gobierno ha sido tan brutal y cínica que en ocasiones parece que la sociedad ha optado por callar, permitiendo que se desdibujen realidades evidentes. La falta de respuesta a desatinos tan burdos no solo revela el estado de apatía en el que nos encontramos, sino también un problema de comunicación y de confianza que se ha erosionado profundamente en los últimos años.

 

La 4T, más que ser un agente de cambio positivo, ha mostrado que sus prioridades están alejadas de las necesidades urgentes de la sociedad. En lugar de afrontar desafíos complejos y de ofrecer soluciones efectivas, su enfoque ha estado dirigido hacia el mantenimiento y la justificación de una imagen política, sin importar el costo que eso genere para el bienestar común. Mientras tanto, los problemas estructurales de México, como el combate al gusano barrenador o la falta de infraestructura agrícola, siguen en la sombra, ausentes de un debate público necesario y urgente.