Aunque no lo parezca, la insensatez es uno de los peores absurdos porque se trata de una conducta producto de simplemente perder la lógica más elemental de los fenómenos, en este caso de la política, y cometer los errores más garrafales, como ocurrió con el conflicto que se creó con la UAS por parte del gobierno del estado, cuando lo obligado era hacer todo lo contrario; no lo hizo por la ceguera que provoca la soberbia del poder y la estupidez.
Ya le había ocurrido con el gobierno de Mazatlán, con el “químico” Benítez, y el de Culiacán, con Jesús Estrada Ferreiro; qué bien pudo habérselos sacudido desde el 2021 después del fatal desempeño que habían tenido del 2018 al 2021. Debieron de actuar tal y como lo hicieron con el “Billy” Chapman de Ahome, pero no lo hicieron y los reeligieron y luego los tumbaron.
Los grupos diversos que constituyen MORENA en Sinaloa son corresponsales de ese fatal desempeño, tanto que casi todos se han convertido en lastres para Rubén Rocha, a quien han obstaculizado más que ayudarle, pero así lo ha querido el gobernador y sigue tolerando que hagan lo que quieran en el mejor de los casos y, en el peor, que no hagan nada, o quizás sea al revés.
Lo cierto es que hoy en día Sinaloa tiene un cuadro dramático para toda la sociedad, que sus múltiples problemas, empezando por la crisis de inseguridad y violencia, no tienen solución, por lo menos en lo que resta del sexenio de Rubén Rocha.
En segundo lugar, está la crisis de la economía local inherente a esa crisis de inseguridad y violencia que se ha engarzado con la recesión de la economía nacional producto de los malos manejos del gobierno de la República y el choque de intereses con el nuevo gobierno de los Estados Unidos, que está produciendo un peligroso crecimiento de la inflación y que tampoco se avizora solución a corto plazo.
El tercer gran problema son las dificultades de sus estructuras económicas, como el impacto de la enorme sequía que está viviendo Sinaloa; por lo menos serán tres ciclos agrícolas con pérdidas consecutivas, los efectos en el turismo por la inseguridad, las enormes dificultades que se acumulan para promover económicamente la región con alternativas industriales.
Y en cuarto lugar, está la crisis de motor político que representa el gobierno de Sinaloa, que está atascado, desgastándose políticamente y malgastando el poco dinero que tiene sin previsión y rentabilidad.
Ante un cuadro tan complicado, tan difícil de incidir decisivamente, tan volátil e incierto, con tantas debilidades, ante él lo más recomendable es la cautela, el conservadurismo, el ahorro, el pertrechamiento políticamente hablando, la construcción de la mayor cantidad de pactos sociales con quien se vaya pudiendo y un gran proactivismo del gobierno.
Se dice muy fácil, pero el panorama está muy complicado y gobernar en ese contexto es como caminar la cuerda floja y sin red de protección, muy riesgoso, pues.
¿Qué implicaciones prácticas tiene todo ello? Primero, que todo mundo se agrupe con el gobernador, que nadie agarre por su cuenta, y para eso, se tiene que empezar con todas las clases políticas, quienes tienen que ir por “tierra”, como anduvieron en sus campañas, romper el sectarismo, creando las mejores y mayores empatías sociales. No invertir en obra pública, por lo pronto, porque el dinero se va a ocupar y no se sabe en qué.
Y en cuanto a pertrecharse, es lo más urgente para los sectores más desprotegidos, esto es apelar anticipadamente ante el gobierno federal para reducir o eliminar los efectos negativos de los impuestos a la estructura económica, específicamente a la agricultura, pesca, turismo y aminorar los efectos de la sequía, en pocas palabras, demandar lo que se va a ocupar con una gestión oportuna y eficiente.
En fin, recordar que viviremos esta crisis por lo menos lo que queda del 2025 y todo el 2026; son casi 20 meses, por lo menos, por lo que se debe asumir evitar el mayor desgaste posible, conseguir la mayor eficacia y lograr la mayor unidad social posible. Está muy complicado, sí, pero no queda de otra.