La presidenta Claudia Sheinbaum, en las próximas semanas, habrá de presentar el “Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030”, y para ello ha llevado a cabo foros, consultas y encuentros en todos los estados del país, que seguramente le ayudarán para elaborar un discurso; sin embargo, no tendrá una estrategia nacional para el desarrollo de su gobierno en los próximos 5 años.
Y todo, porque la herencia política que ha recibido el expresidente López Obrador, es una herencia maldita, no solo por lo desastroso de su gobierno, sino también por los candados políticos que dejó y con los que la tiene secuestrada a la presidenta Sheinbaum.
Y por si eso fuera poco, la situación internacional y las condiciones de México con las que se inscriben en ella, específicamente su relación con el gobierno de los Estados Unidos, que ha resultado muy agresivo con Mexico, y por las debilidades que dejó AMLO, como el caso de la violencia, inseguridad y narcotráfico, todavía la hacen más frágil y complicada.
No está claro el horizonte para México, su pueblo y sus instituciones, máxime con el deterioro que quedó en el andamiaje institucional y específicamente el sistema judicial, que no se sabe si podrá articular un mínimo estado de derecho y no nos hundiremos en anarquía.
Salir de esta crisis está muy difícil, y ya veremos a fines de marzo cuáles serán los precriterios de política económica para 2026 que está obligada la presidenta a presentar a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Ahí se habrá de dibujar la estrategia económica que buscará fincar para su sexenio; ahí veremos si sigue con su política fiscal deficitaria, gastando más de lo que le ingresa y endeudando al país con loco frenesí, como lo hizo López Obrador.
Conoceremos también si se recupera la redacción con los Estados Unidos o seguimos con el desgaste y deterioro económico que acumula López Obrador con el peor crecimiento del país en los últimos 30 años, el 0.8%, ni siquiera el 1%.
Por lo menos, ya anunció algo el domingo pasado en el Zócalo, que advirtió que no sería rehén de las obras faraónicas de AMLO, y por ello, ya no subsidiará sus fracasos económicos con dinero público, cosa que no creo porque eso implicaría una ruptura por completo con AMLO y el ejército, que es el que los administra, pero ya veremos.
Si Lázaro Cárdenas tardó año y medio en romper con el general Plutarco Elías Calles, que fue “el jefe máximo” que puso a Cárdenas en la presidencia de la República en 1934, ¿cuánto tardará Claudia Sheinbaum en romper con AMLO? ¿Un año, dos años, cuánto?
Porque, lo que ya no hay duda, es que el gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum, está obligado a esa ruptura por la sencilla razón de que su gobierno no puede ser una réplica del de López Obrador, porque ya supimos a dónde llegó y porque si sigue esa ruta, más temprano que tarde su gobierno se hundirá.
El plan de desarrollo nacional 2025-2030 , así como el documento de precriterios de política económica del 2026, serán pistas de lo que vendrá o no vendrá, pero dirán algo.